“Escritor,
periodista, crítico cultural, cinéfilo y cineasta”, así se define Juan Roures
en la descripción personal que aporta su fantástico blog de cine llamado La Estación del Fotograma Perdido. Y no
miente, porque este joven de 25 años, recientemente licenciado en Periodismo y
Comunicación Audiovisual, no es un bloguero cualquiera. Además de llevar las
riendas de su rincón virtual dedicado a la belleza del Séptimo Arte, también es
el principal responsable de un versátil portal dedicado a la lengua castellana
(¿Cómo se dice…?), director de un
cortometraje llamado Once Bitten, Twice
Daring, y autor de una novela llamada Bajo el Arco Iris que hace tan sólo unos
meses vio la luz en nuestro país.
Con
todos estos antecedentes, y sin querer menospreciar el indudable talento que el
Sr. Roures tiene, cabe mencionar que, así como su faceta que más admiro es la
de ser un cinéfilo de los de verdad (de los que saben de cine, y esas cosas, no
como yo: que lo que no me sé, me lo invento), de forma totalmente involuntaria
me di cuenta de que él también es un auténtico fan de la saga Star Wars.
Visto
el panorama, tuve la brillante idea de escribir a Juan para
preguntarle si me haría el favor de dedicar su tiempo a
la redacción de una entrada sobre el universo de George Lucas para Malditas Críticas de Cine. Y lo hizo: con
su habitual clase, su perfectísima gramática y su siempre ardiente
y apasionada escritura cinéfila. Con mucho gusto os presento La Magia de Star Wars por Juan Roures,
redactor en La Estación del Fotograma Perdido y El Antepenúltimo Mohicano:
Y es que,
aunque los magníficos decorados y los rompedores efectos especiales son clave
del éxito de las seis cintas estrenadas hasta el momento (como lo serán de las
que están por venir), poco serviría el cuidado apartado técnico sin la rica
imaginación de Lucas y su equipo, quienes confeccionaron —y siguen
confeccionando— un universo fascinante gracias a la combinación de las
heroicidades épicas del pasado y los misterios cibernéticos del futuro. Desde el
espectacular atuendo de la Reina Amidala hasta la esperpéntica colección de seres
del Palacio de Jabba, pasando por los sorprendentes artilugios de R2-D2 y el inquietante
refugio de Yoda en Dagobah, las películas de Star Wars nos han ofrecido infinidad de elementos maravillosos que
sorprenden con cada visionado. De hecho, para comprender plenamente este
universo no bastan las películas, sino que es necesario sumergirse en la
infinidad de libros, comics y series de televisión para poder autoproclamarse
como verdadero fan. Sólo así sabremos qué oculta cada criatura de la peculiar cantina
de Mos Eisley, qué meritos posee cada miembro del Consejo Jedi o qué sienten
los clones al ser conscientes de serlo. Sólo así podremos valorar
verdaderamente la profundidad de esa galaxia muy, muy lejana y entender por qué
despierta tal fascinación entre tantísima gente pese a ser percibida como una
mera aventura infantil por otros tantos.
De todos modos, hay que admitir que, por desgracia, la estricta calidad de las seis películas estrenadas es bastante irregular. Poco puede echarse en cara a la película original y su secuela, El imperio contraataca (1980), dos obras maestras imperecederas, pero mucho a las tres precuelas, completamente lastradas por el intento de atraer a todas las edades y conectar con la trilogía clásica, dando como resultado tres guiones peligrosamente ridículos poseedores de algunos de los diálogos más absurdos jamás creados (aunque, siendo justos, un servidor las ha degustado las suficientes ocasiones para ser consciente de todos y cada uno de sus fallos). En el medio encontramos El retorno del Jedi (1983), compuesta de un planteamiento verdaderamente atractivo y una conclusión relativamente infantil que no deja del todo satisfecho; empero, sigue tratándose de una gran película, denominación que, lamentablemente, no puede emplearse para referirse a La amenaza fantasma (1999), El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005) pese al innegable entretenimiento que proporcionan.
Aun así,
conviene recordar que la riqueza conceptual de la saga no sería ni de lejos la
misma sin las precuelas, que nos permitieron ahondar en la política galáctica
gracias al relativo protagonismo de los Caballeros Jedi y los Senadores de la
República, además de presentarnos una innumerable selección de localizaciones y
especies nacidas de la tecnología digital. Sobra decir que el plano visual
nunca debe ponerse por delante del narrativo, pero, dado este por perdido, más
vale alabar la brillantez del primero. Además, aunque los guiones no siempre
logran transmitirlo, todas y cada una de las partes de esta maravillosa saga
ofrecen bellas reflexiones sobre el amor, la amistad, la fraternidad, la
lealtad, el miedo, la traición, la venganza y, claro está, esa eterna lucha
entre el bien y el mal que a menudo albergamos dentro de nosotros mismos. Cada
aventura incluye un contexto; y cada contexto oculta un simbolismo que podría
pasar desapercibido a aquellos empeñados en reducir estas cintas a mero divertimento
de masas. Grande es la magia que albergan estas estrellas. Tan sólo hay que
creer en ella.
Autor: Juan Roures.
Gracias a ti por esta super presentación :) Y sí, lo confieso: soy fan #1 de la saga jeje (por supuesto ya tengo mi entrada para el estreno); ¡un abrazo!
ResponderEliminar¡Es lo menos que podía hacer! ¡Un abrazo, Juan!
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