No deja de sorprenderme que la
Fiesta del Cine, que lógicamente ha recaudado menos dinero que las dos
ediciones anteriores, no fuese aplazada una semana para que no sólo no coincidiese
con el fútbol (algo que, desgraciadamente, no se podía prever), sino para que
la oferta de la cartelera, que fue bastante mediocre, pudiese haberse visto
reforzada por títulos más atractivos que El Maestro del Agua o Suite Francesa.
Me apuesto mis pulgares
oponibles a que las hordas de espectadores que compraron entradas por el módico
precio de 2,90 euros durante esos desesperadamente prolongados cuatro días,
habrían experimentado un para nada despreciable subidón si los carteles de los
cines españoles se hubiesen visto encabezados por la evidente fuerza comercial
de Los Vengadores: La Era de Ultrón y
por la originalidad, el arte y la fascinación que la nueva cinta de George
Miller, Mad Max: Furia en la Carretera, está despertando en el público de todo el mundo.
● Año: 2015
●
Director:
George Miller
●
Cast:
Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult, Hugh Keays-Byrne, Rosie
Huntington-Whiteley, Riley Keough, Zoë Kravitz, Abey Lee, Courtney Eaton…
●
Música:
Junkie XL
●
Duración:
120min
Me desconcierta que George
Miller sea el creador de Babe: El Cerdito
Valiente y el responsable de una película tan gamberra, ingeniosa, colosal
y explosiva como Fury Road. La nueva
entrega de esta mítica saga, antaño liderada por Mel Gibson y actualmente
encabezada por el siempre inmenso Tom Hardy, es la película que todo fan de
Miller quiere ver por su desenfrenado ritmo, sus furiosos y alocados personajes, su salvaje propuesta, y sus espectaculares escenas de acción.
Y es que, sin dejar respirar
al espectador, la nueva entrega de Mad Max
pisa el acelerador y no lo suelta. Desde el minuto uno, las aventuras del
nuevo Max se incendian, sus llamas se propagan a una velocidad de infarto, los
niveles de adrenalina del público se disparan, y la experiencia cinematográfica alcanza un estado de éxtasis tan sublime
y embriagadora que, antes de que uno pueda darse cuenta, los créditos finales estarán
cerrando – con una conclusión tan clásica como enternecedora – una de las
películas más exitosas del año 2015.
Si ya dije que los
largometrajes ochenteros de Miller tenían un mérito indiscutible por la escasez
de medios con los que contaba el director para llevar a la gran pantalla un
proyecto tan técnicamente ambicioso como eran las aventuras de Max, tengo que
decir que, a día de hoy, la situación no ha cambiado mucho. Resulta que, a
pesar de que en la actualidad los cineastas cuenten con más facilidades para
rodar filmes como estos, Miller defiende que en Fury Road no ha utilizado tantos efectos digitales como uno pueda
imaginar. Y me lo creo.
Aunque bastantes escenas de
esta frenética película de acción delaten el uso de estas tecnológicas – y muy discutidas
– facilidades, Fury Road no sólo
cuenta con un arte exquisito para trasladar a la pantalla persecuciones
imposibles con coches acojonantes (porque,
señores, esa es la palabra), sino que también deleita al espectador con una
labor de post-producción admirable. Tanto el aspecto visual que se les ha dado a
sus saturados fotogramas, como la exquisita armonía entre sonido, música e
imagen, hacen de Fury Road la mejor
película de acción que he visto en mucho tiempo, y uno de los más fascinantes
estrenos de lo que llevamos de año.
Este reboot de la saga – que, por cierto, ya tiene una secuela anunciada
cuyo título será Mad Max: The Wasteland –
ha llegado en el mejor momento en el que podía llegar: aquel en el que la fe
que yo tenía por el cine de acción estaba reduciéndose a una velocidad
vertiginosa y en el que, encima, empezaba a pensar que los efectos especiales
de todo largometraje estaban siempre fundamentados en los recursos digitales.
Fury
Road ha
sido uno de esos sopapos salvajes, intimidantes, macarras y apasionantes, que, afortunadamente, se ha dado a tiempo.
Gracias Miller.
●Te
gustará si:
quieres ver un filme técnicamente brillante o una película de acción memorable.
●
No te gustará si:
no te apetece ver una película que, desde el minuto uno, es un maldito “no-parar”.
Jerry
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