Antes de ir al cine a ver Jurassic World: El Reino Caído (J.A. Bayona, 2018) repasé su predecesora y me di cuenta de cómo el entusiasmo que sentí - hace ya tres años - al sentarme en una butaca y contemplar la nueva versión del parque de John Hammond a pleno rendimiento, me nubló muchísimo el juicio. A pesar de que el fenómeno de Trevorrow consiguió embolsarse más de 1.500 millones de dólares y destrozó incontables récords de taquilla, hay que reconocer que el reboot de la saga jurásica no fue todo lo que podría haber sido: su historia era perezosa, sus personajes apestaban a cliché y, al final, la nostalgia era la que asumía - casi en su totalidad - el atractivo de la misma. Por lo tanto, la secuela de aquel éxito no sólo necesitaba prescindir de la nostalgia, sino ofrecer algo novedoso que siguiese estando a la altura de la original sin pisar el terreno que las anteriores películas ya habían explorado. Y Juan Antonio Bayona lo ha conseguido.
Hay quienes dicen que con El Reino Caído la saga ha vuelto a pecar de simple en cuanto a trama se refiere y ha seguido apoyándose demasiado en el muy recurrido CGI para, más que retar al espectador, proporcionarle todo el disfrute palomitero posible. Sin embargo, además de que lo nuevo de J.A. Bayona cuenta con escenas que se valen de espectaculares efectos prácticos para acercarnos a los dinosaurios, la historia de esta entrega es inesperada, valiente y dará mucho que hablar.
Resulta que en esta ocasión, ante la inminente erupción del volcán de Isla Nublar, Claire (Dallas Howard) y Owen (Pratt) tendrán que volver al parque para encontrar a Blue y salvar a los dinosaurios de su segunda extinción, rompiendo así con la dinámica establecida en las secuelas de la saga por la que los humanos sólo se salvaban los unos a los otros e insistían en volver a la isla por razones bastante cuestionables (véase El Mundo Perdido [1997] y Jurassic Park III [2001]). De esta forma, y aprovechando un acertado dilema moral sobre si se debe o no salvar a unas criaturas que sólo viven por el progreso de la tecnología humana, los dinosaurios no sólo han dejado de ser meros obstáculos a los que tienen que hacer frente los protagonistas, sino que ahora se han convertido en verdaderas co-estrellas de la historia.
Por todo esto, por mucho cliché y giro de guión cuestionable que de vez en cuando asome en El Reino Caído, la dirección en la que Trevorrow (co-guionista de esta entrega) ha embarcado a la saga, ni tiene precedentes, ni se le puede restar mérito alguno. Además, J.A. Bayona ha combinado su destreza tras las cámaras en el campo de las catástrofes naturales (Lo Imposible) y el pulso que mantiene en sus filmes de terror (El Orfanato), para ofrecer un explosivo primer acto y uno final que, pese a desinflarse por cuestiones de guión, dan forma a una película muy disfrutable que no sólo se ha convertido en una de las entregas más originales de la saga, sino en una de las mejores desde el clásico original de 1993.
Resulta que en esta ocasión, ante la inminente erupción del volcán de Isla Nublar, Claire (Dallas Howard) y Owen (Pratt) tendrán que volver al parque para encontrar a Blue y salvar a los dinosaurios de su segunda extinción, rompiendo así con la dinámica establecida en las secuelas de la saga por la que los humanos sólo se salvaban los unos a los otros e insistían en volver a la isla por razones bastante cuestionables (véase El Mundo Perdido [1997] y Jurassic Park III [2001]). De esta forma, y aprovechando un acertado dilema moral sobre si se debe o no salvar a unas criaturas que sólo viven por el progreso de la tecnología humana, los dinosaurios no sólo han dejado de ser meros obstáculos a los que tienen que hacer frente los protagonistas, sino que ahora se han convertido en verdaderas co-estrellas de la historia.
Por todo esto, por mucho cliché y giro de guión cuestionable que de vez en cuando asome en El Reino Caído, la dirección en la que Trevorrow (co-guionista de esta entrega) ha embarcado a la saga, ni tiene precedentes, ni se le puede restar mérito alguno. Además, J.A. Bayona ha combinado su destreza tras las cámaras en el campo de las catástrofes naturales (Lo Imposible) y el pulso que mantiene en sus filmes de terror (El Orfanato), para ofrecer un explosivo primer acto y uno final que, pese a desinflarse por cuestiones de guión, dan forma a una película muy disfrutable que no sólo se ha convertido en una de las entregas más originales de la saga, sino en una de las mejores desde el clásico original de 1993.
Jerry
Imagen vía ScreenRant
Hola! Tengo muchas ganas de ir a verla pero poco tiempo! Gracias por la crítica.
ResponderEliminarUn saludo!