martes, 22 de diciembre de 2015

Martes Criticón: El Puente de los Espías

Reconozco que, a pesar de que para mí Steven Spielberg sea un genio, su último trabajo que vi en el cine no me pareció para nada memorable. War Horse, esa película de hace ya cuatro años que estaba basada en la famosa novela con el mismo nombre, no sólo era poco interesante, sino que además me sumió en una profunda amnesia de la que no he sido consciente hasta hace muy poco.

Resulta que el otro día, mientras iba de camino al cine para comprar las entradas de El Puente de los Espías, me puse a pensar cuál era la última película del Rey Midas que había visto en la gran pantalla. Y no conseguía acordarme. A pesar de que era consciente de que Lincoln se me escapó (y de que la tengo en DVD y aún no la he visto), me parecía que Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal se había hecho hacía ya demasiado tiempo y que la fantástica Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio no podía ser la más reciente. Sabía que por ahí había algún otro título que, además de que no conseguía recordar, me estaba provocando una extraña sensación de inseguridad que, combinada con la irracional manía que le tengo a Tom Hanks, hicieron que entrase en la sala de El Puente de los Espías muerto de miedo.

Todo por culpa de War Horse.

● Año: 2015
● Director: Steven Spielberg
● Cast: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan, Alan Alda
● Música: Thomas Newman
● Duración: 140min


A pesar de que dentro de la filmografía de Tom Hanks, uno de los actores más icónicos de los Estados Unidos, hay actuaciones que quitan el aliento, no puedo evitar sentir cómo mi cerebro chirría cada vez que veo una película suya en la que adopta su para mí muy molesta “faceta simpática”: ese perfil con el que se gana las sonrisas de todas las adorables ancianas de la sala y que consigue arrancar más de un suspiro en jóvenes que buscan una buena feel-good movie

El problema es que El Puente de los Espías no es una feel-good movie. Es más, el nuevo largometraje de Spielberg no podría pertenecer a un género cinematográfico más distinto: el dramático. Porque, ¿en cabeza de quién cabría que una historia basada en hechos reales como ésta, la de un abogado estadounidense al que, en plena Guerra Fría, se le encarga la compleja misión de mediar el intercambio de “prisioneros de guerra” de ambos bandos, acabase siendo un amago de feel-good movie?


Pues bien, contra todo pronóstico, lo nuevo de Spielberg, a pesar de ser una película técnicamente sobresaliente, no es más que eso: un intento por dar un toque simpático a un  suceso que no podría haber sido más oscuro. El enfoque que han decidido darle Hanks y Spielberg a este turbio episodio de la historia, hace que la credibilidad de sus personajes y del contexto en el que tiene lugar se desmoronen: no terminamos de creer en la condición de espía soviético de Rudolf Abel (ni en esa interesante reflexión que propone Spielberg sobre la responsabilidad y amor nacional), ni tampoco nos parece creíble la maestría con la que Donovan consigue llevar a cabo las negociaciones. No nos creemos nada porque no parece una guerra de verdad: no parece que el silencioso enfrentamiento que había entre los estadounidenses y los soviéticos fuese cierto por culpa de toda esa molesta insistencia en otorgar a los personajes una superficial simpatía o en incorporar a la trama americanadas bien acogidas por compatriotas pero molestas para otros por lo poco en serio que hace que el filme se tome a sí mismo.

Con todo esto no estoy diciendo que la película no me gustase, porque hay que aplaudir su preciosa banda sonora, lo emocionante que es la historia, y su soberbia ambientación y fotografía, pero, dos o tres días después de haberla visto, empecé a cuestionarme el enfoque que se le había dado y me di cuenta de que, para mí, ese tono simpático y esperanzador es más propio de Disney que de Spielberg. Y mira que me gusta Disney.


Para mi sorpresa, muchas críticas justifican que El Puente de los Espías funciona porque muestra la visión de la Guerra Fría desde la perspectiva de un niño por eso de que a Spielberg le tocó vivir ese periodo de la historia con muy pocos años de edad. Sin embargo, si tal fuese el caso, el protagonista de la historia sería el hijo de Tom Hanks. Y no lo es. Todos sabemos que el personaje principal es Donovan: un abogado risueño, entrañable, astuto, simpático, y justo que, muy a mi pesar, no casa con esta película.

Casa con una feel-good movie.


●Te gustará si: estabas deseando ver una nueva película de Spielberg que poder recordar la próxima vez que vayas al cine a, lógicamente, ver otra película de Spielberg.

● No te gustará si: no te apetece ver un filme que, a pesar de su calidad, tiene un tono que termina resultando demasiado simpático.


Jerry
Imágenes vía Telegraph y Pop Inquirer
Póster de IMP Awards

1 comentario:

  1. Hola! Tiene muy buena pinta, no se si la veré en el cine pero la tengo apuntada.

    Un saludo!

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