En la primera entrega de Serie de Serias Seriedades reconocí que
yo solía ser consumidor de series a través de plataformas de internet que no
aportaban un claro beneficio a las cadenas que las emitían. A día de hoy, y
gracias a que por fin puedo contar con una retribución mensual por los
servicios que presto a los mejores pacientes del mundo, también puedo confesar
que mi época oscura ha terminado.
Sí, ya puedo decir que me he
redimido de mis pecados y que mi alma televisiva ya no está corrupta. Sin
embargo, hace poco recibí una llamada telefónica (que terminó siendo una inesperada broma) que me hizo reflexionar. En ella, un supuesto vecino
me preguntaba si, por favor, podía dejar de utilizar su red wifi para
descargarme series de televisión. Esta petición, que fue recibida con un cortés
- pero muy repelente - “yo no me descargo series de forma ilegal”, hizo que le diese
vueltas a la sorprendente naturalidad que le damos a la
actividad de “descargar” material de internet.
Hoy. En el año 2016.
Hay que reconocer que en la España de hace unos años no era fácil mantenerse al día con las series que más se comentaban por Internet. Nuestro país, que sobrevivía a base de emisiones en cuestionables horas de la madrugada o plataformas que no dejaban de ser desmanteladas, ha tardado mucho tiempo en darse cuenta de que el mercado televisivo podría
suponer una gran inversión por eso de que estamos viviendo la llamada “Edad de
Oro” de las producciones de la pequeña pantalla. Por lo tanto, desde hace
aproximadamente un año o dos, las facilidades que se nos han puesto para calmar
nuestra abstinencia seriéfila han crecido de manera notable, retando así a
nuestra creatividad para inventar excusas que justifiquen lo que, a día de hoy, ya es injustificable.
Si bien es cierto que series
como Perdidos o The Big Bang Theory no habrían alcanzado el nivel de popularidad al
que llegaron si no hubiese sido por aquellas plataformas de escasa moralidad audiovisual, es innegable que la actividad que fomentaban estas
páginas, aunque bienintencionada, no era correcta. Y menos aún en un presente
en el que no podría haber más medios para disfrutar de nuestras series
favoritas.
Empezando por el clarísimo
aumento de oferta que ha invadido los estantes de tiendas como la Fnac, el masivo dominio de Amazon, y terminando por la amplia biblioteca
de series disponibles en plataformas de pago como Movistar TV, Vodafone TV, Wuaki TV o Netflix, es hasta cierto punto patético que haya gente que aún defienda la práctica de ver series por páginas
similares a la ya prehistórica Seriesyonkis.
Porque ya no estamos en el año 2001, en el que sólo llegaban a España tres o
cuatro producciones de Estados Unidos que se emitían en TVE, La 2 o Telecinco.
Ahora mismo, y a precios francamente asequibles, tenemos un inmenso catálogo de
películas y series al alcance de la mano que, simplemente, sigue sin convencer
a un público cuyo problema no es económico; sino cultural.
Porque somos españoles, nos
aferramos a lo gratuito como a un clavo ardiendo y a la recompensa sin el
esfuerzo. A la trampa, al engaño. Y curiosamente, a pesar de que a muchos les encanta defender las subvenciones al
cine Español porque es "cultura", nos negamos a pagar por un producto tan cotizado como es una
serie de televisión o una película. Un producto que, además de cotizado, también pertenece a la poco definida "cultura".
Porque, ¿para qué ir al cine? ¿para
qué pagar pudiendo disfrutar de todo esto en Internet de forma gratuita? ¡Estamos
en nuestro derecho a elegir! ¡Nos lo merecemos! ¡Qué vivan nuestras páginas web! ¡Y que no nos roben! ¡Que no nos defrauden! ¡Pero cobremos en negro si tenemos oportunidad de no cotizar! ¡Que no nos suban los impuestos o las tasas universitarias! ¡Que no me obliguen a gastar dinero en las actividades a las que dedico tantísimo tiempo libre! ¡Que sí, que somos españoles y que tenemos más cara que espalda porque no vamos al gimnasio!
¡Y que viva el gimnasio que he estado pagando durante seis meses y que no he pisado!
¡Y que viva el gimnasio que he estado pagando durante seis meses y que no he pisado!
¡Porque yo soy español, español, español!
Jerry
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