Ir al cine es un acto íntimo. Estar
sentado durante dos horas en una sala llena de gente sin reparar en lo que hace
aquel que ha decidido ocupar el asiento de al lado, es una experiencia difícil
de compartir por lo paradójicamente privada que resulta. Sin embargo, hay
quienes van al cine con meros conocidos. Y aunque no seré yo quien dictamine qué
es lo que debe hacerse para que las relaciones sociales progresen y el mundo se
convierta en un lugar mejor, todos deberíamos tener claro que, por lo general, no
se va al cine para hablar con otra persona. Uno reserva su butaca para meterse
en otro mundo, explorar las virtudes y crueldades de la ficción, y – ya de paso
- fundirse con la pantalla olvidando a aquel que está sentado a su lado.
Así que no: en el cine no hay
cabida para la socialización. Al cine se va a desarrollar el perfil más
solitario que todos llevamos dentro, y sólo en aquellos casos en los que se quiera
ir acompañado, esto debe hacerse con gente de confianza a la que no le extrañe
que llores, rías, o ignores los comentarios que se te hacen a lo largo de la
proyección. Porque al cine se va a ver obras de arte como Room sin que nada - ni nadie - se interponga entre tu espacio vital
y el de Jack y Joy.
● Año: 2015
●
Director:
Lenny Abrahamson
●
Cast:
Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, Sean Bridgers, William H. Macy
●
Dirección Fotografía:
Danny Cohen
●
Banda Sonora:
Stephen Rennicks
●
Nominaciones a los Óscar: Mejor Película (Nominada), Mejor Director
(Nominado), Mejor Actriz (Brie Larson - Ganadora), Mejor Guión Adaptado
(Nominada)
●
Duración:
118min
He visto Room dos veces y, a pesar de que ya hace bastante tiempo del segundo
visionado, sigo pensando en ese “Truck.
Wriggle out. Jump. Run. Somebody”. Pienso en él varias veces a la semana.
Pienso tanto en él que, todos los días – después de llegar a casa del trabajo
-, me meto en Spotify para comprobar si su banda sonora ha sido por fin añadida
al repertorio de la plataforma. Para retroalimentarme. Para volver a Room.
Porque sí, yo también quiero
volver a esa habitación. Quiero volver a ver a lámpara, a grifo, a planta y a
la serpiente de cáscaras de huevo. Quiero visitar el lugar que para un crío de
cinco años “se extendía en todas direcciones”. Quiero ser capaz de sentir la
extraña y frustrada armonía que parecía reinar entre esas cuatro paredes; donde
el amor de una madre, la inocencia de un niño, la maldad de un hombre y la
desesperación de una joven, estaban lo suficientemente equilibradas como para
aportar sentido a un filme que, de cualquier otra forma, podría haber sido un auténtico
despropósito.
El nuevo trabajo de Lenny
Abrahamson, un director de origen irlandés que dio el salto a la gran pantalla
con títulos puramente indies, es muy arriesgado.
Room es un filme en el que es fácil
sentirse sobrepasado por unas emociones que lo único que quieren es que el
espectador sufra como aquella joven que, durante cinco largos años, tuvo que hacer
creer a su hijo que una diminuta habitación era todo lo que había que conocer
en el mundo: una realidad tan devastadora que, pese a ser poco probable, podría
alejar de las salas a ese colectivo de espectadores que afirma que “al cine va
a pasárselo bien”.
Y es que con Room no lo pasas bien. Con Room sufres. Sufres por esa madre que,
día tras día, tiene que alimentar la mentira que mantiene el equilibrio en la
habitación, por el crío, cuyas palabras, a pesar de ser dulces e inocentes,
esconden una realidad terrible, y por la familia de la joven desaparecida,
cuyas vidas también acabaron el día en el que su pequeña desapareció sin dejar
rastro.
Es difícil de explicar lo que
se siente al ver Room, así como
también es complejo definir con precisión qué es lo que la hace tan merecedora
del Oscar que no se llevó. Puede ser su desbordante componente emocional, su exquisita
banda sonora original, las espléndidas interpretaciones de Larson y Tremblay,
la increíble capacidad de Abrahamson para engañar a un público que cree estar
viendo una película tierna… Pueden ser tantas cosas que no soy capaz de decirles
por qué merece la pena verla.
Pero háganlo. Vean Room. Vayan al cine con conocidos,
parejas, amigos o familiares. Conozcan a Jack y a Joy. Confíen en sus
acompañantes. Atrévanse a sentir. Sientan la magia del cine y olvídense de todo lo demás.
Porque merece la pena.
●Te
gustará si:
disfrutas del buen cine; ese cine que te llevas a casa y al que das vueltas una
y otra vez sin cansarte de él.
●
No te gustará si:
los dramas no son tu estilo.
Jerry
Imágenes
vía Collider & The Hollywood Reporter
Póster
de IMP Awards
Hola! Tengo muchísimas ganas de verla, y espero no tardar!
ResponderEliminarUn saludo!
¡No te la pierdas!
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