martes, 1 de diciembre de 2015

Martes Criticón: La Amenaza Fantasma

Siempre me ha gustado la idea de ser quien introduzca la saga Star Wars a alguien lo suficientemente desfasado como para no reconocer quién entona ese “Yo soy tu padre”, o que, después de haber visto las precuelas, se retuerza en su asiento al saber que Luke intenta hacerse un hueco en el corazón de Leia o que el Senador Palpatine en realidad es Darth Sidious... Alguien que no haya visto ni una mísera entrega de aquella galaxia muy, muy lejana, y que esté dispuesto a conocerlas en orden cronológico mientras es sometido a un intensivo análisis psicoconductual.

Aunque os parezca una tontería, me parece fascinante que haya gente de mi generación que aún no ha conocido el fenómeno de culto creado por George Lucas, así que, fruto de esa fascinación, intenté que la que solía ser mi novia se iniciase en los ritos de la Fuerza. Y fracasé estrepitosamente: la susodicha se quedó dormida a mitad de La Amenaza Fantasma, motivo por el cual decidí terminar con nuestra relación, embarcarme en la ardua tarea de revisitar la discutida cinta de 1999 por mi cuenta, y sólo buscar novias que consiguiesen aguantar a Jar Jar Binks.



● Año: 1999
● Director: George Lucas
● Cast: Liam Neeson, Ewan McGregor, Natalie Portman, Jake Lloyd, Ian McDiarmid, Anthony Daniels, Kenny Baker, Pernilla August, Frank Oz, Samuel L. Jackson…
● Música: John Williams
● Nominaciones a los Óscar: Mejor Efectos Especiales (Nominada), Mejor Sonido (Nominada), Mejor Edición de Sonido (Nominada).
● Duración: 133min.


Todavía recuerdo el día en el que, al final de la celebración de cumpleaños de mi gran amigo de la infancia (al que ahora ni la educación me llevaría a saludar), uno de los invitados le llevó un paquete envuelto en papel de color rojo. Yo, como buen amigo íntimo que era de aquella aturdida bestia, le animé – con una insistencia casi molesta – a que lo abriese cuanto antes. No terminaba de entender qué me llevaba a estar tan emocionado por un regalo que ni siquiera era para mí, pero supongo que, además de que mis niveles de midiclorianos estarían por las nubes, eso es lo que los mejores amigos hacen con nueve años de edad.

Sin embargo, una vez terminó de desenvolver esa bomba de relojería, mi colega se pasó al lado oscuro: le acababan de regalar el VHS de La Amenaza Fantasma. Y yo aún no lo tenía. Grité con incredulidad. ¡Mi mejor amigo tenía la cinta del primer episodio de Star Wars, podría verla en su casa esa misma noche, y yo no! La bestia me miró y sonrió: me había ganado, y no sólo quería hacerme ver que era perfectamente consciente de ello, sino que además quería hacerme sufrir. Por lo tanto, desde ese día supe que, siete años más tarde (y después de que yo completase la colección de cromos del Episodio I antes que él), mi amigo decidiría dejarme de lado: había sentido miedo al comprobar que mi fanatismo eclipsaría al suyo. Y ya sabéis que el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, y el odio, lleva al sufrimiento.


Por lo tanto, y poniendo en práctica las palabras del Maestro Yoda, por culpa de La Amenaza Fantasma los de mi alrededor han sufrido mucho. No sólo dejé a una novia por atea, sino que además hice que un amigo mío se pasase al lado oscuro y que toda una sala, por culpa de mi mala suerte, tuviese que experimentar una pantalla de color verde el día en el que decidí pagar entradas para ver esa jugarreta en 3D que George Lucas nos coló – otra vez - hace tres años.

Sí, George Lucas cruzó la línea dos veces. En un arrebato por querer dotar a su estimulante saga de un aire moderno, el dueño del Rancho Skywalker optó por llenar las precuelas de criaturas pintorescas y efectos visuales fascinantes que, aunque favoreciesen la expansión del universo de la saga con videojuegos de altísima calidad e historias paralelas, hicieron que su Amenaza Fantasma pasase a ser uno de los mayores hazmerreíres de la historia del cine.


La historia de cómo Anakin Skywalker es liberado de su condición de esclavo para comenzar con su entrenamiento como caballero Jedi, es tan torpe como irregular. Por un lado parece que se rodó a trompicones y que no contó con una planificación lo suficientemente firme y bien planteada, y por otro, da la impresión de que los productores se guiaron demasiado por su sed de triunfar sobre el público infantil, olvidándose de un amplio colectivo adulto que sentiría rechazo, no sólo por ese humor bobalicón que con tanta insistencia rodea a la figura de Jar Jar Binks, sino también por unos diálogos que resultan pobres en formulación y contenido.

Lucas se olvidó de lo que verdaderamente importa en una película y, a pesar de que contaba con las herramientas necesarias para rodar un filme épico (un diseño de producción espectacular, una edición de sonido que muy justamente optó al Oscar en dos categorías, y una banda sonora legendaria en gran parte gracias a ese instantáneo clásico Duel of the Fates), terminó engendrando un título que, aunque destacó por el rechazo que generó en una amplia mayoría del público y la crítica, funcionó como la chispa que encendió la mecha del hype y de – para qué mentir – el comienzo de la forja de un fenómeno cultural de masas.

Pero ese tema ya lo trataremos otro día.


●Te gustará si: eres un crío inocente como el que yo era a los nueve años.

● No te gustará si: tenías alguna expectativa ya establecida sobre la que iba a ser una película legendaria.


Jerry

Póster de IMP Awards

1 comentario:

  1. Hola! A mi me gustó bastante, tiene efectos especiales muy buenos, pero estas tres películas nunca serán como sus tres predecesoras.

    Un saludo!

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