Aunque hubiésemos depositado
casi todas nuestras esperanzas en que la cinta de 1979 de George Miller iba a
ser la grandiosa película de Mad Max
de la que todo cinéfilo que se precie habla siempre que puede, el verdadero hype por esta locura automovilística no se
debería haber desatado hasta el año 1981.
Y es que resulta que las enormes
expectativas que tenía depositadas sobre esta famosísima colección no se vieron
recompensadas hasta que vi El Guerrero de
la Carretera. El segundo capítulo de las aventuras de Max no sólo era más
rápido y furioso que aquel del año setenta y nueve, sino que además el universo
que llevó a la gran pantalla multiplicó su atractivo por siete.
Por siete.
● Año: 1981
●
Director:
George Miller
●
Cast:
Mel Gibson, Bruce Spence, Emil Minty, Michael Preston, Virginia Hey, Kjeil
Nilsson…
●
Música:
Brian May
●
Duración:
96min
Después de los catastróficos
eventos de su anterior aventura, Max se ha convertido en una leyenda de la
carretera. Acompañado por un inseparable y leal perro, con quien comparte tanto
comida como lugar de residencia, el personaje encarnado por Mel Gibson vaga de
camino en camino intentando evitar a los salvajes que los amenazan y buscando gasolina
para así poder seguir circulando por lo que una vez fue tierra segura.
Sin embargo, y como muy bien
nos contextualiza el afortunadísimo arranque de la película, toda la nación se
enfrenta a una severa crisis energética en la que el ansiado gasoil que tantas
situaciones resolvía en el pasado, ahora ha pasado a ser un bien escaso
cotizadísimo por las bandas de enloquecidos cowboys de carretera.
Sin traicionar al peculiar
personaje que Miller ya nos introdujo en su primer largometraje de la saga, El Guerrero de la Carretera fue capaz de
trasladar a la gran pantalla lo que Mad
Max no consiguió. El primer capítulo de la saga, por muy justificado que
estuviese para el desarrollo de los eventos que le seguirían, queda reducido a un
amargo y poco afortunado intento por hacer conectar a los espectadores con un
universo terrorífico en el que la maldad y locura se multiplican conforme un
bien tan versátil como la gasolina disminuye. Y es que resulta que esta nueva
entrega de la saga no sólo es más frenética e impactante que la anterior, sino
que además su historia alcanza un atractivo y una coherencia que se escurrían
entre los fotogramas de su predecesora.
El
Guerrero de la Carretera adquiere mucho mayor peso sobre la saga
por el soporte que le dan unos quizás estereotípicos – pero no por ello
ineficaces - personajes secundarios, por un colectivo enemigo mucho más estructurado,
feroz y tenaz que aquel integrado por los psíquicamente inestables motoristas,
y por un bastante mejor uso de la banda sonora. Todo ello acompañado de lo que
ya brillaba en Mad Max: unas escenas
de carretera que, sin embargo, esta vez son comprensiblemente mucho más
poderosas que las que ya habíamos visto.
En definitiva, este segundo
asalto de Miller sobre la historia de Mad
Max es un éxito hecho y derecho porque, además de todo lo que he dicho,
aunque se note que la película tiene ya unos años, ese atractivo especial que
tienen todos los filmes de hace tiempo consigue fusionarse con el resto de los
elementos de la película tan sumamente bien, que el espectador pronto se olvida
de que está viendo una película que data de los años ochenta.
Imprescindible.
●Te
gustará si:
ya disfrutaste con la primera entrega de la saga, o si quieres encontrar esa
leyenda cinematográfica de la que todo el mundo habla.
●
No te gustará si:
las películas en las que las persecuciones de coches gozan de una importancia
considerable en la trama no son de tu estilo.
Jerry
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