Viernes Criticón: Hombres, Mujeres & Niños

El día que El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos por fin comenzó a ser proyectada en los cines españoles, decidí acudir a mi segunda casa. Contra todo pronóstico, no fui con la intención de ver la última entrega de la trilogía tolkieniana de Peter Jackson, sino con la de meterme en cualquier otra sesión para poder estar tranquilo, por ser el día que era, en una sala que seguro no iba a tener mucha afluencia de público.

No me equivoqué. Al entrar en la Sala 18, donde se proyectaría Hombres, Mujeres & Niños, pude comprobar que éramos unas diez personas aproximadamente: dos parejas de tortolitos, un grupo de cuatro niñas adolescentes, un amigo mío y yo. Aguantamos hasta los créditos finales sólo cuatro de nosotros, y no sé qué les llevaría a mis otros tres vecinos a quedarse hasta el final del filme, pero yo personalmente me había quedado clavado en la butaca.

Clavado.

● Año: 2014

● Director: Jason Reitman

● Cast: Rosemarie DeWitt, Jennifer Garner, Judy Greer, Dean Norris, Adam Sandler, Ansel Elgort, Kaitlyn Dever…

● Música: Bibio

● Duración: 120min

No entiendo qué elementos de lo nuevo del director de Juno son los responsables de haber generado tantísimo rechazo. Ya no sólo estoy hablando de que más del 50% de los espectadores de la sala decidiese irse antes de su desenlace, exclamando - sin reparo alguno - un silencioso “qué coñazo”, sino también de las paupérrimas críticas que esta fabulosa cinta – narrada por la siempre encantadora Emma Thompson (a la que no le tiembla la voz al decir la palabra “pene”) - ha tenido que ir soportando desde su estreno.

En su momento consideré la posibilidad de indagar un poco sobre los factores que hubiesen podido retroalimentar el lado más despiadado y cruel de unos poco conformistas críticos y unos críticos espectadores, pero al final decidí en contra de ello para así evitar que esta entrada se convirtiese en un ejercicio de contraataque a las malditas críticas de cine. Esas cosas me pasan, lo admito: la furia se apodera de mí y, consecuencia de ello, en MCDC arden los fuegos del infierno. Pero bueno.

Hombres, Mujeres & Niños es una película que aborda una temática que me encanta: el uso de internet. Es una especie de Black Mirror versión light para no escandalizar demasiado a unos espectadores que, sin embargo, parece que ya están inmunizados a estas críticas tan poco convenientes para su día a día. Tenemos que admitir que Internet es una de las herramientas más versátiles para la vida moderna y, a su vez, una peligrosísima arma que puede volverse en nuestra contra en cualquier momento. Eso ya lo habíamos visto en muchas otras ocasiones (sobre todo en los relatos del retorcido Charlie Brooker) pero a lo mejor lo que no terminábamos de apreciar era la importancia que la red ha ganado en las vidas de la gente y, sobre todo, lo cercana que la ficción es a la realidad.

Cualquier persona de mi edad podrá sentirse identificado con algún fragmento de algún relato de esta cinta. Los hay a montones: desde el adolescente indeciso que decide escribir a la chica en cuestión para decirle cómo se siente (Hannah, aquí me acordé de ti por ese All Adventureous Women Do), pasando por el joven que recurre a las fantasías eróticas que proporciona la red para poner freno a sus desatadas hormonas, la insegura calamidad que antepone su imagen sobre su salud por un extremadamente común comentario en los colegios de hoy en día, y terminando por las madres que, o controlan con exceso a sus hijos, o bien todo lo contrario.

Sí, esta película puede llamarse “Hombres, Mujeres & Niños”, pero en realidad estamos ante una colección de fotogramas que va dirigida casi exclusivamente a los jóvenes. Puede que las historias de infidelidades adultas a través de citas concertadas por Internet sean un reflejo más o menos realista de las tendencias de la sociedad de hoy en día, pero la clave de todo esto está en los jóvenes: esa generación de gente que ha crecido con la evolución de Internet, que sabe cuál es la diferencia entre Twitter e Instagram, que conoce el universo Tumblr, que sigue a rajatabla ese ritual por el cual llega un momento en el que hay que dejar de usar Tuenti para pasar a la más madura Facebook, que conoce a alguien para quien los videojuegos son algo más que entretenimiento, y que, sobre todo, se ha llevado alguna vez algún susto en la red. Un susto que puede haber sido más o menos serio, pero que no ha dejado de sobresaltar: desde escribir por error un mensaje a la persona equivocada, contemplar tu etiqueta en una foto deleznable o ver cómo tu ordenador ha sido invadido por algún virus por razones que, como les dices a tus padres, desconoces. Cualquier cosa. Esta película tiene tantos momentos con los que un joven puede sentirse identificado, que asusta: asusta por lo realista que es, por la cantidad de advertencias que lanza al espectador y, sobre todo, por cómo reconoce que hay que admitir ya de una vez que Internet es una parte muy importante de la vida – e identidad - de mucha gente. Porque no, no lo hemos aceptado todavía… Y si lo hemos aceptado, lo hemos hecho a costa de criticarlo. Y eso, señores, no puede ser así.

Ante todo esto que vengo diciendo, la única explicación que le veo a que la pareja sentada dos filas más atrás rompiese el hielo y optase por levantarse en plena proyección para volver a su RL (real life, señores, qué poco on the wavelenght estáis) es que, simple y llanamente, no han vivido la evolución de Internet, de las redes sociales y de los videojuegos tanto como, por ejemplo, yo. Si lo hubieran hecho, los fotogramas les habrían hipnotizado desde el minuto número siete de la película: como a mí, que me quedé petrificado en la butaca con ese último fundido a negro. No por sentir terror, ni estar asustado, sino por haber contemplado un filme que considero que ha sido exquisitamente elaborado (sin querer incidir en la genialidad de que las pantallas de ordenadores, móviles y tabletas de los personajes pasen a formar parte de la propia pantalla del cine).

Por otra parte, considero que las pequeñas adolescentes abandonarían la sala antes del desenlace del filme porque, como la gran mayoría de los chicos y chicas de su edad, no sabrían dónde se habían metido. Y esto último no deja de resultarme tremendamente paradójico porque, cuando mi amigo y yo entramos en la sala, una de las cuatro adolescentes osó preguntarle – con cierto descaro pese a que ya se conocían - que “cómo es que íbamos a ver ESTA película”: una pregunta a la que yo – que no las conocía de nada – tendría que haberle contestado con la misma cuestión. No lo hice y me arrepentí, porque ya entrada la hora y media de la película, mis sospechas se cumplieron y, cual manada de cervatillas en celo, las “preguntonas” abandonaron la sala.

Y, qué queréis que os diga, pero me juego el cuello a que lo primero que hicieron al salir fue sacar el móvil del bolso y echar una ojeada a las actualizaciones de su WhatsApp, Facebook y demás herramientas. Por eso, aunque sólo sea por eso, esta película ya debería ser considerada una joya.

Y lo es. Digan lo que digan las malditas críticas de cine.

●Te gustará si: te apetece reflexionar sobre internet.

● No te gustará si: no terminas de entender el porqué de esta cinta. Ya sea para bien, o para mal.

Jerry