lunes, 31 de octubre de 2011

REMAKES, SAGAS Y OTRAS DROGAS



Hoy en día cualquier persona a la que le guste mínimamente el cine sabrá que últimamente en Hollywood hay una fiebre muy polémica (que no es del sábado noche) que recibe el nombre de fiebre de la repetición (vulgarmente conocida como secuelitis: término del todo inapropiado, además de incorrecto, por diversas razones que ya os explicaremos).

Como toda enfermedad, esta fiebre va a tener una incidencia, una etiología, unos síntomas y signos, alguna que otra complicación y, finalmente, un pronóstico y algún tratamiento (que puede ser, o no, eficaz). Pues bien, vamos a estudiar cada uno de los aspectos de esta enfermedad al detalle.

Incidencia.
La incidencia de una enfermedad, por si alguien no lo sabe, no es ni más ni menos que el número de casos ocurridos. 

En el caso de la fiebre de la repetición podríamos estar enfrentándonos a  una seria epidemia dado que en los últimos años no hemos parado de ver remakes, segundas partes, terceras e incluso cuartas… Algunas, muy buenas… Otras lamentables.

No podemos daros un valor aproximado de la cantidad de cintas que se incluyen dentro de este inmenso saco debido a que el estudio realizado no ha sido doble ciego, presenta numerosos sesgos y la recogida de datos ha sido un poco desastrosa. Sin embargo, lo que sí podemos decir es que dentro de este saco hay secuelas, precuelas, remakes (y re-boots), spin-offs... En fin, de todo [de ahí que el término “secuelitis” sea incorrecto: no hablamos sólo de secuelas].

Etiología.
Creemos que es bastante evidente que desde hace unos 6 años o bien la creatividad de la industria del cine está sufriendo también algún tipo de crisis (que no la económica) o bien está recurriendo a los productos exitosos para asegurarse así una inversión considerable y poder evitar, esta vez sí, la crisis económica.

No sabemos cuál de las dos será por lo que la causa que prima aquí será idiopática [es decir, espontánea o desconocida] aunque, la verdad, es que todos sabemos que si algo predomina en todo esto es el tema del “dinero fácil”.

Sí, señores. Si una película resulta rentable, se hacen secuelas, precuelas o incluso intercuelas (sí, existen). Lo que se necesite para que el cabreo de los fans tenga un efecto directamente proporcional a la extensión de sagas o a los re-boots de antiguas sagas. ¿Me siguen?

Por si no lo hacen  aquí les mostraré una curva dosis-respuesta; siendo la “dosis” las secuelas y la “respuesta” la actitud del público o la ganancia económica. Seguro que les aclarará las cosas.


Como podemos observar, el número de secuelas aumenta y, con ello, el cabreo de los espectadores. A pesar de eso (de las múltiples críticas, los enfados y demás) salen rentables. ¿Qué no? Si no nos creéis, preguntadle a Freddy Krueguer, a Jigsaw o a Hannibal Lecter.

Síntomas y Signos.
Cuando llega a la consulta (es decir, la cartelera) una película cuyo proceso de realización ha sufrido los síntomas que ahora os describiremos, se encienden los fuegos de la redacción y los críticos comienzan a masajearse los dedos de las manos para estar al 100% a la hora de hacer la historia clínica… quiero decir, a la hora de analizar el filme y escribir acerca del mismo. Sí, las precuelas, las sagas, las secuelas, los spin-offs y los re-boots son del todo polémicos y son, claramente, carne de cañón. Y con mucha razón.

- Los signos (que son objetivos y apreciables por el médico, o mejor dicho: crítico cinematográfico) del nuevo filme serían las recaudaciones previas de las películas que le preceden. ¿Por qué? Pues porque son el impulso que lleva a las productoras a hacer nuevos filmes… La situación de éxito crónico es bien deseada por todas las productoras.



Como ejemplos típicos tenemos la extensión de la saga X-Men a pesar de que con su tercera parte temblaran todos los cimientos cinematográficos de la pandilla de mutantes (para luego ser salvada por una exitosa precuela), pasando por el alcance del absoluto clímax pixariano con la tercera parte de nuestros juguetes favoritos, siendo sorprendidos de nuevo por un Ghostface más imprevisible que nunca, machacando a críticas a un Indiana Jones en un Reino de Cristal que a nosotros personalmente no nos pareció tan desafortunado, alargando  las uñas de Freddy y unas Sawgas ya muy vistas (qué ironía: “vistas”) en cuanto a vísceras y mutilaciones (que, a pesar de todo, siempre nos acaban atrayendo por ese giro final característico), descubriendo nuevos productos rentables y en definitiva activamente paranormales para explotar (pronto sobre-explotar) o [REC]-ear, reviviendo sin parar a hordas de zombies Residentes de Maldad o a hordas de vampiros y hombres lobo del Underworld… Todo esto seguido de un extensísimo etcétera que no estamos dispuestos a alargar más.

- Por otra parte, los síntomas (que es aquello que dice el paciente pero que el doctor no puede ver/comprobar) no son nada más y nada menos que los testimonios de los directores/guionistas/reparto de la película que son tan típicos como “a mí si me dan un buen guión, pues accedo”, “consideré que aún quedaba mucha historia que contar”, “nos dimos cuenta de que tenemos que saber el pasado del personaje para entenderle bien y, por ello, la precuela era necesaria”. Lo que ellos digan, pero el médico no es tonto y esas mentirijillas compulsivas no se las creen…




Complicaciones.
El problema de todo esto es que hay tanta cantidad de material que el espectador o el crítico se cansa.

Si hubiese un número reducido y prudente de secuelas (quien dice “secuelas” se refiere a precuelas, etc), no sería un tema tan polémico o criticado… Pero, la moda es la moda y, queramos o no, estamos en una época en la que hacer sagas interminables es del todo trendy.

Pronóstico
Yo personalmente no soy un enemigo aférrimo de las secuelas o de las sagas no premeditadas (las que sí lo son no han sido mencionadas en ningún momento porque esas no son improvisadas sobre la marcha… perdón, quería decir que “esas no son improvisadas sobre una montaña de billetes”) porque no he tenido el placer de ver muchas de ellas y, de las pocas que he visto, la mayoría me han parecido todas buenas o, por lo menos, “no basura” (aunque Ice Age 3, Shrek 4, Saw 3, Ultimátum a la Tierra y alguna que otra podríamos decir que son del todo prescindibles).

Con esto me estoy refiriendo a la saga Saw (sí, la calidad va en caída libre desde la segunda pero sus finales me superan), Scream (soy un fan hecho y derecho de la saga y no quiero que nunca acabe; lo siento, esto es muy poco objetivo pero el encanto de esta saga, sus autocríticas y sus finales me parecen sobresalientes), Toy Story (sé que Pixar con Toy Story jamás meterá la pata), Indiana Jones (no, el Reino de la Calavera de Cristal no me pareció mala… simplemente diferente), etc.

Sin embargo, hace poco me planteé algo en relación a los remakes: “Si a mí me ponen a un Harry Potter que no sea Daniel Radcliffe, a una Hermione Granger que no sea Emma Watson y a un Ron Weasley que no sea Rupert Grint… Me enfadaré y seré lo más injusto con la película que pueda”. ¿Por qué? Pues porque LA saga Harry Potter es la que se acaba de terminar, no una que comience dentro de cinco años.

Ante esto pensé que quizás ahí es donde reside la clave de mi en-cierto-modo-indeferencia ante los remakes y el enfado constante de muchos fans de las sagas/filmes re-filmados: quizás todo sea fruto de que las generaciones que vieron por primera vez Pesadilla en Elm Street no pueden entender que sea plagiada con una nueva versión…

A pesar de eso, si le damos la vuelta a la tortilla, uno piensa que, si se vuelve a hacer semejante cosa, es para acercar una historia antigua al público actual… Pero, claro, los espectadores “fieles al original” lo verán como una deshonra o incluso insulto.

Sin embargo, esta regla no puede ser aplicada para la constante insistencia en hacer secuelas, y más secuelas, y aun más secuelas… Si algo mueve eso, como ya hemos mencionado, es el dinero y, desgracidamente, muchas sagas improvisadas se han echado a perder por ello. Ejemplo clarísimo: Shrek, su cuarto capítulo sí que era más lamentable que el remake de The Day The Earth Stood Still (“re-hecha” como Ultimátum a la Tierra).

Bueno, no nos indignemos porque no merece la pena… Dentro de poco tendremos de nuevo en nuestras pantallas a Ethan Hunt (con una nueva Misión Imposible que, a pesar de ser secuela tardía, pinta muy bien), John McClane (con una Jungla de Cristal que quizás introduzca a ¿un hijo? y que, sinceramente, nos huele a gato encerrado), a Sully y Mike (que, no contentos con habernos hecho reír y llorar con la magnífica Monstruos SA quieren repetir la jugada en Monsters University), a una Ciudad del Pecado en Sin City 2 (que esperamos con muchas ganas por ser fans de los cómics), a unos pingüinos con pies inquietos (Happy Feet 2), a un perezoso y compañía en Ice Age 4: Continental Adrift (si su calidad es similar a la tercera parte, prescindiremos de llorar la pérdida de una gran saga), Jurassic Park IV (Spielberg, vuelve… Te lo rogamos), Bridget Jones (¿con hijos? No, por favor… Todavía le tenemos cariño), [Rec] 3, étcetera.

Tratamiento.
Ninguno: me parece que estamos ante una enfermedad crónica incurable.

Jerry.

3 comentarios:

  1. Como siempre, INCREIBLE Jerry ;)

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  2. Muy bueno el artículo. Yo no soy enemigo de las secuelas, pero siempre y cuando se hagan con cariño y no en busca del dinero fácil.

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias Juan! Y desde luego, estoy de acuerdo contigo. Qué malo es sólo buscar el dinero...

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