Aprovechando que este martes
se ha publicado la crítica de Winter’s Bone - filme que propulsó la carrera de Jennifer Lawrence - he decidido que
sería bastante apropiado someter a análisis su última película, en la que
Lawrence consiguió ganar esa estatuilla dorada tan demandada por muchos, poco reconocida por otros y cada día menos indicativa de calidad cinematográfica.
Y, bueno, una vez más, y como
ya hice con la anterior película de Bradley Cooper (El Ladrón de Palabras), voy a optar por someter a crítica a El Lado Bueno de Las Cosas sin revisar
la entrada ni una, dos, tres o cuatro veces (siendo tres el número de veces que
habitualmente re-leo y modifico mis pedantes críticas).
Sin
autocorrección,
señores. Tirémonos a la piscina.
● Año: 2012
● Director: David O. Russell
● Cast:
Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert de Niro, Jacki Weaver…
●
Música:
Danny Elfman
●
Nominaciones a los Óscar: Mejor Película (Nominada), Mejor Director
(Nominado), Mejor Actriz (Jennifer Lawrence - Ganadora), Mejor Actor (Bradley
Cooper - Nominado), Mejor Actor Secundario (Robert de Niro), Mejor Actriz
Secundaria (Jackie Weaver), Mejor Guión Adaptado (Nominada), Mejor Edición (Nominada).
●
Duración:
122min.
No sé si fue el ruido que las
palomitas de mi amigo hacían al entrar en su boca lo que me hizo casi vomitar
viendo El Lado Buena de Las Cosas o
que realmente esa película es un truño hecho y derecho que, desde mi humilde y
casi pedante punto de vista (me cago en la leche; la palabra pedante ya la he
utilizado antes y no puedo autocorregirme), no tiene ni buenos diálogos, ni una
trama mínimamente interesante, ni una estructura lógica y ordenada, ni un drama
lo suficientemente dramático como para hacernos llorar. No tiene nada de nada.
No es comedia. No es drama. Es
que ni siguiera es una maldita y caprichosa comedia romántica. Es un maldito
híbrido que no encaja en ningún género y que se ha quedado reprimido en un
limbo más oscuro que el que ya comentaron los jovencitos hijos de Nicole Kidman
en Los Otros.
El
Lado Bueno de Las Cosas no tiene nada de bueno salvo la presencia
de actores muy agradecidos estéticamente hablando. Y, a decir verdad, y después
de haber meditado mucho lo que voy a decir, Jennifer Lawrence no se merecía ese
globo de Oro y CLARAMENTE tampoco la estatuilla esa dorada que cada día
despierta en mi persona los más esperpénticos instintos salvajes.
Ya me lo habían advertido mis
padres - vaya, aquí he tenido que corregir porque iba a decir mi verdadero
nombre y, qué queréis que os diga, paso olímpicamente de hacerlo -: “Jerry, no vayas a verla porque no te va a
gustar”. Pero Jerry, haciendo caso omiso y pensando que por una maldita vez
mis padres no iban a tener razón en algo (y, bueno, admitámoslo; no me fío de
nadie cuando de cine se trata), fui al cine.
Mi sorpresa comenzó en el
momento en el que me di cuenta de que esta ñoña historia, protagonizada por dos
enfermos psiquiátricos, iba a tener como
tratamiento de primera elección el amor verdadero. Pero vamos a ver, señores
del altísimo Los Angeles, déjennos en paz y paaaaaren ya de darnos la tabarra
con que el amor es la cura de toda enfermedad: eso es una falacia rellena de
irónica hipocresía y bañada en una salsa procedente de las heces diarreicas que
los bombones de San Valentín le dieron al pobre director.
Sin embargo, y dejando de ser
tan catastrofista, hiriente y poco cuidadoso, si esta película ha recibido tantas nominaciones, si ha
alcanzado tanta popularidad, y si a tanta gente le ha gustado, quizás el
problema lo tenga yo. Quizás ese día no debí ir al cine porque no estaba lo
suficientemente “concentrado” como para someterme a un filme cuya esencia no se
hace evidente en el superficial primer visionado. O quizás la gente no tiene un maldito gusto cinematográfico establecido, fijo y universal. Porque, digáis lo que digáis, hay películas que son buenas y otras que no son buenas porque, demonios, la belleza de los ojos de Cooper, el morbo de Lawrence o la antigüedad de De Niro no hacen a un filme bueno. Y ya no se dónde quería ir a parar y no puedo corregir la cantidad de estupideces que acabo de decir.
En fin, honestamente
jamás sabré si "vi mal" este bodrio o si de verdad merece ser defecado en una letrina (ya ni cisterna), porque paso olímpicamente de volver a ver la película; ese inestable
y molesto manejo de la cámara, esos diálogos aburridos y esa trama futbolística
y danzarina absolutamente efervescente (sí, señores, efervescente), hacen que
mi interés por el revisionado se reduzca a menos siete.
Yo no le veo ni la magia ni
tampoco un mísero lado bueno a esta película.
Y, después de entradas así, aún me sigo preguntando por qué no me contratan en Hollywood.
●Te
gustará si:
te gustan las comedias vulgares.
●
No te gustará si:
esperas un filme merecedor de una auténtica nominación a “Mejor Película”
Jerry
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