Siempre me ha gustado la idea
de ser quien introduzca la saga Star Wars
a alguien lo suficientemente desfasado como para no reconocer quién entona ese
“Yo soy tu padre”, o que, después de
haber visto las precuelas, se retuerza en su asiento al saber que Luke intenta
hacerse un hueco en el corazón de Leia o que el Senador Palpatine en realidad
es Darth Sidious... Alguien que no haya visto ni una mísera entrega de aquella
galaxia muy, muy lejana, y que esté dispuesto a conocerlas en orden cronológico
mientras es sometido a un intensivo análisis psicoconductual.
Aunque os parezca una
tontería, me parece fascinante que haya gente de mi generación que aún no ha
conocido el fenómeno de culto creado por George Lucas, así que, fruto de esa
fascinación, intenté que la que solía ser mi novia se iniciase en los ritos de
la Fuerza. Y fracasé estrepitosamente: la susodicha se quedó dormida a mitad de
La Amenaza Fantasma, motivo por el
cual decidí terminar con nuestra relación, embarcarme en la ardua tarea de
revisitar la discutida cinta de 1999 por mi cuenta, y sólo buscar novias que consiguiesen aguantar a Jar Jar Binks.
● Año: 1999
●
Director:
George Lucas
●
Cast:
Liam Neeson, Ewan McGregor, Natalie Portman, Jake Lloyd, Ian McDiarmid, Anthony
Daniels, Kenny Baker, Pernilla August, Frank Oz, Samuel L. Jackson…
●
Música:
John Williams
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Nominaciones a los Óscar: Mejor Efectos Especiales (Nominada),
Mejor Sonido (Nominada), Mejor Edición de Sonido (Nominada).
●
Duración:
133min.
Todavía recuerdo el día en el
que, al final de la celebración de cumpleaños de mi gran amigo de la infancia
(al que ahora ni la educación me llevaría a saludar), uno de los invitados le
llevó un paquete envuelto en papel de color rojo. Yo, como buen amigo íntimo
que era de aquella aturdida bestia, le animé – con una insistencia casi molesta
– a que lo abriese cuanto antes. No terminaba de entender qué me llevaba a
estar tan emocionado por un regalo que ni siquiera era para mí, pero supongo que, además
de que mis niveles de midiclorianos estarían por las nubes, eso es lo que los
mejores amigos hacen con nueve años de edad.
Sin embargo, una vez terminó
de desenvolver esa bomba de relojería, mi colega se pasó al lado oscuro: le
acababan de regalar el VHS de La Amenaza
Fantasma. Y yo aún no lo tenía. Grité con incredulidad. ¡Mi mejor amigo
tenía la cinta del primer episodio de Star
Wars, podría verla en su casa esa
misma noche, y yo no! La bestia me miró y sonrió: me había ganado, y no sólo
quería hacerme ver que era perfectamente consciente de ello, sino que además
quería hacerme sufrir. Por lo tanto, desde ese día supe que, siete años más
tarde (y después de que yo completase la colección de cromos del Episodio I antes que él),
mi amigo decidiría dejarme de lado: había sentido miedo al comprobar que mi
fanatismo eclipsaría al suyo. Y ya sabéis que el miedo lleva a la ira, la ira
lleva al odio, y el odio, lleva al sufrimiento.
Por lo tanto, y poniendo en
práctica las palabras del Maestro Yoda, por culpa de La Amenaza Fantasma los de mi alrededor han sufrido mucho. No sólo dejé
a una novia por atea, sino que además hice que un amigo mío se pasase al lado
oscuro y que toda una sala, por culpa de mi mala suerte, tuviese que
experimentar una pantalla de color verde el día en el que decidí pagar entradas
para ver esa jugarreta en 3D que George Lucas nos coló – otra vez - hace tres
años.
Sí, George Lucas cruzó la
línea dos veces. En un arrebato por querer dotar a su estimulante saga de un aire moderno, el dueño del
Rancho Skywalker optó por llenar las precuelas de criaturas pintorescas y efectos
visuales fascinantes que, aunque favoreciesen la expansión del universo de la saga
con videojuegos de altísima calidad e historias paralelas, hicieron que su Amenaza Fantasma pasase a ser uno de los
mayores hazmerreíres de la historia del cine.
La historia de cómo Anakin
Skywalker es liberado de su condición de esclavo para comenzar con su
entrenamiento como caballero Jedi, es tan torpe como irregular. Por un lado
parece que se rodó a trompicones y que no contó con una planificación lo
suficientemente firme y bien planteada, y por otro, da la impresión de que los
productores se guiaron demasiado por su sed de triunfar sobre el público
infantil, olvidándose de un amplio colectivo adulto que sentiría rechazo, no
sólo por ese humor bobalicón que con tanta insistencia rodea a la figura de Jar
Jar Binks, sino también por unos diálogos que resultan pobres en formulación y
contenido.
Lucas se olvidó de lo que
verdaderamente importa en una película y, a pesar de que contaba con las
herramientas necesarias para rodar un filme épico (un diseño de producción
espectacular, una edición de sonido que muy justamente optó al Oscar en dos
categorías, y una banda sonora legendaria en gran parte gracias a ese
instantáneo clásico Duel of the Fates),
terminó engendrando un título que, aunque destacó por el rechazo que generó en
una amplia mayoría del público y la crítica, funcionó como la chispa que
encendió la mecha del hype y de – para qué mentir – el comienzo de la forja de
un fenómeno cultural de masas.
Pero ese tema ya lo trataremos
otro día.
●Te
gustará si:
eres un crío inocente como el que yo era a los nueve años.
●
No te gustará si:
tenías alguna expectativa ya establecida sobre la que iba a ser una película
legendaria.
Jerry
Póster
de IMP Awards
Hola! A mi me gustó bastante, tiene efectos especiales muy buenos, pero estas tres películas nunca serán como sus tres predecesoras.
ResponderEliminarUn saludo!