viernes, 26 de diciembre de 2014

Viernes Criticón: El Hobbit, La Batalla de los Cinco Ejércitos

Aún recuerdo el día en el que tuve que soportar comentarios que devaluaban, sin piedad ni motivo alguno, la primera entrega de El Hobbit. Los espectadores de a pie comparaban las aventuras de Bilbo Bolsón con las de la Compañía del Anillo y defendían que no les gustaban porque su nivel de belicismo no se acercaba al que sus expectativas habían fijado después de haber visto las gloriosas Las Dos Torres y El Retorno del Rey.

Por otra parte, los críticos argumentaban que, a pesar de que la magia de la Tierra Media estaba presente en los fotogramas de esa inesperada primera entrega, su valor no era ni tan siquiera cercano al de la anterior trilogía por, además de que se había estirado demasiado la trama del relato original (hecho que sólo se ha notado en su última entrega y que, por lo tanto, por aquel entonces no se podía confirmar), el exceso de efectos digitales que Peter Jackson había utilizado para llevarla a cabo.

A mí, sin embargo, me daba la sensación de que, entre otras muchas cosas, nadie apreciaba la magnífica banda sonora original o el espectacular trabajo de Martin Freeman. Nadie sentía nostalgia por volver a la Tierra Media después de tantos años sin ella. El Hobbit se convirtió en su propia pesadilla y alcanzó el trono de la taquilla cinematográfica a costa de una desproporcionada cantidad de espectadores que ansiaban, por encima todo, ver el filme para poder criticarlo.

Pero todos fuimos engañados. Porque hay espectadores a los que frases parecidas a ese “ceno a las cuatro” les hacen temblar de emoción. Y los hay.

A montones.

● Año: 2014
● Director: Peter Jackson
● Cast: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Evangeline Lilly, Lee Pace, Luke Evans, Ken Sttott, James Nesbitt, Cate Blanchett, Ian Holm, Christopher Lee, Hugo Weaving…
● Música: Howard Shore
● Duración: 144min

domingo, 21 de diciembre de 2014

De las partidas y los regresos. Del Hobbit.


Como una niña. Una cría ñoña, insoportable y caprichosa, infantil e ignorante, a la que le acaban de quitar su preciada muñeca porque tiene un chicle pegado en el pelo que la hace peligrosa para lo que quiera que sirvan las muñecas. Una niña a la que se le caen unos lagrimones más grandes que los que exprimieron sus glándulas lacrimales el día que pensó que no podría aguantar el ritmo de la carrera universitaria. Esa niña.

Sorprendentemente - nótese lo que tiene que notarse - he llorado como un loco en varios momentos de La Batalla de los Cinco Ejércitos. Por si no lo sabíais, esta película representa el fin de una saga con la que he crecido desde que tengo memoria. Desde aquel día en el que mi padre – muy agudo él – me entregó un libro lleno de criaturas fantásticas llamado “El Hobbit” para que me lo leyese antes de que se estrenase una extraña película titulada El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. Un libro que me arrastró con una descarada inercia a la trilogía de Tolkien. La trilogía de las trilogías. La tierra de las tierras.

Han pasado trece añazos desde aquel día. Trece malditos años. Y hace un rato, con veinticuatro años a mis espaldas, ahí estaba yo: agarrado a la paciente mano de mi novia mientras dos lagrimones acompañaban el compás de las melódicas palabras de una criatura que se gana el corazón de cualquier espectador. Un hobbit. Un diminuto y peludo hobbit, la más pequeña de las cosas y la más grande de todas. Una criatura lo suficientemente interesante como para estirar una novela de 360 páginas en tres películas: tres películas que cierran la leyenda de una tierra que ha cautivado los corazones de millones de personas. Incluido el mío.

Y es que resulta que leer cuando uno es pequeño tiene sus ventajas. Uno no sólo enriquece su vocabulario, desarrolla su imaginación y aprende, entre otras muchas cosas, a hablar (o por lo menos escribir)… Leer a veces puede proporcionarte momentos tan mágicos como el que acabo de vivir: estar en una sala a oscuras, en la mejor compañía, rodeado de unos entusiasmados desconocidos, viendo una película que no es para nada triste, y llorar – qué digo: berrear – sin sentir ningún tipo de vergüenza. Eso es magia. La más satisfactoria de las magias, mucho más que aquella que se intuye el día en el que llegas al salón para ver los regalos que tres ancianos de Oriente han dejado bajo tu impresionante árbol de Navidad.

Y digo que es más mágico que el cotizadísimo seis de Enero porque la sobrecogedora sensación de ilusión y felicidad que uno siente con esos inocentes nueve años al ver unas zanahorias roídas por los misteriosos camellos de los sabios de Oriente, la acabo de volver a sentir en la sala del cine con nada más y nada menos que unos ya experimentados (y de todo menos inocentes) veinticuatro años.

Por eso - y sólo por eso - El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos me ha encantado.

La crítica el viernes.

Que paséis una buena semana.

Jerry

viernes, 19 de diciembre de 2014

Viernes Criticón: Exodus, Dioses y Reyes

Le tengo muchísimo cariño a Ridley Scott. A pesar de que últimamente sus filmes no gocen de un reconocimiento ni siquiera cercano al que alcanzaron Alien y Blade Runner, he de reconocer que soy una de las pocas personas a las que Prometheus le pareció la “pera”.

Quizás fue ese aparentemente ciego amor hacia una cinta de ciencia ficción que, digan lo que digan, es fantástica (su condición de pseudo-precuela no perdona), el que me llevó a confiar plenamente en la adaptación cinematográfica de la vida de Moisés que este ilustre director británico iba a realizar.

Pensé que si Exodus: Dioses y Reyes era la mitad de buena que la perturbadora y espectacular Noé de Aronofsky, las historias bíblicas deberían empezar a ponerse de moda para disfrutar de relatos tan apasionantes como estos en la gran pantalla.

Pero ya no pienso eso.

● Año: 2014
● Director: Ridley Scott
● Cast: Christian Bale, Joel Edgerton, John Turturro, Ben Mendelsohn…
● Música: Alberto Iglesias
● Duración: 150min

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