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miércoles, 23 de marzo de 2016

TRAILER: Bridget Jones's Baby

Mucho se habló de lo desafortunado que había sido el "cambio radical" de Renée Zellwegger para la por aquel entonces misteriosa tercera entrega de El Diario de Bridget Jones (Sharon Maguire, 2001). No sólo se criticó la decisión de la oscarizada actriz por eso de que "atentaba" contra el feminismo y "favorecía" el machismo de una industria en la que la figura de la mujer está especialmente castigada, sino que además se llegó a decir que, por culpa de ese arreglo, las posibilidades de que Zellwegger fuese sustituida por otra actriz en la eventual secuela eran altísimas. Sin embargo, aquí estamos: pocos meses después y disfrutando del primer trailer de Bridget Jones' Baby, con Zellwegger a la cabeza y Sharon Maguire en la silla de dirección. Porque no hay actriz - ni botox - en el mundo entero capaces de destronar a la que es la única Bridget Jones de la gran pantalla. Y Maguire, responsable de una de las mejores comedias británicas de los últimos años, lo sabe bien.

Hay que reconocer que había que ser muy imprudente para lanzarse a la piscina afirmando que el cambio de Zellwegger iba a poner un punto y final en su carrera como Bridget. Las fotos se retocan, el maquillaje hace destrozos, y la prensa es mala. Que se lo digan a Uma Thurman. O mejor dicho a Colin Firth: el impoluto Mark Darcy que, una vez más, tendrá que soportar las chiquilladas de una reportera que, a pesar de haber olvidado sus vaivenes con Hugh Grant (por retirada voluntaria del actor, ojo), tendrá que enfrentarse a un embarazo y a un ex neurocirujano recién salido del horno de Shondaland. Sí, señores: prepárense para pelos de alta definición, porque uno de los protagonistas de Anatomía de Grey se ha subido al barco de Jones dispuesto a, como muy bien dice el título, dejar su celulita en el vientre de Bridget.

Sí, señores: con botox y suavizante también nos podemos quedar embarazados.


Jerry
Vía: Universal

miércoles, 5 de junio de 2013

Malditas Comedias Románticas: Las Princesotas


Es un hecho irrefutable que la sociedad de hoy en día está llena de princesitas salidas de cuentos de hadas. Esas niñas caprichosas, cursis, que se miran al espejo mientras hacen que hablan con alguien para practicar sus manierismos o que hacen que sus hermanos o padres se sientan como verdaderos mayordomos o asesores de moda.

Sí, todos hemos conocido alguna vez a una niña de 8 años entregada plenamente a los cuentos de zapatos encantados, somníferas ruecas o manzanas envenenadas. Y, por lo menos a mí, me encantan. Este prototipo de niña pequeña, eventualmente, evolucionará y dejará tras de sí un buenísimo recuerdo de todas las películas de Princesas Disney sin llegar a convertirse en una repelentemente ignorante de la vida extra-rosada de este mundo que habitamos.

Lo que no todos sabemos es que, a parte de estas graciosísimas princesitas, nuestra sociedad está invadida por otro tipo de damiselas en apuros llamadas princesotas que deben su personalidad a, ¡cómo no!, las fatídicas y malditas comedias románticas.

Y, estad atentos lectores, porque la única diferencia entre las princesitas y las princesotas es la edad. Las princesotas son adolescentes y adultas que siguen siendo caprichosas y cursis, que siguen mirándose al espejo mientras hacen que hablan con alguien para practicar sus manierismos y que siguen manteniendo a sus hermanos o padres en el rol de mayordomos o asesores de moda.

Totalmente fuera de juego.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Malditas Comedias Románticas: El Pus


A ver, a ver, a ver, a ver, a ver, a ver, a ver, A VER, A VER, A VER.

VAMOS A VER, ¿ES QUE EL MUNDO ESTÁ LOCO?

Resulta bastante curioso que una semana después de haber publicado la última entrada de esta tediosamente odiosa sección del blog, me encontré con un vídeo en YouTube que cumple todos los criterios para ser incluído a modo de continuación de, precisamente, la ya mencionada última entrada de "¡Malditas Comedias Románticas!": El Agradecimiento.

En mi anterior entrada manifestaba mi extremo descontento ante la vomitiva tendencia de las Malditas Comedias Románticas a perfumar nuestra vidas de mentiras y falacias cuyo único objetivo es el de correr un tupido velo (tupido, tupidísimo y estupidísimo) para camuflar nuestro miedo a ser abandonados por el grano asquerosamente rojizo que te ha salido en la punta de la nariz y que, encima, te va a dejar cicatriz porque te lo explotaste antes de tiempo y entonces ahora vas a llegar virgen a los 50. Y todo eso por no saber decir un maldito y sincero "gracias". 

Sí, sí... A mí no me miréis así que las cosas son como son y eso es así.

Pues bien, acabo de ver un vídeo.

Me voy a poner música para inspirar un poco mis más sucios instintos asesinos. Seguid leyendo, por favor.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Malditas Comedias Románticas: El Agradecimiento



En las malditas comedias románticas, o en los dramas cómicamente románticos, siempre se suele dar una situación bastante realista cuyo resultado es absolutamente patético.

Esa situación es aquella mitiquísima escena en la que chica le dice a chico la - en ocasiones aberrante - frase “Te Quiero”.

Sin embargo, el problema no yace en lo ridículamente absurdo de la situación que acabamos de ver (asumámoslo: normalmente el contexto de ese “te quiero” es peor que aquel en el que un crío de 15 años se lo dice a su compañera de clase mientras se dan la mano durante la explicación de cómo la célula experimenta la mitosis y los cromosomas se separan en ambos polos del citoplasma). El problema se centra en la respuesta que el chico – intimidado por el desconocimiento amoroso que está experimentando – le da a su estúpida novia.

Sí, estoy hablando del honesto, mítico y sobrevalorado “Gracias”.

miércoles, 25 de abril de 2012

¡Malditas Comedias Románticas! (V) - La Bomba



Desde hace tiempo quería escribir un artículo de esta sección (“Malditas Comedias Románticas”) porque lo echaba de menos: echaba de menos sacar esa vena criticona que parece ser fruto de una vida amorosa de lo más amargada. Sin embargo, siendo sincero, no tenía nada que criticar. 

Rectifico: tengo muchas cosas que criticar pero eso, inevitablemente, implicaría someterme a la tortura de ver una azucarada maldita comedia romántica para meterme en el maldito ajo.

Lo intenté. En serio que lo intenté: me dispuse a ver Pretty Woman y no pasé de los cinco primeros segundos. No podía soportar la idea de tener que sufrir durante un periodo de interminables 120 minutos una película asquerosamente glicosilada que no iba a provocarme más que náuseas o vómitos en escopetazo con tropezones de pétalos de rosa.

Y no sólo me preocupaba el hecho de tener que gastar dos horas de mi vida vomitando rosas, sino que el ver la maldita portada de esta maldita película hacía que desease no estar enamorado de Julia Roberts. Maldita sea, ¿os habéis fjiado? Es asquerosa y repugnantemente rosada; algo que me provoca una aberración inexplicable desde cierto incidente que narré en el artículo El Chicle.



Puf. Espantado. Asqueado. Malhumorado. Irritado. Nauseoso. Mareado. Repugnado. Contraído. ¿Contraído?. Contraído. Deprimido. Apático. Enfadado. No pude más: decidí darle a “STOP” y pasar a otra cosa.

Así que me puse a pensar y no se me ocurría nada que hacer… Las Malditas Comedias Románticas me habían vencido: me habían puesto de tan mal humor que no podía enfrentarme a ellas cara a cara. No podía.

Pero no tiré la toalla. Tom nunca tira la toalla en estas situaciones. Decidí hacer algo aún peor. Decidí poner en Google Imágenes lo siguiente:

jueves, 26 de enero de 2012

¡Malditas Comedias Románticas! (IV) - El Físico




Hoy en el Metro me he quedado mirando fijamente a una chica que llevaba un jersey beige bastante llamativo. 

Pensándolo bien, si la estaba mirando no lo estaba haciendo por nada en concreto, sino porque habitualmente me dedico a mirar a gente aleatoria en ambientes ferroviarios: consideradlo un deporte de alto riesgo. 

Pues bueno, resulta que esta vez la susodicha me ha pillado in fraganti y, sorprendentemente (y en contra de la naturaleza de todos los individuos que me "cazan"), no me ha lanzado cuchillos con la mirada (aunque, ahora que lo pienso, quizás ha sido porque la tierra me ha tragado en aquel mismo instante). Yo, a pesar de la buena reacción de la jovenzuela, me he muerto de vergüenza porque no me gustan esas situaciones en las que se descubre quién es el que ha tirado la primera (y única) piedra, así que he agachado la cabeza y durante el resto del viaje me he limitado a hacer que escribía un mensaje que jamás enviaría (básicamente porque no había cobertura).

[Inciso: todo esto os resultaría mucho más intimidante si supieseis qué es el Metro para mí: no es sólo un ambiente exageradamente hostil, es algo mucho peor que algún día os contaré con pelos y señales (os lo iba a contar hoy, pero, de hacerlo, la entrada habría sido demasiado larga).]

Ya a salvo en la calle, y gracias a que esta chica me ha pillado mirándola, he pensado en algo: a partir de ahora cada vez que conozca a una chica escribiré en un diario secreto cómo nos hemos conocido exactamente.

La única razón para hacer esto es porque soy una persona tremendamente realista y cada vez que veo una comedia o drama romántico me fijo en que los protagonistas siempre se acuerdan a la perfección del día que se conocieron (aunque estuviesen en pañales o corriendo desnudos por una piscina de plástico situada en el jardín – sí, como Bridget Jones). Así que, ¿quién sabe si la susodicha del metro no puede ser mi “amor verdadero”?.

Escribiré qué día era, el tiempo que hacía (probablemente estaría soleado, porque seguro que sus cabellos se reflejarían con los rayos del sol al atardecer provocando un efecto óptico muy envidiado por la Aurora Boreal), qué hora era (como he dicho tiene que ser el atardecer: las mañanas no son románticas, y las noches están reservadas para las rupturas), cómo iba vestida (nada de chándal o vaqueros: por lo menos un vestido de Mango), qué fue lo que me dijo exactamente, cómo me miró… En fin, escribiría absolutamente todo lo que pasó.

[Inciso (II): lo del vestido de Mango no lo tengo claro... La verdad es que de moda femenina sé más bien poco así que le dejo a mi estilosa amiga Rocio, del blog "The Little Pocketful", que tome la decisión de cómo debería ir vestida].


Y es que yo creo que las comedias románticas reflejan la vida tal y como es: ¡son puro realismo plasmado en archivos digitales y decorado con bonita música de fondo!

[Inciso (III): Mi vida también tiene música de fondo. Ahora por ejemplo está sonando My Heart Will Go On mientras pienso en el “ligue de una noche” que conocí cuando tenía 18 años y que murió en el hundimiento de un transatlántico].


Bueno, dejo de contaros mis intimidades musicales para contaros otras sin recurrir a la cruel ironía.


Si mi novia me dijese alguna vez cualquier cosa relativa a esas dulces memorias yo me sentiría tremendamente halagado y, a la vez, sumamente dolido. 

Para empezar mi novia se acordaría mejor de un día que yo seguro no recordaría. Para continuar, le habría afectado más mi "físico" (porque eso es lo que entra por los ojos en primeros encuentros) que el ver la noticia en el periódico de que Harry Potter y Las Reliquias de la Muerte sería adaptado en dos películas... Y lo más importante de todo: estaría mostrándome que ella también es una víctima de uno de los efectos más socialmente cancerígenos de las tumorales (y malditas) Comedias y Dramas Románticos.

Y aquí es donde nos ponemos problemáticos.


¿De verdad os acordáis del día que conocéis a la mujer de vuestros sueños? Yo he conocido a muchas mujeres y viéndolas en el metro mientras me deleitan con una tímida y reconfortante sonrisa (que hace ver la terrible ortodoncia que necesitan) no sé si van a ser o no el amor de mi vida y, por ello, no me acordaré del día que las conocí.


Las películas Románticas están conduciendo a esta sociedad al desastre amoroso porque nos están dando a entender que Cupido existe: el Rey de “El Físico es lo que cuenta”. Y esto se debe a que, normalmente, si te acuerdas perfectamente del día que conociste a alguien es porque físicamente te ha llamado mucho la atención. Es más, tengo una amiga que siempre dice que se acuerda del día en que me conoció porque yo llevaba puesta una camisa que a ella le encantó. ¿Veis? ¡El físico es lo que más nos impresiona!.


No nos engañemos, en un solo día no podemos enamorarnos de la compleja totalidad de una persona... pero sí podemos enamorarnos de sus curvas: y eso es lo que hacen los queridísimos héroes amorosos del falso cine cómico-romántico. 

Y además, en las comedias románticas (y en las dramáticas tragedias esperpénticamente románticas), ¡los protagonistas suelen ser personas terriblemente atractivas de las que el público se enamora antes de conocerlas! ¿Julia Roberts y Richard Gere? ¿Aston Kutcher y Katherine Heighl? ¿Cameron Diaz y Justin Timberlake? ¡Venga ya! No me creo que en la alfombra roja no haya gente normal y corriente (o simplemente fea). 

Un momento, ¡sí que las hay! ¡Y cuando salen en estas películas tienen reservados papeles muy interesantes!:
- El "pringado" de turno que consigue ligar con una guapísima top model porque, o ella es muy ligerita de cascos, o está ebria.
- El soltero de oro de la película (y también mejor amigo del protagonista).
- El hermano o la insoportable hermana, prima o antiprima.
- El malo o mala de la película (excepción: el espejo se equivocó: la Reina es más guapa que Blancanieves)
- El ex-novio que ningún espectador aprecia (¡Oye, un respeto! ¡Que le han roto el corazón!)
- La abuela
- El perro.

Las retorcidas mentes de los realizadores de estas Malditas Películas buscan gente espectacular ¡porque desgraciadamente el carisma de los actores es un imán muy potente y efectivo para los espectadores!. 

Por lo tanto, teniendo en cuenta que para una gran mayoría de la sociedad actual Cupido es real (en el sentido de que el flechazo físico existe), yo lanzo una inocente pregunta: ¿Es que nadie ha visto la Bella y la Bestia? ¡Señores, La Belleza está en el interior!


Maldito Cupido: eres tú el ángel caído, deja a Lucifer en paz.



Tom

miércoles, 28 de diciembre de 2011

¡Malditas Comedias Románticas! (III) - La Dramática Tragedia


[Atención: probablemente  antes de leer esta entrada queráis echarle una hojeada a la anterior entrega "¡Malditas Comedias Románticas! - El Chicle"]

Algo absolutamente terrible me ha ocurrido hoy: me he dado cuenta de que la película que me hizo pasar uno de los peores momentos de mi vida me va a traer más desgracias de las que me esperaba.

Sí, me refiero a la Comedia Romántica de la sección rosa de los grandes almacenes a los que fui hace poco (cuyo dependiente habrá pedido el traslado a la sección de papelería, que es menos dramática). Resulta que, organizando mi colección de material cinéfilo, me he dado cuenta de que ¡la película que escogí es un Maldito Drama!

Al ver semejante catástrofe he comenzado a pensar: ¿Por qué demonios tenía que ser un drama? ¿Cómo no caí en la cuenta de que NO era una comedia romántica? y ha sido entonces cuando algo alucinante me ha ocurrido.

¡ZAS! Esta vez no se me ha aparecido Buda: esta vez he tenido una proyección astral. Me he sentido como una cámara de cine flotante y, para aprovechar semejante experiencia, le he dado al “zoom” y, no sé cómo, me he metido a través de mi pupila y de mi nervio óptico y he llegado a mi cerebro a través de una autopista de conexiones neuronales que me han llevado hasta la zona donde se almacena la memoria.

Una vez ahí, he intentado encontrar la razón de la proyección astral (porque, como supondréis, las proyecciones astrales sólo se dan en casos muy específicos que tienen que tener una finalidad muy importante) y ha sido entonces cuando he encontrado una valiosa memoria del día que decidí comenzar esta sección.

Ese día me encontraba escribiendo un artículo que iba a llamar “Reflexiones críticas acerca de lo malditos que me parecen los clichés de las comedias románticas de hoy en día”. Sin embargo, mi mente se sumergió en un torbellino de ideas que no iba a ser capaz de plasmar en un solo artículo. Entonces pensé que la mejor forma de poder contaros mi opinión era dedicando una sola sección a esta materia.

A pesar de ello, no podía llamar a una sección con semejante nombre, ya sea por razones de pura estética o de complejidad innecesaria, así que resumí el nombre y opté por: “¡Malditas Comedias Románticas!”. Por desgracia no fui nada preciso.

Después de revivir esto, se me ha acabado el chollo y he dejado de ser una cámara de cine flotante para volver a la condición aburrida de mero mortal habitante de un planeta lleno de comedias románticas. Y, lo peor de todo, es que he llegado a una conclusión muy dolorosa: no todo se reduce a comedias románticas. El venenoso “romanticismo” de las películas de hoy en día no ve limitada su extensión a las comedias porque, desgraciadamente, ese aterrador mal gusto se extiende también por el drama.

Quizás su influencia es mucho menos evidente porque en estas películas las desgracias suelen nublar un poco ese tenebroso, pero a la vez rosado, objetivo de corromper las mentes de los ilusos espectadores. ¿O es que acaso Un Paseo para Recordar o El Diario De Noah no son filmes rosados de pura cepa a pesar de ser sumamente trágicos? (Si El Diario de Noah no es trágico corregidme; sólo recuerdo a un viejo deprimido y un típico beso bajo la lluvia).

Poniéndonos irónicamente serios podríamos decir que no sólo las Comedias Románticas son las causantes de esa hipertrofia de romanticismo cutre y azucarado que aguarda en los rincones de las expectativas de muchas mujeres y hombres (¿o viceversa?)… Los dramas, pese a que muchos de ellos tengan un final trágico, también contribuyen. Para que os deis cuenta de ello os voy a poner un ejemplo muy claro que afirma que toda la tragedia de estas películas es poco versátil para la vida moderna (además de totalmente evitable):

¿En serio os creéis que, tras sobrevivir al hundimiento, Jack no cabía en la puerta flotante en la que estaba Rose? ¿De verdad creéis que la muerte de Jack era absoluta e irrevocablemente necesaria? A eso mismo me refiero: ¡NO era absolutamente necesaria! Es más, ¡era totalmente evitable! Pero si esa muerte no hubiese tenido lugar, entonces las millones de adolescentes hormonadas que vieron el filme (y que se desnutrieron mientras lloriqueaban sobre una muerte fruto de la estupidez) no habrían desarrollado ese ideal de “romance” tan prevalente hoy en día.


Y es que resulta que este dramático despropósito es un arma de doble filo:
- Por un lado, el guión cuenta con una tragedia de dimensiones épicas que debería deprimir a todo ser humano cuerdo.
- Por otro lado, pese a la tragedia, los espectadores no se van a quedar con el “mis relaciones amorosas van a ser pura desdicha y voy a morir solter@”. Los espectadores, al salir del cine, creerán que la tragedia que acaban de contemplar es una metáfora del amor verdadero: lo de “sacrificarse por la amada” y todo eso.

Centrándonos en la increíble y titánica historia de Rose y Jack, lo que los espectadores NO parecen apreciar es que el amor verdadero NO se puede encontrar en CUATRO míseros días en un transatlántico de lujo (el Titanic salió de Southampton el 10 de Abril y se hundió el 14 de Abril).  ¿O sí?

¿Es que nadie ve que la relación de Jack y Rose fue lo equivalente al “rollo de una noche” en una discoteca madrileña? Si Jack “dio la vida” por la pobre Rose fue porque era un maldito caballero cuyos padres le habían enseñado a tener un respeto a las mujeres y comportarse como un verdadero hombre (o porque, simple y llanamente, quería suicidarse). ¡No era por amor verdadero y AMBOS lo sabían!

Además, si Jack no llega a hacer eso por Rose ¿qué habría sido de ella?, estaba pasando por un mal momento en su vida (su prometido la intenta matar, su madre no la espera y la deja en el barco para que se hunda con la rata callejera, vive una vida de desgracias materialistas…) y lo que le faltaba a la pobre era que su “ligue” no muriese por ella.

¿Veis? La tragedia estrangula nuestro sentido común y nos nubla la vista al no dejarnos ver el trasfondo excesivamente simple de un guión ñoño que lo único que quiere transmitir es que comerás perdices con un chico/chica guapa. Y en realidad el mensaje que debería llegarnos es que las relaciones de pareja son trágicas y que los “ligues” de una noche (en condiciones normales) no van a dar su vida por nosotros.

Estas tragedias no deberían ser un incentivo para vivir en un mundo de color rosa (en este caso, al no estar en Comedias Románticas, no hablaríamos de “rosa chicle” sino de “rosa fucsia”)… y el problema es que lo son. ¿Cuántas chicas al terminar de ver Titanic han dicho “¡qué bonito!”? ¿”Qué bonito”? ¡Es una Maldita Tragedia que, además, tiene un guión poco elaborado que se reduce al mero deseo de rebelión de una “niña de mamá” rica que quiere comenzar a vivir “aventuras” en un transatlántico!

Ya para concluir os lanzo una pregunta: ¿es que nadie se dio cuenta de que la viejecilla (es decir, Rose) tiene una hija cuyo padre NO es Jack? ¡Maldita sea! ¿No veis que se está jugando con vuestra inteligencia? La chica, como cualquier otra, no “pasó de página” ni “re-hizo su vida”, simplemente conoció al hombre de su vida y se casó con él. Punto y final.

Así que, señores, a partir de ahora en esta sección hablaremos también de los dramas románticos aunque, obviamente, la protagonista de la sección va a seguir siendo la Maldita Comedia Romántica (y la maldita película que me compré hace poco en los grandes almacenes).

Maldito James Cameron: a mí no me la colaste ni siquiera con Avatar.

Tom.

lunes, 12 de diciembre de 2011

¡Malditas Comedias Románticas! (II) - El Chicle


El otro día, fui a comprarme una comedia romántica en DVD (aún no me he hecho con un reproductor Blu-Ray... aunque la verdad es que, incluso si lo tuviese, optaría por gastar mi dinero en un DVD por una apestosa comedia romántica) porque resulta que estoy cumpliendo a la perfección el tratamiento de choque que me ha recomendado mi admiradísima almohada (a la que en realidad cada día quiero menos porque últimamente sus expectativas sobre mi persona van in crescendo a una velocidad espeluznante).

En fin, resulta que me puse a buscar esta comedia romántica (que ya llevaba pensada) y no la encontraba. Total, muy en contra a mis principios de preguntar en las tiendas o en las calles para que me indiquen cómo ir o llegar a algún sitio determinado (cuando con tiempo y buena letra uno siempre encuentra su camino… “Si todos los caminos llevan a Roma, encontraré mi camino a las comedias románticas”), pregunté al dependiente.

- ¿Estás buscando en la sección correcta?
- Sí, claro. Estoy ahí – dije señalando un cartel color verde - en “Ficción”.
- ¡No, hombre! ¡Esa no es la sección de la película que busca! – rió el chico, que comenzaba a caerme mal.
- ¿Tengo que irme a “Terror”? – pregunté desconcertado.
El dependiente esbozó una sonrisa de lo más molesta por las connotaciones de “¡Críos, no hay quien les entienda!” que llevaba ímplicita.
- No, tienes que ir ahí – me contesta con un sarcástico tono de tener todo el tiempo del mundo mientras me señalaba ESO.

Y entonces, al ver ESO: ¡ZAS! Muchas cosas pasaron en un mismo momento. Quizás demasiadas: el tiempo se paralizó durante unos segundos, se me apareció Buda (sí, Buda) y pensé que había muerto de una rotura cardíaca. Pero entonces sentí que lo que me estaba pasando era que acababa de desentrañar un secreto escondido a la vista de todo el mundo durante mucho tiempo…

- ¡Malditas Comedias Románticas! – dije con verdadera indignación.

El dependiente, que ahora miraba el reloj mientras intentaba disimular que seguía dispuesto a continuar atendiéndome (aunque, ¿quién intenta disimular mirando la hora e insinuando “no tengo tiempo para tus delirios post-adolescentes”?), me guiñó un ojo y me dijo: “Exacto, la sección es Comedia Romántica”.

Le sonreí mientras pensaba que si me llega a dar una palmadita en la espalda el revés que le pego le lleva a un barrio muy lejano.

Pero bueno, vuelvo a la revelación post-apocalíptica que tuve… Al mirar al punto exacto al que el dependiente estaba señalando vi un color brillante que dejó a mis pobres pupilas en un estado de miosis considerable durante un breve (pero intenso) período de tiempo.

Sí, era ROSA.

Fue en aquel mismo momento cuando me di cuenta de lo que el color rosa lleva implícito: fresitas, pintalabios cursis, princesas y príncipes encantados, osos amorosos, sapos (pero no salamandras), florecitas del campo, perfumes, corazones y angelitos semidesnudos con un arco que dispara flechitas amorosas… y chicles. Lo único real de esta escasa lista es el chicle.  Y esto, señores, me indigna. ¿Por qué? Os lo describiré:

Un hombre llega a la sección de cine de unos grandes almacenes y se pasea entre los paradisiacos pasillos de películas mientras piensa: “Vamos a ver qué película compramos para ver esta noche… Una de Tom Cruise o Bruce Willis no porque les tengo muy vistos… No me apetece drama: ya tengo suficiente con mi melodramático jefe… ¿Animación? No, esa la dejo para el lunes: así me saca de mi depresión post-fin de semana… ¡Anda! Paris, Je t’aime… Mmmmm, ¡qué buenos directores! Qué buena pinta… Sí, sí, me la llevo”. Sin embargo, el hombre salió de la tienda con Scream bajo el brazo. Y, encima, salió asustado (y eso que aún no había visto a Ghostface). ¿Por qué?

Fácil. Justo cuando nuestro protagonista levantó la vista y vio el cartel que definía a las películas situadas en el estante del filme que había escogido, se dijo: “Madre mía, he cogido una película para mujeres… Espero que nadie me haya visto: ¡qué horror! Esto no se lo cuento a mis colegas”.

Ese es el daño que están haciendo las Comedias Románticas de baja calidad a un género con mucho potencial: no se trata de un género para mujeres, pero los clichés (malditos y baratos) están convirtiéndolo en eso mismo.

¿No os lo creéis? Pues fijaos a partir de ahora en películas que ni siquiera llegan a ser “comedias románticas” sino meras y comunes “comedias” que optan por adaptar ese color a sus carteles. Es más, fijaos bien en la fusión que hace El Corte Inglés de dos géneros tremendamente distintos:


Para empezar: El fondo de color rosa me resulta del todo ofensivo.
Para continuar: ¿Me están poniendo como ejemplo de comedia “Scary Movie”?.
Y para terminar: ¡Las Comedias Románticas están invadiendo el terreno de las puras y duras Comedias! Madre mía, el mundo se acaba y yo sigo sin haber visto la tercera parte de El Padrino… ¡Y encima El Padrino es un Drama Criminal!

En definitiva: me enfurece que ciertas comedias (me niego a decir eso de "románticas") como (500) Días Juntos, Paris Je t'aime o La Boda de Mi Mejor Amigo sean concebidas como fenómenos para mujeres. Me resulta del todo primitivo. ¿Y todo por qué? Por prejuicios. ¿Y qué favorece esos prejuicios? No, no es la sociedad: es el maldito color rosa.

Lo único en positivo que puedo sacar de esta cursi e intolerable tendencia rosada a la que se está sometiendo a ¡ya no sólo un género!, sino dos, es que el 80% de las comedias románticas actuales son pegajosas, molestas, causan sobredosis de glucosa, al ser la mayoría de ellas de mala calidad se deshacen en una horita, son prácticamente todas iguales y, encima, vienen en envoltorios irónicamente muy atractivos.

Exactamente igual que un chicle de fresa de mala calidad.

Maldito Rosa.



Tom. 

domingo, 4 de diciembre de 2011

¡Malditas Comedias Románticas! (I) - Introducción: El Realismo


Si algo he aprendido durante mi escasa experiencia romántico-cinéfila es que para ver una típica comedia romántica con gusto y emoción hay que tener novia. Sí, “novia”. No “novio”.

Digo sólo “novia” (lo repito por si no ha quedado claro) porque las mujeres casadas, solteras o ennoviadas tienden a ver comedias románticas como un hombre soltero un partido de fútbol; es decir, siempre que se le antoje y le apetezca. Puede estar sola, con amigas o con su mascota: le da igual, si le apetece, lo hará. En el hombre esto normalmente no pasa.

Tampoco es cuestión de ser extremo así que aceptaré que también se puede ser un macho enamorado (y nunca mejor dicho) de este género (tan absolutamente sobreexplotado y malgastado). Por ello, probablemente habrá hombres que en sus noches solitarias (y “televisivas”) en casa optan por una historia de “amor” apestosa que sólo les convence por las cinco ó seis frases ingeniosas del personaje más excéntrico.  

Y es que, las comedias románticas que me provocan malestar intestinal, si aportan algo más a un hombre hecho y derecho, algo va mal. Admitámoslo: no es un mito que las mujeres sean más sensibles que los hombres (¡ojo!: no me estoy refiriendo a la misma “sensibilidad” de la que os hablé en “Lágrimas Cinéfilas”). Aunque quizás sería más acertado decir que las mujeres simplemente suelen encontrar en ese “amor verdadero ficticio” tan ridículamente simple un ejemplo de lo que deben aceptar como “amor real”, mientras que los hombres no.

A pesar de todo lo dicho, y para contradecirme un poco, yo, hombre soltero al que no le gusta mucho el fútbol, veo dichas películas para reírme de los clichés del género, o para sumirme en la más atormentada de las depresiones (no por la mala calidad del 75% de los filmes, sino porque mi vida no se asemeja en ningún aspecto a esos cuentos con final feliz que se nos presentan) o incluso, y ya exagerando más lo que ya estoy cacareando, para poder ofrecer a mis lectores un poco de “diversidad crítica”.

A quien no me conozca tendré que dejarle claro que lo de las depresiones era una ironía: estas películas no me hacen reflexionar ni lo más mínimo. ¿Por qué? ¡Si hace poco dije (en la crítica de Mi Vida Sin Mi) que las películas deberían hacer pensar al público!

Pues, señores, esto se reduce a que considero que el contemplar estas películas (que están solicitadísimas en los premios Razzies) no equivale a “ver cine” en condiciones; es “pasar el rato” con el cine (diría “malgastar el tiempo” pero me duele utilizar esa expresión). Y, hombre, con una o dos películas podemos permitirnos el “pasar el tiempo”, pero cuando se convierte en costumbre sólo por el hecho de que dicho género haya degenerado pues da verdadera lástima.

No quiero que parezca que lo único que no me gusta de estas películas es lo poco realistas que resultan porque no es así. Es más,  el aspecto que menos me puede agradar es que en general sean esperpénticamente parecidas en todo.

Ante esto, decidí comenzar una nueva sección en el blog, a la que llamaremos “¡Malditas Comedias Románticas!”, en la que os explicaré cuáles son los factores que contribuyen a que mi reflejo nauseoso se vea multiplicado por siete.

Hoy he cubierto el tema menos importante: el poco realismo que aportan. Digo que es el "menos importante" porque, a pesar de tener una repercusión casi evidente en la sociedad, el grandísimo problema que atormenta a este género es que la novedad, originalidad y estilo de estas películas ha quedado casi en el olvido: fomentando así la posible extinción de un género que podría ser tremendamente eficaz y que, por desgracia, está evolucionando a un cuasi-género con segundo apellido que yo calificaría como Comedia Pastelona Romántica.

Así que, ya sabéis, estad alerta por si alguna vez os cruzáis con una verdadera comedia romántica (que ya quedan pocas) y por si alguna vez os perdéis algún artículo de esta nueva sección: intentaré ser lo más crudo e irónico que pueda. 



Tom


¡No os perdáis la siguiente entrega de esta sección haciendo click AQUÍ!
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