Me encanta Juego de Tronos. He leído todas las
novelas publicadas hasta ahora y tengo pendiente por ver la quinta
temporada sólo porque aún no he conseguido un medio legal con
el que disfrutarla. Sin embargo, y a pesar del considerable interés que Poniente
despierta en mi persona, la fórmula de la serie inspirada en la obra de Martin
es, gracias a sus espectadores, muy ordinaria. Para bien o para mal, las
conversaciones sobre ella suelen (y repito: suelen) girar en torno a los desnudos, las barbaridades
o las muertes que han ocurrido en su último episodio. Y así es.
La televisión de hoy en día,
muy en contra de lo que muchos puedan pensar, sigue contando con propuestas
mucho más arriesgadas, interesantes u originales que, sin embargo, pasan
totalmente desapercibidas porque no son mainstream.
Así como aún no conozco a nadie que haya visto la escandalosamente buena Rectify, tampoco he oído a nadie hablar
de esa serie de televisión que se adentra en las herramientas que hoy en día
mueven el mundo de las series de televisión: los ordenadores e internet (Halt and Catch Fire). Estas series, que
muy bien podrían ser consideradas como lo mejorcito
del panorama televisivo actual (cómo me gusta esa expresión), no tienen el peso
que debieran porque – simplemente – no abordan tramas que estén de moda. Y Juego de Tronos sí.
Hay que reconocer que, en gran
parte, Juego de Tronos no deja de ser
un producto televisivo hecho – y pensado – para gustar al más amplio porcentaje de seriéfilos posible. La serie, basada en un material literario bastante más épico
y resultón que, paradójicamente, sólo se hizo famoso cuando la HBO comenzó la producción
de su versión televisiva, está fabricada con todos los ingredientes para gustar al menos exigente de los espectadores: tetas, traiciones, personajes repulsivos, tetas, antihéroes, violencia y, de nuevo, tetas.
Es así. Me da mucha rabia admitirlo pero, así como Juego
de Tronos es mucho más de lo que se dice que es, la serie está en boca de
todo el mundo por lo que no debiera estar.
Porque no. La joya de la HBO no es ni técnicamente
sobresaliente ni osada, su guión estaba prácticamente escrito antes de las producciones de sus primeras cinco temporadas, su reparto no es el más glorioso que ha pisado los
platós de la HBO (es más, es de los más mediocres) y su presupuesto hace
bastante más posible una producción que, a cada día que pasa, va siendo más comercial.
Así que, desgraciadamente,
para mí Juego de Tronos, pese a ser
una de mis grandes favoritas, representa el aspecto que más me desagrada del
colectivo seriéfilo: la conformidad y el gusto fácil, dos motivos por los que joyas técnicas como Hannibal
se cancelan y otras como Halt and Catch
Fire o Rectify ven peligrar su
existencia minuto a minuto.
Porque, como ya sabéis, la que
manda es la audiencia.
Jerry.
la tienes legal en yomvi me parece!!!!
ResponderEliminar¡Apuntado! ¡Gracias!
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