SERIES | Juego de Tronos (Temporada 7)

El estreno de la séptima temporada de Juego de Tronos ha sido considerado por muchos como uno de los eventos televisivos más importantes del año y, viendo cómo su audiencia ha ido creciendo episodio a episodio a pesar de las filtraciones, cómo hay gente que ha permanecido noches en vela para así no perderse la primera emisión de cada episodio, y no siendo pocos los conocidos que han devorado las seis temporadas anteriores para así poder apuntarse a la fiebre westerosi, resulta indiscutible afirmar que la ficción de Benioff y Weiss es uno de los mayores fenómenos televisivos de la historia de la pequeña pantalla. Un fenómeno que, a pesar de su creciente éxito, está llegando a su fin.

La séptima - y penúltima - entrega de Juego de Tronos no sólo tiene especial relevancia por eso de que, ahora que ha terminado, sólo quedan seis episodios para que la serie alcance su fin, sino porque es la única temporada que no ha contado con material literario alguno sobre el que basarse. Ante esto, Benioff y Weiss han tenido que - tras haber recibido pautas de George R.R. Martin - navegar en el mar de la creatividad con una libertad que es difícil definir teniendo en cuenta que nadie sabe qué tiene Martin planeado para su próxima novela (Vientos de Invierno, con fecha de publicación aún por determinar), ni tampoco hasta qué punto el autor ha compartido los destinos de los protagonistas con los trabajadores de HBO. Por lo tanto, ni se puede afirmar que los traspiés que ha dado esta temporada se deben a la torpeza de sus responsables para mantener una calidad narrativa que previamente estaba más o menos asegurada, ni tampoco que Martin - que lleva más de seis años escribiendo la siguiente novela - se ha dejado llevar por el fenómeno televisivo para dar cierre a la que es una de las sagas literarias más exitosas de todos los tiempos.

Y es que, filtraciones aparte, la séptima temporada de Juego de Tronos ha dado mucho de qué hablar en cuanto a historia y fallos de guión se refiere. Desde la estúpida decisión de ir más allá del muro para obtener lo que en principio garantizaría la comprensión de Cersei, hasta la capacidad de Jaime - recordemos: manco desde hace cuatro temporadas - de nadar de un extremo a otro de un lago con la armadura puesta, pasando por la tajante ruptura con la lentitud que tanto caracterizaba a los viajes de los protagonistas por Poniente y por la ausencia de giros argumentales realmente comparables a la Boda Roja, la Boda Púrpura o la espeluznante y explosiva secuencia que acompañó a aquel Light of the Seven en el último episodio de la anterior temporada, este nuevo set de episodios - con especial mención a su season finale - ha sido, a pesar de excelente, no todo lo arrollador e inteligente que podría haber sido. Y eso a muchos les escuece.

Sin embargo, en gran parte lo necesitábamos. Teniendo en cuenta que HBO puso fecha de caducidad a la serie, necesitábamos un episodio para contemplar el poder de los dragones, necesitábamos los muy esperados encuentros entre los protagonistas, necesitábamos ver cómo los caminantes blancos se acercaban al muro, necesitábamos entender el verdadero origen de Jon Snow... Necesitábamos tantas cosas y teníamos tan poco tiempo, que el hecho de que Juego de Tronos haya conseguido mantener su estándar de calidad pese a los problemas que le impone el reloj y la ausencia de una brújula literaria que le pueda indicar el buen camino sin enfadar a los fanáticos de las novelas, es un logro para nada desdeñable. Así que ahora, después de haber respirado al ver cómo la colisión entre los personajes no ha sido todo lo catastrófica que pudiera haber sido, preparémonos para el invierno. Esperemos al 2019 con la esperanza de que Juego de Tronos no sólo mantenga su calidad en la traca final, sino que la sobrepase. 

Aunque, todo hay que decirlo, con seis episodios, y teniendo en cuenta cómo se ha quedado el panorama, tampoco podemos esperar muchos game changers como los de antaño.

Jerry
Imagen vía Entertainment Weekly