A pesar de que este año ha sido especialmente relevante para todos los seguidores de Marvel por los estrenos de Black Panther (Ryan Coogler, 2018) y Los Vengadores: Infinity War (Hnos. Russo, 2018), para mí el título que de verdad era interesante - y el único que, por ahora, me ha arrastrado al cine - era Ant-Man y La Avispa (Peyton Reed, 2018), la secuela de la refrescante Ant-Man (Peyton Reed, 2015).
Muchos de los fanáticos de la compleja máquina de hacer dinero que es el Marvel Cinematic Universe se echarán las manos a la cabeza cuando diga que, para mí, las aventuras del hombre hormiga son de las mejores de todo el universo compartido. Además de que Ant-Man me pareció infinitamente más original y sorprendente que los títulos protagonizados por el resto del equipo marvelita - Spider-Man y Capitán América aparte -, el héroe interpretado por Paul Rudd desbordaba tanta personalidad que era imposible no apreciar la sombra que éste proyectaba sobre los personajes de Hemsworth, Downey Jr., Renner y - entre otros - Cumberbatch.
Por lo tanto, con Ant-Man y La Avispa esperaba encontrarme algo parecido a aquella imperfecta - pero muy disfrutable - primera entrega. Y lo encontré, porque, siguiendo la estela de su predecesora, Ant-Man y La Avispa funciona como una película de acción y aventuras nada pretenciosa, extremadamente creativa, y protagonizada por unos personajes que desbordan un carisma poco habitual para la casa cinematográfica de Stan Lee. Sin embargo, y a pesar de que todo eso - junto a un agradecido mensaje familiar - era precisamente lo que esperábamos de lo nuevo de Peyton Reed, las aventuras de Scott Lang y Hope Van Dyme esta vez han sabido a poco.
Por lo tanto, con Ant-Man y La Avispa esperaba encontrarme algo parecido a aquella imperfecta - pero muy disfrutable - primera entrega. Y lo encontré, porque, siguiendo la estela de su predecesora, Ant-Man y La Avispa funciona como una película de acción y aventuras nada pretenciosa, extremadamente creativa, y protagonizada por unos personajes que desbordan un carisma poco habitual para la casa cinematográfica de Stan Lee. Sin embargo, y a pesar de que todo eso - junto a un agradecido mensaje familiar - era precisamente lo que esperábamos de lo nuevo de Peyton Reed, las aventuras de Scott Lang y Hope Van Dyme esta vez han sabido a poco.
Con esta nueva entrega, en la que Ant-Man (Rudd) se aliará con la Avispa (Lilly) para encontrar a la mujer de Pym (Douglas) utilizando la muy codiciada "energía cuántica", se nos vuelve a hacer partícipes de una aventura disparatada que, pese a contar con el humor al que ya nos acostumbró su primera parte, pierde la frescura que caracterizaba al filme de 2015. Da la impresión de que Ant-Man y la Avispa, pese a seguir siendo igual de entretenida que la anterior, ha sido concebida en poco tiempo, descuidando así a un guión perezoso que no sorprende al espectador, sino que se conforma con mantener a flote su principal virtud: la naturalidad, cercanía e inocente desvergüenza de sus personajes. Y eso, para algunos, será motivo de suspenso.
Jerry F.
Imagen vía Collider
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