martes, 17 de enero de 2017

Martes Criticón | La La Land

No es fácil rodar una película que consiga llenar las salas de prácticamente todos los cines de Madrid durante el fin de semana de su estreno. En los tiempos que corren, fenómenos como éstos sólo se ven con filmes del perfil de Star Wars: El Despertar de la Fuerza (J.J. Abrams, 2015), con adaptaciones de éxitos literarios que hacen enloquecer al público teen o con bombazos como La La Land, lo nuevo de Damien Chazelle (Whiplash).

Habiendo arrasado en la última gala de los Globos de Oro al recibir los galardones en las siete categorías en las que había sido nominada, y a la espera de saber si conseguirá todos los BAFTA a los que aspira (ni más ni menos que once), no nos debería quedar la menor duda de que este musical va a ser el título más anticipado de cara a las ya muy próximas nominaciones a los premios Oscar de la Academia... Porque – nominaciones aparte – La La Land es un auténtico triunfo.

Año: 2016
Director: Damien Chazelle
Reparto: Ryan Gosling, Emma Stone, John Legend, Rosemarie DeWitt
Guión: Damien Chazelle
● Dirección Fotografía: Linus Sandgren
● Banda Sonora: Justin Hurwitz
● Nominaciones a los Oscar: Mejor Película (Nominada), Mejor Director (Ganador), Mejor Actor (Ryan Gosling - Nominado), Mejor Actriz (Emma Stone - Ganadora), Mejor Guión Original (Nominada), Mejor Banda Sonora Original (Ganadora), Mejor Canción (Ganadora - City of Stars), Mejor Sonido (Nominada), Mejor Edición de Sonido (Nominada), Mejor Diseño de Producción (Ganadora), Mejor Fotografía (Ganadora), Mejor Diseño de Vestuario (Nominada), Mejor Montaje (Nominada).
Duración: 116min

Así como a veces parece demasiado reivindicativo insistir en que el cine es un arte, resulta exasperante presenciar reacciones de indiferencia ante argumentos que defienden que el cine del s.XXI carece de valor, que toda la fascinación que despertaban las películas de antaño ha desaparecido y que ya no se hacen obras maestras como las de antes. Todos estos comentarios, revestidos de un clarísimo cinismo, no son más que el reflejo de una sociedad resentida que se niega a dejar que las nuevas generaciones tomen el relevo y disfruten de un pasatiempo que, como todo en esta vida, crece y se reproduce con el  paso de los años.

Y aunque es cierto que a día de hoy aquel mundo cubierto de alfombra roja y revestido por flashes de cámaras fotográficas no es igual de misterioso que hace unos años por la inevitable globalización de los medios de comunicación y evolución de la prensa, aún hay muchas películas que nos recuerdan que en el cine puede ocurrir cualquier cosa, que es en esas pantallas donde muchos encuentran el lugar donde dejar volar su imaginación y soñar, y que la experiencia de ir al cine puede llegar a ser tan mágica como el truco más elaborado de cualquier prestidigitador.


Pues bien, para todos los amantes del cine, los soñadores, los nostálgicos, los que respetan éste y todos los artes, los que sienten avidez por sentir su sangre bullir de emoción delante de una pantalla o los que simplemente quieren ser testigos de lo que significa eso de “la magia del cine”, hace muy poco tiempo llegó a nuestras pantallas la película que define todos estos conceptos a la perfección: La La Land, un filme que quita el aliento, contagia buen humor, despierta pasiones, inspira inquietudes y activa todos los músculos del cuerpo para que empiecen a moverse a sea cual sea el ritmo que marca la vida de cada uno.

Partiendo de una introducción fascinante por su electrizante música, su fantástica coreografía y por aquel espectacular plano secuencia, y cerrando sus dos horas de increíble metraje con una secuencia que emocionará hasta al más rancio de los espectadores, lo nuevo de Damien Chazelle ha irrumpido en la temporada previa a la entrega de los galardones más importantes del año para robar a todos los demás el derecho a aspirar a cualquier premio. Porque, aunque La La Land seguro que tiene muchísimos fallos para mentes más objetivas que la mía, el poder de la cinta protagonizada por Emma Stone y Ryan Gosling es arrebatador.


Tanto es así que, cuando se encendieron las luces de la sala en la que había sido proyectada, me quedé paralizado en la butaca y me dediqué a observar al público. Había quienes aplaudían con decisión, quienes lloraban de emoción, quienes se habían puesto en pie y simulaban bailar claqué al ritmo de la formidable música de Justin Hurwitz, quienes conversaban entusiasmados acerca de lo que acaban de ver, y quienes, en su camino a la salida, no podían dejar de silbar sus canciones. Mientras tanto, escondido en mi butaca,  yo sonreía por dentro.

Sonreía porque Damien Chazelle – director y guionista de esta obra maestra del cine de este paupérrimo y poco merecedor siglo XXI – lo había hecho: había marcado un gol dentro de las porterías de todos aquellos cínicos que son incapaces de darse cuenta de que el cine de hoy sigue igual de vivo que el de ayer.

Igual.


● Te gustará si: disfrutas del cine.

 No te gustará si: quieres insistir en que ya no se hacen grandes películas.


Jerry
Imágenes vía Lionsgate
Póster de IMP Awards

3 comentarios:

  1. Hola! Tengo muchas ganas de verla, tiene una pinta estupenda! Gracias por la crítica!

    Un saludo!

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  2. Cuando la vi justo pensaba eso... Como las grandes viejas películas!

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