Tengo un dilema. Hace unos
días fui al cine – simplemente por ir – y me metí en Dredd, un remake de una película de 1995, que en su momento protagonizó Sylvester
Stallone, que había recibido muy buenas críticas en distintas revistas de cine y
webs como Rotten Tomatoes.
Sin embargo, y he aquí la raíz
de mi dilema, a mí me pareció una simplísima película de acción futurista… pero
de producción británica. Y yo me pregunto: ¿Acaso el ser producción anglosajona
da puntos extra a una película?
Porque, de no ser así, no entiendo a qué viene tanto revuelo.
● Año: 2012
●
Director:
Pete Travis
● Cast:
Karl Urban, Olivia Thirlby, Wood Harris, Lena Headey
●
Música:
Paul Leonard-Morgan
●
Duración:
95min.
Dredd
cuenta
la futurista historia de cómo dos jueces (las únicas “fuerzas” que mantienen el
orden público) se quedan encerrados en una fortaleza de 200 pisos controlada
por la llamada Ma-Ma, una temida
traficante de drogas responsable de la distribución de la perniciosa slo-mo (una droga que retrasa tu
percepción sensorial del tiempo). Sin embargo, estos agentes de la ley (entre los que se
encuentra Dredd: una eminencia del cuerpo de jueces) no tendrán nada fácil
salir de ahí con vida, puesto que Ma-Ma ha dado la orden, a los millones de
delincuentes que viven en el complejo, de que se les mate.
Teniendo en cuenta que no me
he leído ningún cómic de Dredd y que conocí
la existencia de la anterior película 24 horas antes de llegar al cine, la propuesta me resultó bastante atractiva. Al principio, mi interés por el filme iba
en aumento de forma directamente proporcional al transcurso de la película. Sin
embargo, al cabo de 10 escasos minutos, la película, para mi gusto, cae en el
error del pistoletazo limpio (combinado con ametralladoras) de toda película de
acción normal y corriente.
Además, si a esta convencional
presentación de la película le añades esa desorbitada cantidad de sangre, lo
que empieza a emerger en mi interior es repulsión. Sí, repulsión. Repulsión
porque, para mi gusto, al carecer de intriga temática, los realizadores de la
película parece que se ven obligados a suplir ese desinterés con unas cuantas
dosis de suculenta sangre para satisfacer al público teen. Y me da igual que el cómic sea sangriento y que esté
guardando fidelidad al mismo: es absolutamente innecesaria.
Desgraciadamente, la falta de
originalidad en la trama (como ya he mencionado, el filme deja de ser interesante a los diez minutos del metraje) y la esperpéntica cantidad de sangre, eclipsan de manera muy efectiva a
la sobresaliente fotografía y a la gran capacidad interpretativa de Lena
Headey. Y porque no quiero hablar de ese frustrado intento de conquistar a los amantes
de la cámara lenta con las escenas de la llamada slo-mo.
A pesar de que parece que salí
echando pestes de la sala del cine, no fue así. Lo bueno de esta película es
que, a pesar de no ser innovadora, es tan sumamente corta que no te da tiempo a
maldecir muy en alto. No te da tiempo a criticar la falta de efectividad en el guión, lo penosamente convencional de los tiroteos y el recurrir a una droga para poder meter escenas a cámara lenta sin que surja el comentario "esto es una copia de Matrix".
Lo dicho: lo mejor
de la película, aparte de Lena Headey, es su corta duración.
Pero no vayáis a verla porque,
¿qué queréis que os diga?, digan lo que digan las malditas críticas de cine, esta película no merece la pena.
●Te
gustará si:
buscas una película de acción más con estética resultona.
●
No te gustará si:
esperas un prometido peliculón o no te gustan ni las películas de acción, ni la sangre.
Jerry.
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