viernes, 13 de diciembre de 2013

Viernes Criticón: El Hobbit: La Desolación de Smaug [Versión Reducida]

[ATENCIÓN: versión REDUCIDA de la crítica, para ver la extendida click aquí]

Llevar un año entero esperando una película sin haber leído apenas artículos u opiniones sobre ella, y sin  tan siquiera haber visto los trailers de la misma, es una ardua tarea que lleva implícito un durísimo sufrimiento que no se puede detener con nada más que con el consuelo de, por lo menos, acudir a su preestreno por cortesía de la Warner.

Sí, pude acudir a uno de los privilegiados preestrenos de La Desolación de Smaug. Pude llegar con cuarenta minutos de antelación para comprobar que, si me hubiese retrasado cinco minutos más, me habría quedado sin una butaca en pleno centro de la sala. Pude presenciar los vítores y aplausos cuando las luces de la sala se apagaron, para, poco después, sumergirme en un momento en el que un público - sediento de universo Tolkien - se sumiría en un solemne silencio que sólo podría romper Howard Shore.

Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, todos los ahí presentes vivimos una épica aventura por la Tierra Media que no sólo sirvió para callar a los injustos críticos con Jackson, sino para que los amantes de estas películas asumamos que esto se acaba… Desgraciadamente, a la Tierra Media cinéfila le queda muy poquito tiempo.

● Año: 2013
● Director: Peter Jackson
● Cast: Martin Freeman, Ian Mckellen, Richard Armitage, Benedict Cumberbatch, Evangeline Lilly, Orlando Bloom, Lee Pace, Luke Evans, James Nesbitt…
● Música: Howard Shore
● Duración: 161min


Es inevitable. Uno ya siente, cuando ve los logos de New Line, de Warner y de la Metro, un escalofrío en la nuca que no hace más que empeorar con la melodía de un mejoradísimo Shore. Uno se conmueve y se prepara para un retorno a la Tierra Media por todo lo alto; un retorno que comienza con un prólogo no tan resultón como el de los anteriores filmes, pero sí lo suficientemente potente – en parte gracias al acertadísimo (y descaradísimo) cameo del ilustrísimo Sr. Jackson – como para que los quisquillosos amantes de estos relatos nos relamamos de forma descontrolada al asumir que – tal y como dijo Galadriel en La Comunidad del Anillo - “el mundo ha cambiado”.

Y es que atardece en la alegre y colorida Tierra Media de Un Viaje Inesperado. Nuestra compañía se encuentra en plena huida de los orcos que ya les acecharon a su salida de las minas… Una huída que no hará más que conducirles a un apasionante circuito de pruebas y de trampas que, eventualmente, terminará en la anticipada Erebor y en la oscura y siniestra Dol Guldur.


Después de contemplar esta espectacular secuela, ya no es lógico que haya gente que siga poniendo en duda la decisión de Jackson de dividir esta aventura en tres películas distintas. No tiene ni pies ni cabeza porque cuando uno ve La Desolación de Smaug se da cuenta – si es que ya no lo había hecho con Un Viaje Inesperado – de que la gigantesca envergadura de esta historia resulta imposible de adaptar en un mísero filme si el fin de su creación era el de alcanzar la calidad suprema.

Y ya no sólo resulta tedioso el escuchar comentarios relativos a su extensión, sino que ya es ilógico que se prosiga con esa insistente desvergüenza que osa comparar El Señor de los Anillos con El Hobbit. Así como la anterior trilogía destacaba sobre todo por su belicismo, esta nueva serie de películas opta por una más desenfadada aventura que, sin embargo, será como ninguna otra que hayáis visto en la gran pantalla.


El Hobbit: La Desolación de Smaug no hace más que reafirmar lo que es y de dejar bien claro que sus aventuras son igualmente admirables que los asedios del Abismo de Helm o de la Ciudad Blanca. En esta ocasión, presenciaremos un ejército de temibles arañas no muy distintas de la repulsiva Ella-Laraña, una de las huídas más admirables y espectaculares del actual panorama cinéfilo protagonizada por unos complejísimos barriles de vino, una civilización élfica envenenada por su aislamiento y revitalizada por dos asombrosos y acertadísimos guerreros cuya presencia en el filme fue más que cuestionada (sí, hablo de Légolas y de Tauriel), una ciudad en el lago habitada por unos humanos recelosos a las visitas de extraños pero sedientos de riquezas, y de un acto final trepidante protagonizado por un espectacular dragón – y rey bajo la montaña – llamado Smaug.


Esta película no sólo multiplica por siete el épico y aventurero nivel de grandeza de la Tierra Media, sino que además presagia un explosivo e incendiario desenlace que probablemente llegue a estar a la altura del grandioso Retorno del Rey. Elfos, enanos, orcos y humanos chocarán entre ellos en una tercer entrega que promete esperpénticas dosis de acción, el acertadísimo establecimiento de un lazo conector entre la trama de este viaje inesperado y de la odisea a Mordor para destruir el anillo, y la coronación de los hobbits como unas criaturas fascinantes.

Porque sí, señores, tal y como dice Balin, el valor de los hobbits es increíble. Y la capacidad de Jackson para trasladar la Tierra Media a la gran pantalla más aún.

●Te gustará si: tú también crees que los hobbits son criaturas fascinantes. Rectifico: los hobbits, los enanos, los elfos, los orcos, los magos… y los dragones.

● No te gustará si, simple y llanamente, no te gustan las películas de aventuras.


Jerry

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