Todo estreno de la antología televisiva American Horror Story (Ryan Murphy & Brad Falchuk, 2011) es un evento que hay que celebrar. Desde su primera emisión, la serie del creador de la recientemente aclamada Feud: Bette and Joan (2017) ha sorprendido a público y crítica por sus diferentes temáticas y giros argumentales, su estilo visual y narrativo, y por algunas de las mejores actuaciones de la pequeña pantalla (la mayoría de ellas de la mano de Sarah Paulson o Jessica Lange). Sin embargo, y a pesar de que su última entrega prometía aprovecharse del panorama político estadounidense con astucia, la nueva apuesta de Murphy y Falchuck ha pasado a convertirse en uno de las peores de toda su trayectoria.
A pesar de que todo seguidor de la serie sabe que en American Horror Story (AHS) no hay que buscar tramas coherentes o guiones impolutos, parece razonable esperar que, si lo que se quiere es hacer crítica de algo tan serio - y contemporáneo - como puede ser la situación sociopolítica estadounidense actual, sus realizadores tendrían que hacer un esfuerzo para garantizar un mínimo de calidad. Y es que, aunque la premisa de Cult fuese prometedora, el resultado final ha sido francamente mediocre.
La temporada arranca con el triunfo de Donald Trump en las elecciones a la presidencia de los Estados Unidos de América, un suceso que hunde a Ally (Sarah Paulson) en un estado de ansiedad que no hará otra cosa que empeorar ante la repentina aparición de unos siniestros payasos en la apacible localidad del estado de Michigan en la que vive. Eventualmente, el destino de Ally se cruzará con el de Kai Anderson (fantástico Evan Peters), un trastornado joven con una fe ciega en el presidente electo, destapando así la existencia de una secta que pretende hacer llegar sus ideales - a través del miedo y el populismo - al mismísimo Senado.
Desgraciadamente, y a pesar del potencial que tenía la historia detrás de Cult, da la sensación de que Ryan Murphy ha dado vida a una serie mala adrede. Ya no sólo es que los dramas que atormentan a Ally y a su familia resulten ridículos, sino que la temporada en sí misma es una locura irrelevante que falla a la hora de trasmitir eso que tanto esperábamos: las prometidas reivindicación y crítica. Es más, me parece hasta prudente afirmar que lo más interesante de esta entrega son las pequeñas - y espontáneas - incursiones históricas de las que se alimenta la trama y la esperadísima aparición de Lena Dunham (por eso de que se aleja de las andanzas de Ally y Kai y de que, seamos francos, ver a Hannah Horvath en AHS ya promete de por sí). Todo lo demás, de usar y tirar. Porque aunque la temporada sea adictiva y las actuaciones de Peters y Paulson brillen, Cult es una de las peores y más aburridas temporadas de la antología de American Horror Story y de la televisión de hoy en día en general.
Meh.
Jerry
Imagen vía Vox.com
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