Continuando con este
terrorífico y absolutamente conveniente (por eso de que os intento contagiar mi cinéfila desolación) “Ciclo de la Autodestrucción”, he de decir que, debido a lo poco
autodestructivo que me estoy sintiendo últimamente, he de prolongar la duración
de esta dramática tendencia bloggera, además de aumentar la brutalidad de las películas analizadas. Así que, señores, tendremos lágrimas y pesar para rato. Pero no os quejéis, que vosotros no estáis estudiando el MIR.
La siguiente película que os
voy a ofrecer es A Ciegas, un filme del famoso Fernando Meirelles (responsable de la aclamadísima – y de absoluto y
extremadamente obligado visionado - Ciudad
de Dios) que funciona como adaptación de la novela de José Saramago Ensayo sobre la Ceguera.
● Año: 2008
●
Director:
Fernando Meirelles
●
Cast:
Julianne Moore, Mark Ruffalo, Gael García Bernal, Sanny Glover, Yoshino Kimura,
Alice Braga
●
Música:
Marco Antonio Guimarães
●
Duración:
121min.
Lo que este filme nos ofrece
es algo destacadamente innovador en el ámbito de las películas catastrofistas y
pseudo-apocalípticas. En su sobrecogedor comienzo, presenciamos el brote de una
extraña epidemia que ocasionará una - hasta entonces desconocida - blanquecina ceguera que
asolará a una ciudad sin nombre.
Ante esta infección (y su
consecuente diseminación por la población), el gobierno opta por recluir a los
afectados en un edificio en el que convivirán ellos solos, se racionarán por su
cuenta la comida y del que no podrán escapar a no ser que sea con los pies por
delante. Sin embargo, lo que nadie sabe es que entre los recluidos hay una
mujer sana que, por el empeño de acompañar a su incapacitado marido, termina
encerrada en ese edifico que pronto se convertirá en la mayor pesadilla humana
que el espectador se pueda imaginar.
Sin tener ni idea de cómo es
la novela de Saramago, he llegado a la conclusión de que el contenido de esta
película invita a una reflexión muy interesante. La primera vez que la vi, hace
ya cinco años, no terminé nada convencido de si me había gustado o no. Me
esperaba un filme distinto que no se centrase durante tanto tiempo en el
aislado edificio en el que son encerrados los primeros enfermos de la llamada enfermedad blanca. Sin embargo, cuando
vi por segunda vez la película, la opinión que tenía sobre ella experimentó un
giro radical de 360 grados.
No sólo aprecié mucho más la
ceguera a la que el propio espectador se expone al ver el filme con ese uso del
color blanco a lo largo de prácticamente todo el metraje, esas secuencias que
no son más que pura genialidad hecha fotograma (atención al golpe del niño
ciego contra la fantasmal mesa) y esos inquietantes sonidos tan repentinos como
certeros… No. Además de eso, también conseguí centrarme en el que probablemente
sea el verdadero objetivo de esta obra: la autodestrucción contra la que la
humanidad se estrellaría ante cualquier repentina adversidad.
Con un plantemiento que, en
cierto modo, me recuerda muchísimo al de la excelente cinta La Niebla de Stephen King (cuya ceguera
no es otra que la presencia de una niebla infestada de amenazas), A Ciegas mete el dedo en la oculta herida
de los instintos de supervivencia más salvajes de los hombres. Una herida cuya
cicatrización será prácticamente inconcebible después de la inaceptable reclusión
de los enfermos, de la barbárica “monarquía”
absolutista que se establece en el edificio protagonista, y de la
hegemonía de la nefasta ley del más fuerte en un mundo cegado ante los principios
humanos que, supuestamente, gobiernan nuestra conducta.
A pesar de que su calidad no
consigue alcanzar a la impresionante Ciudad
de Dios, esta nueva película de Meirelles alcanza un puesto de prestigio en
mi ránking cinéfilo sólo por lo visualmente luminosa que es, lo temáticamente
oscura que resulta, y por la interesantísima reflexión a la que invita.
●Te
gustará si:
eres capaz de sumergirte en la problemática situación de los protagonistas, o
si disfrutas con películas que invitan a la reflexión.
● No
te gustará si:
esperas que Fernando Meirelles ofrezca un filme de calidad superior – o por lo
menos igual – a Ciudad de Dios.
Jerry
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