Sin considerarme un entendido de la cultura americana, siempre me ha llamado la atención cómo la gente cree que los Estados Unidos de América no van más allá de sus ciudades más icónicas. Simplificando mucho, se podría afirmar con relativa seguridad que parte de la culpa de que este fenómeno impere en las opiniones de cualquier extranjero la tiene el mismísimo Hollywood que, lejos de atreverse a reflejar cómo su nación tiene incuestionables - y enormes - brechas sociales, tiende a mostrar al público internacional una glamurosa sociedad llena de idílicos vecindarios, un patriotismo envidiable y un estilo de vida tentador. Por esta misma razón, cada vez que un filme como Hillbilly Elegy (Ron Howard, 2020) asoma a la pantalla, un cinéfilo sediento por este tipo de títulos como yo busca el momento perfecto para disfrutar de la cara oculta de uno de los países que mejor sabe venderse al exterior.