Estamos en pleno verano; esa
época del año en la que mucha gente huye a la playa o a la montaña para
desconectar de la rutina, otros optan por quedarse en casa para, por ejemplo,
estudiar los exámenes de Septiembre, algunos se desplazan a países para conocer
nuevas culturas y otros muchos viajan para trabajar, o bien contribuir, en un
voluntariado localizado en algún país necesitado.
Ese último punto es el que me
ha dado la idea de comenzar un pequeño Ciclo
Africano en ¡Malditas Críticas de
Cine!: un ciclo que se lo dedico a todas esas personas que alguna vez en su
vida han acudido a un país en vías de desarrollo para poner su pequeñísimo, y a
la vez valiosísimo, grano de arroz en la lucha por el avance de esos lugares
que, en ocasiones, tenemos tan olvidados.
Escojo África porque desde que
soy muy pequeño es un continente que me ha fascinado. Ahora, y ya con 21 años, me
gustaría compartir esa fascinación con vosotros. Así que, a partir de ahora,
todas las semanas, durante un período indefinido, os ofreceré la crítica de
alguna película ambientada ahí.
Como aperitivo os ofrezco el
lado más infantil de África: ese que nos muestra la película de Disney El Rey León, un filme extraordinario, con una BSO de infarto, que muy a mi pesar no entrará dentro de este ciclo, pero que ahora os muestro para no olvidar que
África es un lugar repleto de una fauna asombrosa y de un ritmo increíble.
Acepto sugerencias.
Un saludo,
Jerry.
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