domingo, 19 de mayo de 2019

OPINION | En defensa de la última temporada de Juego de Tronos


Si alguno de nosotros va a un restaurante y no le gusta el postre que ha pedido, a ninguno se nos ocurriría pedirle al chef que lo retire de la carta o que cambie la receta. Lo que todos haríamos sería, o comerlo para no tirar el dinero, o dejarlo y volver a casa con un disgusto que, en unas horas, se nos habría pasado. Sin embargo, desde que el "fenómeno fan" ha llegado a nuestras pantallas (ya sean grandes o pequeñas), cuando una película o serie no alcanza las expectativas de un sector más o menos ruidoso de ese colectivo fan, enseguida aparece una petición en Internet con la que los usuarios solicitan a la productora o cadena de televisión que retire "la aberración" y rectifique. Esto no deja de ser respetable por eso de que todos expresamos nuestra opinión de maneras distintas, pero tampoco quiere decir que no sea bastante caprichoso que, con cada disgusto que nos llevemos con nuestras películas o series favoritas, nos enrabietemos como críos de siete años y empecemos a echar piedras sobre un tejado que previamente venerábamos. Asumámoslo: ni la petición que defendía que Star Wars: Los Últimos Jedi (Rian Johnson, 2017) debía ser retirada del canon de la saga por lo mucho que "rompía" con sus predecesoras, ni la reciente petición con la que se pide a HBO que vuelva a rodar toda la octava temporada de Juego de Tronos (D. Benioff & D.B. Weiss, 2011-2019) por eso de que "no está gustando lo que está ocurriendo", son del todo maduras. Porque, como las lentejas, si éstas te gustan, las tomas. Y si no, las dejas.

[Spoilers] Todo este revuelo que se ha organizado desde la emisión de The Bells (S08xE05), a pesar de que está justificándose con ataques a muchas de las subtramas de la serie (que si la relevancia de Euron Greyjoy, el fuego Valyrio de Desembarco del Rey, el duelo de los Clegane...), en realidad tiene su origen en el revés que los creadores de la serie le han dado a los amantes de Daenerys. Y aunque no seré yo quien entre en si esto venía cociéndose o no desde hace muchas temporadas (podéis leer más en esta entrada de Fotogramas), no puedo dejar de defender que estaba bastante claro que algo iba a pasar con Daenerys y que, si ella no consigue el trono, no pasa absolutamente nada. Hay que recordar que Juego de Tronos nunca ha girado exclusivamente en torno a ella (sino mas bien en torno a la familia Stark) y que, como muy bien están defendiendo los responsables de la serie episodio tras episodio, cabía esperar que la khaleesi no despertase simpatía si se tiene en cuenta que ha llegado a una tierra extraña sin amigos, con un ejército descomunal y con unos antecedentes familiares que le restan mucha credibilidad.

Si de verdad alguien esperaba que lo justo - o, mejor dicho, lo narrativamente coherente - era que el pueblo de Poniente sonriese a Daenerys y le recibiese con los brazos abiertos, eso significa que no nos hemos dado cuenta de que nadie en los Siete Reinos sabe en realidad cómo es - o era - esta aspirante al Trono de Hierro: porque ni el panadero de Invernalia ni el herrero de Aguasdulces han visto lo que ha ocurrido al otro lado del Mar Angosto en las anteriores temporadas. Ellos sólo saben que esta joven es la hija del Rey Loco y que ha llegado a Poniente con un ejército, tres dragones y muchas pretensiones. Por lo tanto, hay que figurarse que la frustración de Daenerys al darse cuenta de que el pueblo - representado por, precisamente, Sansa y Arya Stark - no la quiere y de que su enfermizo deseo por sentarse en el trono se está reduciendo a cenizas, es una razón de suficiente peso como para justificar su ira y, consecuentemente, todo lo que ocurre en el quinto episodio de la última temporada. Pensémoslo bien: sus dragones están cayendo como moscas, ha descubierto que ella no es la legítima heredera, sus principales apoyos o están desapareciendo o no quieren saber mucho más de ella porque lo único que les unía era su deseo por quitarse a Cersei o al Rey de la Noche de en medio... ¿De verdad nos extraña?

Además de eso, intentar argumentar que esta temporada debería ser rodada de nuevo porque no está cumpliendo las expectativas de los espectadores, no deja de ser un atentado contra la serie en sí misma. No sólo estamos presenciando la conclusión de una producción televisiva sin precedente alguno, sino que intentar echar por tierra episodios tan inmaculados como Winterfell (S08xE01) o A Knight of the Seven Kingdoms (S08xE02), así como defender que las actitudes de personajes como Jamie Lannister o Daenerys no tienen sentido cuando son completamente humanas por mucho que "atenten" contra el desarrollo de sus personajes (aunque, recordemos, estamos ante una serie en la que los buenos valores o los finales felices nunca han sido la norma), es descabellado. Como muy bien ha dicho Stephen King, está claro que el problema es que nadie quiere que termine Juego de Tronos. Porque, termine como termine, siempre habrá quienes reclamen al chef que cambie la receta. Y lo que habría que hacer es dejarse las lentejas y volver a casa.


Jerry
Imagen vía The New York Times

2 comentarios:

  1. Buenas, Jerry. Todo lo que ocurre en la octava temporada tiene sentido si te paras a pensarlo pero la manera de contar esos acontecimientos no es la adecuada para una producción como Juego de Tronos. Supongo que te habrás fijado en la nefasta dirección del último capítulo de la serie, curiosamente dirigido por los dos guionistas... Y el final de algunos personajes rechina porque los cimientos de su destino no estaban del todo construidos... No sé si coincides en algo conmigo.

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    1. ¡Hola detectiveilde! Tienes toda la razón. Si las dos últimas temporadas hubiesen tenido el mismo número de episodios que las anteriores (es decir, diez), o incluso si hubiesen optado por producir una temporada adicional para atar todos los cabos con calma, estoy seguro de que la reacción del público habría sido muy distinta. Así que, estoy de acuerdo contigo. ¡Muchísimas gracias por pasarte por aquí y haberte tomado el tiempo de dejar tu opinión! ¡Un saludo!

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