miércoles, 24 de febrero de 2016

Serie de Serias Seriedades | Serios Facilones



Me encanta Juego de Tronos. He leído todas las novelas publicadas hasta ahora y tengo pendiente por ver la quinta temporada sólo porque aún no he conseguido un medio legal con el que disfrutarla. Sin embargo, y a pesar del considerable interés que Poniente despierta en mi persona, la fórmula de la serie inspirada en la obra de Martin es, gracias a sus espectadores, muy ordinaria. Para bien o para mal, las conversaciones sobre ella suelen (y repito: suelen) girar en torno a los desnudos, las barbaridades o las muertes que han ocurrido en su último episodio. Y así es.

La televisión de hoy en día, muy en contra de lo que muchos puedan pensar, sigue contando con propuestas mucho más arriesgadas, interesantes u originales que, sin embargo, pasan totalmente desapercibidas porque no son mainstream. Así como aún no conozco a nadie que haya visto la escandalosamente buena Rectify, tampoco he oído a nadie hablar de esa serie de televisión que se adentra en las herramientas que hoy en día mueven el mundo de las series de televisión: los ordenadores e internet (Halt and Catch Fire). Estas series, que muy bien podrían ser consideradas como lo mejorcito del panorama televisivo actual (cómo me gusta esa expresión), no tienen el peso que debieran porque – simplemente – no abordan tramas que estén de moda. Y Juego de Tronos sí.




Hay que reconocer que, en gran parte, Juego de Tronos no deja de ser un producto televisivo hecho – y pensado – para gustar al más amplio porcentaje de seriéfilos posible. La serie, basada en un material literario bastante más épico y resultón que, paradójicamente, sólo se hizo famoso cuando la HBO comenzó la producción de su versión televisiva, está fabricada con todos los ingredientes para gustar al menos exigente de los espectadores: tetas, traiciones, personajes repulsivos, tetas, antihéroes, violencia y, de nuevo, tetas. Es así. Me da mucha rabia admitirlo pero, así como Juego de Tronos es mucho más de lo que se dice que es, la serie está en boca de todo el mundo por lo que no debiera estar.

Porque no. La joya de la HBO no es ni técnicamente sobresaliente ni osada, su guión estaba prácticamente escrito antes de las producciones de sus primeras cinco temporadas, su reparto no es el más glorioso que ha pisado los platós de la HBO (es más, es de los más mediocres) y su presupuesto hace bastante más posible una producción que, a cada día que pasa, va siendo más comercial. 

Así que, desgraciadamente, para mí Juego de Tronos, pese a ser una de mis grandes favoritas, representa el aspecto que más me desagrada del colectivo seriéfilo: la conformidad y el gusto fácil, dos motivos por los que joyas técnicas como Hannibal se cancelan y otras como Halt and Catch Fire o Rectify ven peligrar su existencia minuto a minuto.

Porque, como ya sabéis, la que manda es la audiencia.


Jerry.

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