Aunque reconozco que siempre que he empezado a ver Piratas del Caribe: En Mareas Misteriosas (Rob Marshall, 2011) la he dejado a medias por lo poco interesante que me parecía, no puedo negar que, hace unos años, yo pertenecía a esa mayoría adolescente que sentía pasión por la trilogía de Gore Verbinsky. Esta extraña saga, cuya segunda entrega (Piratas del Caribe: El Cofre del Hombre Muerto, 2006) sobrepasó el billón de dólares en la taquilla mundial, sufrió un duro golpe cuando Verbinsky abandonó el barco para ceder el sitio al que ahora se va a hacer cargo del retorno de Mary Poppins a la gran pantalla. Y es que, pese a la exitosa recaudación de la cinta de Rob Marshall, En Mareas Misteriosas fue vapuleada por la crítica, condenado el anteriormente brillante futuro de una franquicia que, pese a haberse arriesgado sobremanera con tramas tan complejas como pretenciosas, se mantenía a flote gracias a los muchos dólares que daba a la industria y todos los galardones a los que solía aspirar.
Sin embargo, y a pesar de lo infame que fue su cuarta entrega, Disney no se dio por vencida y, sustituyendo al director de Chicago por los responsables de Kon-Tiki (Joachim Rønning y Espen Sandberg), la compañía se embarcó una vez más en la aventura que surgió en un pequeño rincón de los parques Disney. Y así nació Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar (aka: Pirates of the Caribbean: Dead Men Tell No Tales), un filme que dice ser su entrega final.
Independientemente de que La Venganza de Salazar sea o no un éxito, el retorno de la saga a la gran pantalla es más que bienvenido. A pesar de que la dirección que tomó la historia antes de la partida de Verbinsky comenzaba a hacer temblar aquellos cimientos mejor o peor establecidos en sus dos primeras entregas, hay que reconocer que Piratas del Caribe revolucionó la concepción que se tenía de los llamados blockbusters y estableció un nuevo canon en cuanto a sagas se refiere.
Lejos de optar por el reciclaje de la misma historia, los responsables de Piratas del Caribe decidieron reinventar constantemente el mundo en el que la saga estaba inspirada para introducir nuevas leyendas, escenarios y personajes que - pese a dotar a las películas de un componente fantástico rechazado por muchos - refrescaban sus tramas y mantenían en constante evolución a sus personajes, algo muy pocas veces visto en sagas que no están basadas en un material previo, ya sea audiovisual o literario. Sin embargo, la fiebre de Disney por continuar enriqueciendo la saga - y, ya de paso, sus arcas - le hizo dar un paso en falso, pues la cuarta entrega de esta serie no fue un producto puramente original, sino un reciclado de la novela titulada En Mareas Misteriosas escrita por Tim Powers (Buffalo, 1952) en 1987.
¿Fue esta falta de originalidad la causa de su fracaso? ¿O quizás todo se limite a la ausencia de experiencia de Marshall en cuanto dirección de películas de aventuras se refiere? No lo sé, pero lo que queda claro es que yo, después de haber permanecido bajo las sombras durante cinco años, voy a repasar todas las entregas de Piratas del Caribe antes del estreno de la nueva película. Porque aunque no estoy seguro de si necesitábamos La Venganza de Salazar, pensar que va a ofrecer material inédito a una saga que brillaba por su estilo visual, su apartado musical y - para qué mentir - el antihéroe de los antihéroes, a mí me anima a darle una oportunidad.
Aunque sólo sea por nostalgia.
Aunque sólo sea por nostalgia.
Jerry
Imagen vía ScreenRant
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