Sí, sí, sí. Como os habréis dado cuenta, estoy dispuesto a venderos la serie "A Dos Metros Bajo Tierra" cueste lo que cueste: ya sea por la crítica de la misma, por sus créditos iniciales o por su BSO.
Si aún no conocéis la trama de la serie, os la resumo con pocas palabras: una familia americana residente en Los Angeles tiene como negocio familiar una funeraria, que, encima, es su propia casa. Os podréis imaginar que de un ambiente tan tétrico como ese las posibilidades de que los personajes sean fascinantes son muy elevadas. Y, creedme, así es.
Aunque puede que en ocasiones esta historia resulte excesivamente desoladora y autodestructiva, "A Dos Metros Bajo Tierra" es una de las mejores series de televisión que he visto en mi vida (y su final sobrepasa los límites de la perfección) porque, para empezar, sabe compaginar perfectamente la esencia de la muerte con situaciones tan divertidas como las que os ofrezco aquí.
Yo, en un principio, me enamoré de ella por sus créditos iniciales, y posteriormente por sus personajes, su BSO y la profundidad de la trama. Sin embargo, me di cuenta de que esta serie iba a ser totalmente compatible con mis gustos en las escenas, ambas de la primera temporada, que os ofrezco abajo: pura originalidad y arte televisivo.
Que las disfrutéis.
Jerry
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