Aún recuerdo el día en el que
tuve que soportar comentarios que devaluaban, sin piedad ni motivo alguno, la
primera entrega de El Hobbit. Los
espectadores de a pie comparaban las aventuras de Bilbo Bolsón con las de la
Compañía del Anillo y defendían que no les gustaban porque su nivel de
belicismo no se acercaba al que sus expectativas habían fijado después de haber
visto las gloriosas Las Dos Torres y El Retorno del Rey.
Por otra parte, los críticos
argumentaban que, a pesar de que la magia de la Tierra Media estaba presente en
los fotogramas de esa inesperada primera entrega, su valor no era ni tan
siquiera cercano al de la anterior trilogía por, además de que se había
estirado demasiado la trama del relato original (hecho que sólo se ha notado en
su última entrega y que, por lo tanto, por aquel entonces no se podía confirmar),
el exceso de efectos digitales que Peter Jackson había utilizado para llevarla
a cabo.
A mí, sin embargo, me daba la
sensación de que, entre otras muchas cosas, nadie apreciaba la magnífica banda
sonora original o el espectacular trabajo de Martin Freeman. Nadie sentía
nostalgia por volver a la Tierra Media después de tantos años sin ella. El Hobbit se convirtió en su propia
pesadilla y alcanzó el trono de la taquilla cinematográfica a costa de una
desproporcionada cantidad de espectadores que ansiaban, por encima todo, ver el
filme para poder criticarlo.
Pero todos fuimos engañados.
Porque hay espectadores a los que frases parecidas a ese “ceno a las cuatro” les hacen temblar de emoción. Y los hay.
A montones.
● Año: 2014
●
Director:
Peter Jackson
●
Cast:
Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, Evangeline Lilly, Lee Pace,
Luke Evans, Ken Sttott, James Nesbitt, Cate Blanchett, Ian Holm, Christopher
Lee, Hugo Weaving…
●
Música:
Howard Shore
●
Duración:
144min
Estamos ante una cuestión de
fe. De ilusión. Volver a la Comarca, visitar Rivendel, poder admirar la
intrigante relación de Gandalf y Galadriel, averiguar el porqué del libro de
Bilbo, presenciar unos alucinantes acertijos en la oscuridad con una rejuvenecida
criatura Gollum, o incluso conocer un poco más a los enanos (aquellas criaturas
tan olvidadas en los relatos de El Señor
de los Anillos)… Todo eso era un lujo que, aparentemente, sólo unos cuantos fieles sabíamos
apreciar. Un lujo que se repitió en la explosiva Desolación y que, una vez más, se ha repetido con La Batalla de los Cinco Ejércitos por el
único hecho de que marca “la partida y el regreso”.
Con esta última entrega, Peter
Jackson ha dejado muy claro que no sólo estábamos ante la adaptación a la gran
pantalla de la novela El Hobbit. Ya
nos lo estaba dejando caer en las dos cintas anteriores, pero no ha sido hasta
esta tercera cuando de verdad se ha hecho evidente que la finalidad de estos
filmes no era otra que la de ampliar el universo Tolkien.
Sin embargo, hay que reconocer
que este último intento para viajar a la tierra de las tierras ha sido el más
irregular de todos. Durante la primera hora de su metraje, el filme saca a
relucir todos sus fallos y agujeros negros. Agujeros negros que, evidentemente,
son fruto de la torpe prolongación de un desenlace demasiado ambicioso. Esto no
deja de ser una lástima porque, digan lo que digan, sólo es en La Batalla de los Cinco Ejércitos donde
se nota que Jackson ha forzado demasiado la leyenda del anillo. Como venía diciendo, no estoy hablando de estirar la historia de la novela que da título a esta saga, sino la del
“tesoro” en general. A estas alturas de la película a todos nos tendría que
haber quedado muy claro que el genio neozelandés, con la excusa de llevar a la
gran pantalla las aventuras de Bilbo, ha optado por trasladar otros mitos – la
gran mayoría verdades (no olvidemos los Cuentos
Inconclusos de J.R.R. Tolkien) – de la fabulosa Tierra Media para
despedirse de lo que ha sido su gallina de los huevos de oro como se merece.
Pero la historia del cine es
una resentida y, muy orgullosa ella, no deja que nos olvidemos de que conectar
dos sagas cinematográficas de forma sobresaliente (a los ojos de la masa de
espectadores en general) es una causa casi perdida. Y digo “casi” porque, para
vuestra desgracia, a mí también me gustaron las discutidas precuelas de Star Wars. Por lo tanto, la historia del
cine no siempre se sale con la suya.
Efectivamente, y como habréis
leído ya en otras fuentes, hay muchas cosas que son más que criticables de La Batalla de los Cinco Ejércitos. Pero
no todas. No es criticable el tono desenfadado y cómico de la cinta porque, tal
y como Tolkien hizo, El Hobbit
siempre fue una historia para los más pequeños. No es criticable que parte de
los efectos visuales parezcan más un videojuego que una película porque, a día
de hoy, no sólo son los videojuegos los que se ven influidos por el Séptimo Arte,
sino también a la inversa. Todo esto nos puede gustar más o menos, pero es lo
que hay. Y así ha venido al mundo La
Batalla: con sus cortes, sus baches y sus aparentemente poco explotados
puntos fuertes (véase El Concilio Blanco). Pero yo soy muy confiado, y voy a
esperar a la versión extendida para argumentar eso con pleno conocimiento de
causa. No me lanzo – ni me lanzaré – a la yugular de Jackson porque lo que él
ha traído al mundo ha sido mágico. Y así es.
Por lo tanto, hoy por hoy puedo decir que El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos
es un filme de fantasía y aventuras con un prólogo sensacional (para no romper
la tradición de sus antecesoras), una casi obscena dosis de acción que la
convierte en un agridulce – pero muy disfrutable - fenómeno palomitero, unos grandes
personajes a los que ya habíamos aprendido a querer en las anteriores dos
entregas, y un desenlace que es lo más emocionante que he visto últimamente en
la gran pantalla.
Porque, escuchad, no sólo se han
cerrado las puertas de la Tierra Media con una canción de despedida merecedora
de mucho más que un dignísimo Oscar, sino que además sus últimos minutos son mucho
más conmovedores y apasionantes que los que pudimos ver en El Retorno del Rey.
Y sí, habéis leído bien: mucho
más.
●Te
gustará si:
eres un incondicional devoto que podrá apreciar el cegador fulgor de despedida en
la cinta más irregular de la Tierra Media.
●
No te gustará si:
no quieres que te guste.
Jerry
No podría estar más de acuerdo contigo.
ResponderEliminarUn saludo!
¡Me alegra que pensemos igual, Alicia!
EliminarComo fan auténtico del universo Tolkien, no pude salir más decepcionado. Sólo me gustó la maravillosa canción final. Saludos.
ResponderEliminarYa, ya leí la entrada que hiciste al respecto... Yo es que para todo lo relacionado con la Tierra Media soy muuuuy subjetivo. Pero vamos, que hay que reconocer que esta entrega es la peor de todas. ¡Un saludo y gracias por pasarte por aquí, Juan!
EliminarEs cierto, fue la que mas fallo en lo argumental, pero las batallas y la acción fueron espectaculares, eso fue lo que la salvo. Entretenido y punto.
ResponderEliminarYo la incluí en mi lista de mejores películas del 2014
http://elanalitico505.blogspot.com/2015/01/las-mejores-peliculas-del-2014.html