viernes, 5 de febrero de 2021

CRITICA | Hillbilly, Una Elegía Rural (2020)


Sin considerarme un entendido de la cultura americana, siempre me ha llamado la atención cómo la gente cree que los Estados Unidos de América no van más allá de sus ciudades más icónicas. Simplificando mucho, se podría afirmar con relativa seguridad que parte de la culpa de que este fenómeno impere en las opiniones de cualquier extranjero la tiene el mismísimo Hollywood que, lejos de atreverse a reflejar cómo su nación tiene incuestionables - y enormes - brechas sociales, tiende a mostrar al público internacional una glamurosa sociedad llena de idílicos vecindarios, un patriotismo envidiable y un estilo de vida tentador. Por esta misma razón, cada vez que un filme como Hillbilly Elegy (Ron Howard, 2020) asoma a la pantalla, un cinéfilo sediento por este tipo de títulos como yo busca el momento perfecto para disfrutar de la cara oculta de uno de los países que mejor sabe venderse al exterior.

Basado en las memorias de J.D. Vance, Hillbilly Elegy nos introduce - a través de los ojos de su protagonista - en el seno de una familia blanca de clase trabajadora asentada en el ámbito rural de los Estados Unidos (los a menudo llamados, de forma peyorativa, rednecks o hillbillies). A pesar de sus modestos orígenes, J.D. consiguió ser aceptado en la prestigiosa Universidad de Yale para estudiar Derecho, y aunque tenía su vida más o menos encauzada, una problemática familiar le obligará a volver a su hogar y revivir una infancia llena de dolor que parece haber tenido lugar en un universo completamente distinto al que vive ahora. 

Si bien es cierto que Ron Howard es un cineasta de renombre que ha conseguido ganarse a público y crítica con títulos como Una Mente Maravillosa (2001) o Rush (2013), da la impresión de que la adaptación de la que probablemente sea una complejísima historia le ha venido grande. Y es que, aunque esa sordidez y férrea cultura rural esté satisfactoriamente plasmada para conformistas como yo, es cierto que si esto es así no se debe a la destreza de Howard detrás de las cámaras, sino a las fantásticas interpretaciones de dos actrices en estado de gracia: Glenn Close y Amy Adams.

Sin embargo, y aunque tanto Close como Adams saquen adelante dos papelones y Hans Zimmer haya vuelto a cumplir en el apartado musical, la crítica ha vapuleado a Hillbilly Elegy hasta posicionarla bien lejos de la carrera de los Oscar. Y aunque no seré yo quien salga en defensa de una película que, a decir verdad, tiene una ejecución torpe y un guion que no termina de encontrar la mejor forma de transmitir lo que al parecer sí consiguió J.D. Vance con sus memorias, tampoco voy a negar que a mí personalmente me encantó verla, ya sea por las interpretaciones de sus protagonistas, por su excelente banda sonora o por eso que comentaba antes: atreverse a reflejar - con más o menos éxito - la cara menos amable de los Estados Unidos de América.


Jerry
Imagen vía Netflix

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