Hoy he ido al cine de muy buen humor. No iba desde que vi Star Wars: Episodio I en 3D y tenía mono de ver algo grande, algo prometedor.
Sin embargo, todo se ha convertido en una temible pesadilla que se va a quedar grabada en mi cabeza durante un largo período de tiempo. Ha sido tan frustrante que me veo obligado a contaros cada detalle de esta noche y, debido a la extensión de los acontecimientos, tendré que dividir estas memorias en dos artículos de la sección “Jerry Jones y El Cine Maldito”.
[Antes de comenzar esta Crónica Catastrófica de una Noche en el Cine quiero decirles a mis amigos, si algún día leen esto, que yo les aprecio muchísimo y que no voy a dejar que mi psicosis cinéfila sea un problema para nuestra amistad. Además, les pido de antemano perdón por revelar conductas acinéfilas. Dadme las gracias, no pondré vuestros nombres]
● Primera Parte: El Viaje
(y de cómo una conversación puede terminar en explosiones, llantos y Tomates Podridos).
En el trayecto de mi casa al cine, mis amigos y yo hemos empezado a hablar de cine. Íbamos tres personas en el coche, de las cuales sólo considero que yo sé del séptimo arte.
Esto no implica que mis amigos no se lo pasen bien en el cine: ellos disfrutan como enanos, pero no saben captar una esencia que es terriblemente difícil de describir para mí. Ellos disfrutan de una buena película (aunque no tienen claro qué significa “buena” para ellos) en el “aquí y el ahora” y yo disfruto con el “aquí, el ahora, y los siete días posteriores”. A mí cuando una película me gusta, me entusiasmo, y puedo tener puesta en el perfil de mi móvil la foto del protagonista durante quince días.
Total, durante el viaje, yo he dicho que “The Artist” es una buenísima película porque uno mis traicioneros colegas ha mencionado que se fue al cine pero que eligió “El Invitado” frente a la ya mencionada obra de arte. Entonces yo, consternado, he comenzado una conversación que más tarde lamentaría.
- “¿Cómo es que no te metiste a ver The Artist en vez de El Invitado?” - pregunté
- “Porque es muda, tío” – me contestó mi amigo.
- “Pues yo fui a verla y me encantó, es un peliculón”
- “Tío, ¿cómo pudiste ver esa película? ¡Está ambientada en 1927 y es muda!”
Debéis saber que soy una persona extremadamente maniática y que uno de mis terribles defectos es que no puedo soportar que alguien hable de cine sin criterio. Me da igual que mis amigos hablen de política sin tener ni idea, o que se inventen cosas para hacernos creer alguna historia… Pero no puedo tolerar que alguien hable del séptimo arte sin criterio, con prejuicios, sin pensar con sentido común o, lo peor de todo, sin darse cuenta de que negarme a mí algo relacionado con el cine es bastante ofensivo.
Es ofensivo porque yo siempre que hablo de algo relacionado con el cine, estoy absolutamente seguro de lo que digo. Si no lo sé, no sigo hablando… Pero si lo sé, lo digo, lo repito y, si es necesario, me enfado. Quizás no sepa mucho de política, de conflictos bélicos o de fútbol, pero sí sé de cine. Y que alguien me lleve la contraria, me resulta frustrante.
A pesar de todo he de reconocer que la gran mayoría de las veces yo me equivoco y no soy nada tolerante con las opiniones cinematográficas de los demás… Pero estoy intentando mejorar.
Total, ante semejante comentario, han ardido dentro de mí cosas que no queréis saber y, con mi más suave tono de voz (cargado de espadas, dagas, hachas, ametralladoras y cianuro) he contestado:
- “Una película no necesariamente deja de transmitir por el hecho de ser muda”
¡¡ZAS!!
Pero resulta que mi amigo tiene también un gran defecto: no se da cuenta de cuándo se está metiendo en la boca del lobo y de cuándo mis comentarios están cargados de mensaje aniquilador.
- “Pero, ¿cómo pudiste verla? ¡Si además sólo la ponen en versión original!”
Aquí, la cabeza me ha explotado y mis sesos han salpicado a mi amigo conductor, que guardaba silencio, provocando así un accidente en la vía pública cuyo desenlace ha consistido en una increíble explosión que ha dejado ilesos a mis dos compañeros y que a mí, sin embargo, me ha dejado triturado en pequeños trozos de carne humana necrosada.
Si he explotado, ha sido porque mi amigo se ha delatado: estaba hablando por hablar, por llevarme la contraria y sin pararse a pensar que a lo mejor en una película muda no se escuchan las voces de los actores y que, por ello, el problema del idioma no sería tan problemático (sí, que viva la reiteración).
Por lo tanto, le he mirado fijamente a los ojos y le he dicho:
- “Tío, es una película muda”
Pero él no se ha dado por vencido, él quería probar que la película era mala y que la elección de El Invitado era mucho mejor que la de The Artist. Y entonces, más tarde, ha dicho:
- “¿¡Y encima es en blanco y negro!?”
Él se ha reído y a mí el esfínter esofágico inferior se me ha relajado, por lo que todo el ácido gástrico me ha quemado el esófago y no me ha dejado contestar... Me he quedado mudo y él no dejaba de hacer preguntas y comentarios.
- “Pero, ¿no hablan nada en la película?”
- “A mí me ha dicho que hablan”
- “Qué horror”
Mi amigo no había terminado de entender lo que yo le estaba intentando hacer ver. Y yo me estaba empezando a frustrar muchísimo, hasta que me he dado cuenta de que, desgraciadamente, su concepción del cine es muy distinta a la mía. Y ahí ha aflorado la tolerancia.
Pero entonces ha intervenido mi otro amigo (el conductor) y ha soltado un comentario que me ha dejado K.O.
- “A mí personalmente no me atrae nada esa película… No sé, ya sabéis que yo soy más de películas de amor y lujo”
Entonces he tenido un infarto con elevación de ST, mi corazón ha entrado en fibrilación ventricular, me ha visitado el fantasma de las Navidades Pasadas y he sufrido una muerte fulminante.
Pero por un lado, esta última aportación (a pesar de sonar a broma pesada y ser totalmente verídica) tiene cierto sentido. Y ha sido ese “sentido” el que me ha hecho callar y coger el móvil para hacer que iba a escribir a alguien interesante. Es cierto que soy un fiel defensor de que el cine es algo subjetivo y que, por ello, todo el mundo tiene sus afinidades… Pero a la vez soy cinematográficamente intolerante y me resulta muy difícil aceptar que mis amigos no tengan la misma concepción del cine que yo.
Y, lo peor de todo, es que no hago nada por mejorar esa actitud intolerante: lo primero que he hecho al llegar a casa ha sido ir a la página web
Rotten Tomatoes y ver la puntuación de cada película:
- The Artist: 97% [Nominaciones a los Oscar: 10, Ganadora del Globo de Oro a Mejor Película y Mejor Actor – Comedia o Musical, Ganadora del Premio BAFTA a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión Original, Mejor Actor, Mejor Fotografía, Mejor Música Original, Mejor Diseño de Vestuario]
- El Invitado: 51% [Nominaciones a los Oscar: 0, Nominaciones a los Globos de Oro: 0, Nominaciones a los BAFTA: 0]
Yo, intolerante.
Vosotros, insensatos.
[Continuará]
Jerry.