Quizás fuese la promesa de que La Materia Oscura (His Dark Materials, 2019) sustituiría a Juego de Tronos (Game of Thrones, 2011-2019) o la misma resaca dejada por el discutido desenlace de la Khaleesi las responsables de que el pistoletazo de salida de las aventuras de la joven Lyra Belacqua no despertasen el entusiasmo que cabría esperar de una producción de semejante envergadura. Y es que, aunque las ambiciones de la BBC para adaptar la obra de Philip Pullman eran indiscutibles, su primera temporada, guiada por una interesantísima historia sobre teocracias, universos paralelos y polvo, terminó hundiéndose en un océano infestado por otras series de televisión que poco tuvieron que hacer para destacar.
Siempre defenderé que la plataforma de vídeo a demanda que, a día de hoy, cuenta con el mejor catálogo de series es, sin duda alguna, Home Box Office (conocida por sus iniciales HBO). Gracias al que es el servicio de televisión de pago más antiguo de los Estados Unidos, en España hemos podido conocer productos de gran calidad como - entre otros - A Dos Metros Bajo Tierra (Six Feet Under, 2001-2005) o Los Soprano (The Sopranos, 1997-2007), y también descubrir novedades tan prometedoras como Euphoria (Euphoria, 2019-Presente) o Barry (Barry, 2018-Presente).
Nada más empezar el episodio piloto de Euphoria, Sam Levinson utiliza cinco minutos para, además de sentar las bases de la personalidad de su protagonista, contextualizar la serie y definir el camino que ésta tomará de principio a fin. Y es que tanto Rue - fantástica Zendaya (Spider-Man: Homecoming, El Gran Showman) - como el resto de personajes principales de la nueva producción de HBO, son víctimas de lo mismo: la década en la que nacieron. Todos ellos respiraron por primera vez el aire de un país cubierto por las cenizas de los atentados del 11-S, todos se esfuerzan a diario por entender un mundo que gira muy deprisa, y todos han tenido acceso desde edades demasiado tempranas al lado más oscuro e incontrolable de Internet. Y, por supuesto, ellos no tienen la culpa. La tiene el sistema.
Si alguno de nosotros va a un restaurante y no le gusta el postre que ha pedido, a ninguno se nos ocurriría pedirle al chef que lo retire de la carta o que cambie la receta. Lo que todos haríamos sería, o comerlo para no tirar el dinero, o dejarlo y volver a casa con un disgusto que, en unas horas, se nos habría pasado. Sin embargo, desde que el "fenómeno fan" ha llegado a nuestras pantallas (ya sean grandes o pequeñas), cuando una película o serie no alcanza las expectativas de un sector más o menos ruidoso de ese colectivo fan, enseguida aparece una petición en Internet con la que los usuarios solicitan a la productora o cadena de televisión que retire "la aberración" y rectifique. Esto no deja de ser respetable por eso de que todos expresamos nuestra opinión de maneras distintas, pero tampoco quiere decir que no sea bastante caprichoso que, con cada disgusto que nos llevemos con nuestras películas o series favoritas, nos enrabietemos como críos de siete años y empecemos a echar piedras sobre un tejado que previamente venerábamos. Asumámoslo: ni la petición que defendía que Star Wars: Los Últimos Jedi (Rian Johnson, 2017) debía ser retirada del canon de la saga por lo mucho que "rompía" con sus predecesoras, ni la reciente petición con la que se pide a HBO que vuelva a rodar toda la octava temporada de Juego de Tronos (D. Benioff & D.B. Weiss, 2011-2019) por eso de que "no está gustando lo que está ocurriendo", son del todo maduras. Porque, como las lentejas, si éstas te gustan, las tomas. Y si no, las dejas.
Aunque inicialmente se pensó que Westworld (Jonathan Nolan & Lisa Joy, 2016) podía convertirse en la serie que sustituiría a Juego de Tronos (David Benioff & D.B.Weiss, 2011) como líder del podio televisivo una vez el fenómeno de George R.R. Martin tocase a su fin, la historia de cómo los robots de un parque temático se rebelan contra sus opresores no parece que vaya a ocupar el puesto que inicialmente se le había reservado... y su segunda temporada deja muy claro el porqué.
Cuando Sandra Oh anunció su retirada de Anatomía de Grey (Shonda Rhimes, 2005), muchos se llevaron las manos a la cabeza por la incertidumbre en la que se sumía una de las series de televisión más longevas - y popularmente aclamadas - de la última década y por cómo, en vista a los precedentes impuestos por Katherine Heigl, la decisión afectaría a la carrera de la actriz canadiense. Sin embargo, las alarmas desaparecieron cuando el drama médico consiguió superar la pérdida de dos de sus grandes estrellas (Oh y Dempsey) y, un poco más tarde, con el estreno de Killing Eve (Phoebe Waller-Bridge, 2018), una nueva serie de televisión que ha vuelto a encender la mecha de la carrera de Sandra Oh.
Independientemente de que la primera temporada de Westworld (Jonathan Nolan & Lisa Joy, 2016) pudiese pecar de pretenciosa, no cabía duda de que la revisión del filme de Michael Crichton - también llamada Westworld (1973) - era un producto digno de ser analizado. Por lo tanto, y tras haber nadado a contracorriente durante meses apoyándome en una insistente negativa a sucumbir a un fenómeno popular más, terminé sumergiéndome en sus primeros episodios para llegar al estreno de su segunda temporada con las ideas lo suficientemente claras como para poder tacharla de fracaso. Y la jugada, como siempre, no me salió bien.
El estreno de la séptima temporada de Juego de Tronos ha sido considerado por muchos como uno de los eventos televisivos más importantes del año y, viendo cómo su audiencia ha ido creciendo episodio a episodio a pesar de las filtraciones, cómo hay gente que ha permanecido noches en vela para así no perderse la primera emisión de cada episodio, y no siendo pocos los conocidos que han devorado las seis temporadas anteriores para así poder apuntarse a la fiebre westerosi, resulta indiscutible afirmar que la ficción de Benioff y Weiss es uno de los mayores fenómenos televisivos de la historia de la pequeña pantalla. Un fenómeno que, a pesar de su creciente éxito, está llegando a su fin.
Aunque muchos de nosotros no llegamos a verlo, cualquier español, al escuchar algún comentario relacionado con el "Sueño de Resines", sabe de inmediato a qué está haciendo referencia. Y es que el final de Los Serrano (Daniel Écija & Alex Pina, 2003), una de las ficciones españolas más famosas de lo que llevamos de siglo, ha quedado grabado en el recuerdo de muchos como uno de las más desafortunados de la historia de la televisión nacional. En él, Diego Serrano (Antonio Resines) despierta de un sueño, borrando así del mapa las ocho temporadas que el público se fue tragando durante el transcurso de cinco largos años. Curiosamente, y a pesar de la polémica que generó el desenlace, viendo el primer episodio de The Night Of (Richard Price & Steven Zaillian, 2016) lo primero que me vino a la cabeza fue: "por favor, que estemos ante un nuevo sueño de Resines".
El otro día cené con mis amigos de siempre, los que tienen plena conciencia de mi afición por el cine o las series de televisión y no me preguntan por ella porque saben que, una vez abran la caja de los truenos, no es fácil volver a cerrarla. Sin embargo, y a pesar de su admirable contención, aquella noche tuvimos la suerte de contar con la presencia de la novia de uno de ellos. Y ella sí cayó en la trampa. Yo, mientras ella me daba cuerda, aproveché para acomodarme, dar más de un sorbo a ese gintonic que tantas pesadillas me daría la mañana siguiente y sonreír para mis adentros por eso de que había llegado el gran momento de la noche. El momento de la verborrea y la ingurgitación yugular. Un momento que, desgraciadamente, duró poco cuando salió el tema de Big Little Lies.
A pesar de que aún queda un episodio para que GIRLS desaparezca de la televisión, parece que tanto Shoshanna como Jessa ya nos han dicho adiós. Según fuentes especializadas - Entertainment Weekly y TVLine entre ellas - este lunes Dunham se despidió de los personajes interpretados por Mamet y Kirke en la plataforma Instagram a través de una foto que, poco después, desapareció de su cuenta por el que imagino sería uno de los más dolorosos - pero convenientes - arrepentimientos de su carrera. Y es que, aunque a muchos les haya podido disgustar la revelación, Dunham se ha anticipado y nos ha advertido que ese "Goodbye Tour" - penúltimo episodio de la serie - va a ser el que de por cerrada la historia sobre una amistad que, pese a ser abrupta y a veces superficial, al final casa a la perfección con la que es la esencia de la serie: ser la voz de una generación.
[A partir de aquí, posibles SPOILERS sobre la última temporada de GIRLS]
Las series de televisión nacen, sus tramas crecen, las temporadas se reproducen y, finalmente, su recorrido por la pequeña pantalla muere. Y aunque lo más habitual es que esta despedida se acompañe de reproches por la casi inevitable pérdida de calidad a la que toda producción televisiva se enfrenta con el paso del tiempo, este año la HBO dice adiós a uno de sus trabajos menos conocidos con un nivel de expectación mucho mayor al habitual. Porque sí, The Leftovers (Damon Lindelof & Tom Perrotta, 2014), pese a no haber conseguido la aclamación popular que se merece, es una de las mejores - y más arriesgadas - series de la televisión del momento, motivo por el que el estreno de su tercera temporada, que marcará el final de su paso por nuestras pantallas, es visto por muchos como el evento seriéfilo del año. Y lo es.
En el mismo momento en el que terminé de ver el último episodio de la quinta temporada de Girls, abrí el navegador de mi ordenador y busqué el trailer de su próxima entrega para saborear el aperitivo de lo que Lena Dunham ha preparado para poner fin a este asombroso capítulo de la historia de la HBO. Al ver aquel avance publicitario, durante el que sentí una mezcla de alegría y tristeza difícil de explicar, pensé que lo que la HBO ha conseguido con Girls no sólo ha sido propulsar la carrera de una de las mayores promesas del mundo del espectáculo (Lena Dunham, por supuesto), sino también crear una serie que va a pasar a la historia por haber conseguido retratar - con realismo y desvergüenza - a una generación contradictoria, retrógrada y extremadamente compleja. Precisamente por eso, y al asumir que su fin está muy cerca, decidí repasar algunos de sus mejores momentos para despedirnos y, ya de paso, homenajear a una serie que se merece todo tipo de aplausos.
Con la inminente pérdida de fenómenos como Juego de Tronos (de la que sólo quedan dos temporadas), Girls (que ya ha terminado el rodaje de la que será su última entrega) y The Leftovers (que cerrará su paso por televisión con la próxima temporada) la HBO se juega el liderazgo de consumo de episodios online con un gigante cada día más grande como es Netflix y con cadenas como la AMC, que sigue manteniendo minas de oro como The Walking Dead y propuestas arriesgadas - pero eficaces - como la infravalorada Halt And Catch Fire.
Ante este panorama, la plataforma que tantas alegrías nos ha dado a lo largo de los años ha decidido apostar fuerte con la adaptación de Westworld: un filme de los años setenta, dirigida - y escrita - por el mismísimo Michael Crichton, que presentaba un futuro lejano en el que la existencia de unos pseudo-parques de atracciones habitados por androides con apariencia humana en los que los clientes podrían "ser ellos mismos" suponían una auténtica revolución para el concepto de ocio y tiempo libre. El estreno de esta serie, que ha mantenido en vilo a un colectivo seriéfilo para nada despreciable, ocurrió hace unos días en Estados Unidos y, por si su propuesta no fuese lo suficientemente atractiva (o por si los nombres que pueblan su ficha técnica no os pareciesen dignos de expectación), desde aquí os animo a que no os la perdáis. Aunque sólo sea por sus créditos iniciales. Sus fantásticos créditos iniciales.
Contando con productores ejecutivos de la talla de J.J.Abrams y Jonathan Nolan, actores como Evan Rachel Wood, Ed Harris, Jeffrey Wright, Thandie Newton y Anthony Hopkins, y un compositor apellidado Djawadi que ya compuso la apasionante banda sonora de, por supuesto, Juego de Tronos, lo nuevo de la HBO ha sido recibido por la crítica con un aplauso que aún permanecerá a la espera de más material pero que, aun así, ya ha recibido un dignísimo 9,4 en IMDB y un grado de concordancia en Rotten Tomatoes del 84%.
Contad los días para su llegada a España.
Westworld se estrenará en España en los próximos meses, probablemente en la plataforma de HBOEspaña (aún no disponible).