viernes, 9 de junio de 2017

CRITICA | Dejame Salir


A pesar de que no deja de ser divertido tener una opinión distinta a la de los demás, hay veces en las que nadar a contracorriente supone tanto un esfuerzo como un disgusto. Prueba de ello es que, cuando salí del cine de ver Get Out (Jordan Peele, 2017), sentí una mezcla de decepción, culpa y lástima dignas de ser analizadas: decepción por no haber disfrutado de la ópera prima de Jordan Peele como me habían prometido que haría, culpa por ser de los pocos que no consiguieron apreciar la valía de - aparentemente - una de las sátiras más acertadas de los últimos años, y lástima por no sentir la suficiente confianza como para denunciar la que, para mí, es una película de terror totalmente ordinaria.

No sólo se ha dicho que el debut de Peele como director es digno de alabanza, sino que además se ha defendido que el contenido del mismo aborda con una calidad y grandeza incuestionables el conflicto racial que, todavía hoy, asola a los Estados Unidos de América. Y aunque es cierto que Get Out (Déjame Salir en nuestro país) coquetea con la inseguridad, recelo y fascinación que los blancos aparentemente sienten por los atributos de las personas de color, para mí las formas que ha utilizado Peele para denunciar, reivindicar ó satirizar sea cual sea el problema social que quiere denunciar, reivindicar o satirizar, han sido tan comunes como desafortunadas.

Si empezamos teniendo en cuenta que la historia de Get Out avanza de cliché en cliché y de que sus personajes tropiezan infinidad de veces con las ahora tan discutidas malas decisiones (¿de verdad se ha criticado más a Prometheus o Covenant por esto?), Get Out, pese a haber sido calificada como una de las grandes promesas de la temporada, para mí ha pasado a ser una de las películas más sobrevaloradas de los últimos años. Ya no sólo porque, a estas alturas, defender aspectos tan poco afortunados como su apuradísima historia (que la solución al misterio que rodea al plan de aquella jauría de psicópatas recaiga sobre el flash del móvil de un fotógrafo que siempre lo tiene sin batería por culpa de una asistenta escurridiza sobrepasa los límites de la vagancia) o su torpe - y hasta mediocre - ejecución de sobresaltos sea poco razonable, sino porque la valía de una película no siempre puede estar justificada por sus presuntas intenciones.

Muchos dirán que en realidad estamos ante una comedia, por lo que gran parte de lo dicho anteriormente no tiene valor alguno. Sin embargo, me parece raro atribuir a Get Out ese género. Imagino que la ausencia de carcajadas durante la sesión en la que vi la película podría estar justificada por la presencia de espectadores blancos igual de rancios que yo, pero, pensándolo bien, a lo mejor es que ese evidente componente cómico se atribuye a las secuencias de violencia gratuita que tanto gustan a los jóvenes de hoy en día.

No lo sé. Sinceramente, no lo sé. Pero lo que tengo claro es que no voy defender a Get Out. Entiendo que se le de valor y comparto que se trata de un notable comienzo para la carrera de Jordan Peele como director, pero jamás se me pasará por la cabeza referirme a ella como un buen ejemplo de cine reivindicativo, satírico o de terror. 

Anda ya. Con todo lo bueno que hay por ahí.


Jerry
Imagen vía ScreenRant

2 comentarios:

  1. Hola! Esta no es de mi estilo así que la dejo pasar.

    Un saludo!

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  2. Aún cuando hay momentos bastante rápidos y que pueden ser de impacto, no se si calificarla como terror fuerte, pues me parece que mezcla cosas ya tan usadas, es más psicológico, que vivo. Espero poder verla. Los invito a pasar por www.rizog.com

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