miércoles, 24 de agosto de 2016

Series | Stranger Things (T1)


Con mis escasos veinticinco años de edad, a veces echo la vista atrás para recordar con nostalgia las tardes que pasaba cuando era niño montando en bicicleta durante los fines de semana con mis amigos, las veces que - armado con un tirachinas y unos prismáticos - decidía espiar al perro de la casa de enfrente y molestarle golpeando la puerta metálica de su jardín con piedras, o todas aquellas ocasiones en las que, inmerso en un mundo aparte, inventaba las aventuras que mis juguetes protagonizaban en el océano que era la bañera o el castillo construido a partir de cajas de cintas VHS. Sí... lo hago muy a menudo. Y es una sensación extraña. Una sensación que, casualmente, se puede volver a sentir con la novedosa - y revolucionaria - serie de Netflix: Stranger Things.

Creador: Hermanos Duffer
Género
Reparto: Winona Ryder, David Harbour, Finn Wolfhard, Millie Bobby Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Natalia Dyer, Charlie Heaton, Cara Buono, Matthew Modine...
Banda Sonora: Kyle Dixon & Michael Stein
Duración: 1 Temporada (2016 - presente)
País de Origen: EEUU

A pesar de que la serie de los Hermanos Duffer apestase a tópicos americanos ochenteros y sucediese a su desafortunada incursión televisiva con el despropósito que fue Wayward Pines (M. Night Shyamalan, 2015), la nueva apuesta de Netflix es una auténtica joya. Además de que estamos ante una serie de televisión técnicamente sobresaliente, Stranger Things se comporta como el sueño eterno de Spielberg: un sueño que volvimos a visitar hace no muchos años con la permutación del clásico de E.T. en Super 8 (J.J.Abrams, 2011), y que en esta ocasión podremos investigar con más calma, durante más horas, y añadiendo una soberbia cantidad de nostalgia al proceso de visionado gracias a unos muy acertados guiños a E.T: El Extraterrestre (1982), Los Goonies (1985), Poltergeist (1982) y Encuentros en la Tercer Fase (1977).

Aunque, ojo, no todo lo bueno de Stranger Things se le debe a Spielberg. Estando ya cansados de ver melodramas médicos, thrillers policiacos, comedias románticas facilonas y dramas pseudo-históricos o fantásticos, los Hermanos Duffer se han atrevido a ofrecer un producto arriesgado que, aunque podría ser tachado de ordinario, se merece un puesto en el podio de lo mejor del año 2016 por el homogéneo contexto en el que ha visto la luz, la voracidad por todo lo retro que muchos mantenían reprimida, y la clase con la que han sabido despertar la nostalgia ochentera tan presente en los filmes del Rey Midas.

De esta forma, y resucitando al icono que fue Winona Ryder, juntándola con un puñado de críos, y soltándoles a todos en la profundidad de unos Estados Unidos sumidos en una era gobernada por la paranoia y el misterio, la historia de Stranger Things se va desenvolviendo con una impecable naturalidad mientras los espectadores nos preguntamos acerca del paradero del pequeño Will: un crío de doce años que - de la noche a la mañana - se desvanece de la faz de la Tierra. Y aunque esta desaparición termine siendo predecible por la evidente influencia de todos los títulos cinematográficos que lo preceden e inspiran, merece la pena embarcarse en esta aventura. Ya no por su historia, su calidad, las actuaciones de sus protagonistas, o su exquisita banda sonora... Sino por lo que es capaz de despertar en el espectador: la más triste, conmovedora y, paradójicamente, alegre inocencia de un crío de doce años.

No se la pierdan.



La primera temporada de Stranger Things está disponible en Netflix.

Jerry F.
Imagen vía Netflix

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