No se hace cuánto que no
escribo una crítica para Malditas
Críticas de Cine. Las últimas que han visto la luz no eran más que
documentos programados de hace tiempo; de aquella época en la que los apuntes
no ocupaban todos y cada uno de los malditos rincones de mi mesa de trabajo o
en la que aún podía acostarme un poco más tarde porque no terminaba demasiado
cansado de mi jornada académica.
Sin embargo, y a pesar de que
tenía que estudiar lo que no está escrito, he ido al cine todas las semanas. Y
he visto de todo: desde patéticos filmes comerciales de los que es muy difícil
hacer una crítica que ocupe más de tres líneas, hasta verdaderas joyas cuyas
críticas necesitan reposar un poco más antes de ver la luz. Así que, mientras
descansa un poco más mi opinión de La
Entrega, tendrá que ser el turno de Boyhood.
Aquí estoy de nuevo.
● Año: 2014
●
Director:
Richard Linklater
●
Cast:
Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Lorelei Linklater, Ethan Hawke…
●
Duración:
165min.
Tengo 23 años (casi 24) y, de
todas las películas que me he tragado y con las que me he podido sentir
identificado, creo que ninguna ha estado más cerca que Boyhood. No digo esto basándome en el alucinante y duro trabajo que
Richard Linklater (A Scanner Darkly) llevó
a cabo al reunir a un mismo reparto durante doce larguísimos años para rodar -
durante una semana cada 365 días - escenas de la vida del protagonista, ni
tampoco lo digo porque mi situación familiar se parezca a la de familia a la
que acompañamos durante unas fugaces tres horas (porque, afortunadamente, no lo
hace)… Lo que me lleva a afirmar que Boyhood
es la adaptación a la gran pantalla de las vidas de millones de jóvenes como
yo, es que Richard Linklater ha construido una película que refleja con una
asombrosa naturalidad - y un innegable talento - lo que supone crecer, superar
la adolescencia, y llegar sano y salvo a la edad adulta.
Toda una odisea.
Para los pocos que no hayan
oído hablar aún de esta asombrosa cinta, Boyhood,
como os podréis estar imaginando, nos introduce en la vida del pequeño Mason,
un chavalín de cinco años al que vemos crecer en la gran pantalla durante 12
fugaces años. Su vida no es real, pero lo que representa sí: una infancia y una
adolescencia que, aunque en el filme estén salpicadas por demasiados conflictos
enólicos y por situaciones familiares extralimitadas, no dejan de ser reflejos
fidedignos de lo que todos hemos vivido hace más o menos tiempo. Y ahí es donde
reside el valor de esta austera producción. Ahí y en la magnífica forma en la
que Linklater demuestra al mundo su extraordinaria capacidad para construir la
personalidad de un personaje y hacernos comprender el proceso por el cual se
forja. La del personaje de la gran pantalla, y la tuya. Como si estuviésemos
ante un truco de magia. Como si Boyhood no
fuese una película, sino una experiencia. Una experiencia personal.
Resulta que Boyhood es mágica. De alguna manera, el protagonista
de la historia terminas siendo tú. Cuando la ves, te reconoces a ti mismo montando
en bici con tus amigos, lidiando con la insoportable voz de tu hermana mientras
imita a la explosiva Britney Spears, prestando una autodestructiva atención a
las peleas de tus padres, esperando con desbordante ilusión la puesta en venta
de un nuevo libro de Harry Potter, afrontando
con valor la afirmación de que la magia en el mundo no existe, renegando de las
chicas porque no están interesadas en videojuegos o en la música que a ti te
gusta, teniendo que aguantar a las nuevas generaciones de inoportunos renacuajos
que no hacen más que decir “We’re all in
this together”, descubriendo el amor por primera vez, intentando no
ahogarte en tus melodramáticos y adolescentes problemas… y dejando el nido
vacío.
Magia.
Sentimentalismos aparte, y
como me gusta decir, yo creo que sólo existen dos tipos de películas: aquellas
que hay que ver, y aquellas que te puedes perder. Pues bien, Boyhood es de las primeras. La que
quizás sea la última obra de Linklater es el prototipo de filme del que hay que
tener una opinión, porque, sin tener en cuenta ni un mísero aspecto técnico de
la película y sin tan siquiera argumentar un aspecto del filme que pueda ser
objetivamente analizado, he de decir que Boyhood
es una película enteramente personal. Boyhood
se adapta a la realidad de cada uno de forma distinta: calará a sus
espectadores en unos u otros aspectos. Pero lo hará.
Así que ya sabéis: descubrid
esa hasta ahora inexplorada parte de vosotros en Boyhood.
Id al cine.
Tened una opinión.
●Te
gustará si:
quieres admirar un rodaje de doce años de duración.
●
No te gustará si:
no aguantas las películas de cerca de 3 horas de duración.
Jerry
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