Cuando se es un cinéfilo
empedernido y entregado a la causa de un modesto blog de cine y televisión, se
tienen que hacer ciertos sacrificios como, por ejemplo, ir al cine solo. Sin
embargo, como me consta que muchos de mis amigos comparten – hasta cierto punto
– mi pasión por la gran pantalla, de vez en cuando les informo de que X día a X
hora voy a ir a ver X película de X género.
Mucho ojo, porque aunque esté
hablando de X película y X género, y a pesar de que la actriz de Open Windows sea una antigua estrella
del cine porno, no les hice ningún tipo de propuesta indecente a mis elegantes y
discretos amigos. Lo que sí que hice fue decirles que el miércoles iba a ver la
ya mencionada película y que, si querían, podían acompañarme. Muy a mi pesar, dos
de ellos lo hicieron. Y si digo “muy a mi pesar” es porque odio que mis colegas
vengan conmigo al cine a ver películas por las que, sinceramente, no merece la
pena pagar 3,90 euros.
● Año: 2014
●
Director:
Nacho Vigalondo
●
Cast:
Elijah Wood, Sasha Grey, Neil Maskell
●
Música:
Jorge Magaz
●
Duración:
100min
Antes de ir al cine a ver la
nueva película de Nacho Vigalondo leí en alguna parte que Open Windows era La
Ventana Indiscreta del siglo XXI. Sin embargo, no sólo considero
extremadamente osada esa comparación, sino que además creo que posicionar la
irregular producción española a la misma altura que la apasionante y perfecta
cinta de Hitchcock es, cuanto menos, ridículo.
Open
Windows
cuenta la historia de un ingenuo blogger (Elijah Wood, aka: Frodo Bolsón) al que, a través de un concurso virtual, se le
concede la oportunidad de cenar con la actriz que le quita el sueño (interpretada
por la ya mencionada ex–profesional del cine X). Sin embargo, lo que parecía
ser una cita perfecta termina convirtiéndose en la peor pesadilla que Frodo se
podría haber imaginado: el secuestro de la estrella de Hollywood.
Valiéndose de un estilo
narrativo muy original y de una puesta en escena muy simple pero, cuanto menos,
atractiva, Nacho Vigalondo – ventanas virtuales mediante – nos ofrece una
película que podría haber funcionado como herramienta de concienciación acerca
de los peligros que pueblan Internet pero que termina siendo una cinta de acción con toques de thriller psicológico, terror cutre y perversión blackmirroriana que no debería engañar a nadie. Y ahí está el problema.
Así como el principio del
filme me pareció muy poco resultón, he de reconocer que en cierto punto de la historia me inquieté muchísimo. Justamente en el momento en el que el villano (que, quién lo iba a decir, es el espectacular Neil Maskell de Utopia) comenzó a explicar qué es lo que estaba pasando exactamente, me
pareció ver una discreta - y casi imperceptible - esperanzadora analogía a la terrorífica
serie de televisión de Charlie Brooker (Black
Mirror). Y eso, señores, créanme que habría sido un acierto en toda regla
que habría cambiado por completo el devenir de la cinta. Pero, como cabía esperar, no ocurrió.
Pronto nos damos
cuenta de que el meollo de esta disparatada aventura cibernética no va a
desembocar en una crítica a los medios de comunicación ni al peligro de las
nuevas tecnologías. No. Vigalondo opta por justificar su fallida película utilizando
un sobreextendido (disculpen el anglicismo) desenlace que se hace tedioso, que provoca la risa y que
resulta tan sumamente ridículo que, aún yendo lo más abierto posible (mentalmente
hablando) a ver este filme al cine, te seguiría pareciendo lo que termina
siendo: una perfectísima basura.
A pesar de que a simple vista la
idea sobre la que giraba la trama era muy atractiva, el camino que recorremos
de la mano de Vigalondo durante una hora y media escasa, se autodestruye a sí
mismo al tener que – por si no fuera poco - explicar, durante un ya mencionado
estiradísimo final, qué es lo que acabamos de presenciar exactamente. Y,
señores, no hay nada peor que una película que se intenta explicar a sí misma.
O mejor dicho: no hay nada peor que una película que se intenta explicar a sí
misma y que, encima, no sabe a qué género ¿cinematográfico? pertenece. Porque no, Open Windows no tiene claro a qué aspira: no sabe si ser una cinta de acción, un filme de terror, una herramienta de denuncia o una película de Antena 3 emitida un domingo por la tarde.
En definitiva, este novedoso
filme (lo reconozco, su formato es tremendamente original) es un quiero y no
puedo que demuestra que Vigalondo no tenía muy claro cómo enfocar una historia
con un soberbio potencial que, muy a mi pesar, se termina comportando como un
indigesto mejunje de enredos fatalmente cohesionados, conductas de personajes ridículas y actuaciones extremadamente forzadas (en ocasiones patéticas: Sasha, vuelve al cine X), que da la sensación de que padece un
trastorno de identidad.
Vigalondo, ¿en qué estabas
pensando?
●Te
gustará si:
el curioso formato de la película te parece suficiente razón para alabarla, o
si te apetece presenciar el salto a Hollywood de una antigua estrella del porno
que, eso sí, tampoco deja de enseñar carnaza en cine no-X.
●
No te gustará si:
esperas esa ”ventana indiscreta” del
siglo XXI.
Jerry
No la he visto pero de Elijah Wood ya no se espera nada bueno. Ayer mismo vi "Maniac" (2012), tb protagonizada por el inexpresivo Frodo y que decir, una porquería....
ResponderEliminarBuen blog el tuyo, lo reviso seguido. Gracias.
Esteban
http://politocine.blogspot.com
Yo, personalmente, no la recomiendo... ¡Pero no está de más verla por el formato que tiene! Muchas gracias por tu comentario!
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