martes, 10 de julio de 2018

CRITICA | Hereditary


No hay año en el que los espectadores no nos sorprendamos con largometrajes concebidos por amateurs que terminan convirtiéndose en referentes de sus géneros. Títulos como Moon (Duncan Jones, 2009), Calle Cloverfield 10 (Dan Trachtenberg, 2016) y Lady Bird (Greta Gerwig, 2017) no sólo funcionaron como excepcionales tarjetas de presentación para sus respectivos creadores, sino que además sirvieron para que recordemos cómo, a pesar de la escasa experiencia de sus directores, en el cine no manda el currículum, sino la visión - y el arte - de sus cineastas. Como la de Ari Aster en Hereditary (2018). 

Aster, un joven neoyorquino que acaba de entrar en sus treinta primaveras, no era muy conocido hasta que su ópera prima - Hereditary (2018) - debutó en las salas americanas. El largometraje, escrito y dirigido por él mismo, conquistó la opinión de la crítica especializada en Sundance y dividió a un público que, como suele ser habitual en este tipo de producciones, no sabía si lo que acababa de ver era una obra de arte - a la que se le ha llegado a calificar como "la nueva El Exorcista" - o una tomadura de pelo.

La película de Aster arranca con el funeral de Ellen Taper Leigh: una mujer que, tras haber sufrido una dura demencia, deja en la Tierra como única heredera a Annie (Toni Colette) quien, además de vivir con el temor a desarrollar alguna enfermedad mental por los antecedentes que la preceden (madre con demencia y hermano con esquizofrenia), tiene una familia que no es todo lo funcional que a ella le gustaría. Es más, no sólo su familia no es del todo funcional, sino que, como resultado de la muerte de su madre, pronto se verá envuelta en una pesadilla que destrozará los cimientos que la mantenían a flote.

Valiéndose de un lento y progresivo crecendo que se nutre de una historia intrigante, giros argumentales inesperados y unas actuaciones que quitan el aliento, Aster ha construido, como muy bien se dijo en Sundance, una de las películas más terroríficas del año. Sin embargo, y a pesar de su indiscutible calidad, el filme de este novato puede que no consiga ganarse todo el reconocimiento que debiera por lo poco habituado que está el público a ver películas de terror con personalidad, tramas elaboradas, direcciones y diseños de producción meritorios y una explotación del miedo que no se apoya únicamente en los efectos de sonido.

Y es que Hereditary no es un filme de terror al uso. Hereditary pide al espectador que no coma palomitas en la sala, que se sumerja en sus escenas, que empatice con sus personajes y que se deje sorprender por una historia escalofriante que, lejos de tener como único objetivo inducir el miedo, emplea una retorcida - y oscura - premisa para ahondar en cómo todos, por eso de que somos hijos de nuestros padres , tendremos una herencia que no tiene por qué ser buena.


Jerry
Imagen vía Collider

1 comentario:

  1. Hola! No conocía esta película pero la verdad es que no es mi estilo. Gracias por la crítica.

    Un saludo!

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