Puente de Diciembre; momento
perfecto para hacer un poco de vida familiar y ser invitado por mis estupendos
padres al lugar al que más me gusta ir del mundo: el cine.
Escoger película no fue nada
difícil; recurrimos a esa historia que está siendo motivo de todas las
comidillas de todos los círculos de marujas y marujos cinéfilos; La Vida de Pi, una película que me
llamaba bastante la atención por tener en su trailer música de Sigur Ros y de Coldplay; dos de mis grupos de música favoritos.
● Año: 2012
● Director: Ang Lee
● Cast:
Suraj Sharma, Irrfan Khan, Tabu, Adi Hussain, Rafe Spall, Gerard Depardieu
●
Música:
Mychael Danna
●
Duración:
127min.
La
Vida de Pi comienza
con unos acertadísimos créditos iniciales que, paradójicamente, son muy
simples. Sin embargo, el observar a unos animales cuyos movimientos motivan la
aparición y trayecto de las letras, que vienen acompañadas de una dulce canción
del todo Bollywoodiense, es algo
extremadamente agradecido.
Después de esa perfecta
introducción (sólo estropeada por el nefasto e innecesario elefante digitalizado)
comienza una historia que nos capturará por el carisma del personaje y la
ternura de sus andanzas por la escuela. Y es que Pi, cuyo nombre original es Piscine, es un niñito hindú verdaderamente adorable (me cuesta utilizar el adjetivo "adorable" por lo repulsivamente empalagoso que suena, pero las cosas como son.. el chico es adorable porque inspira la más sincera de las adoraciones) al que le costará adaptarse a la escuela por el simple - o no tan simple, ojo - hecho de que sus compañeros le llamen "Pis".
Ante esto, Pi se propondrá destacar en la escuela para merecerse todo el respeto de sus colegas de clase; y no sólo alcanzará su objetivo por la magnífica tarea que desempeña con una simple tiza y una pizarra, sino por la aventura que vivirá de mayor: una aventura épica. Sin embargo, el niño tiene que crecer para poder afrontar esa gran encruzijada que le marcará de por vida.. y, como yo siempre suelo decirle a una amiga mía, “cuando crecemos, dejamos de ser graciosos”.
Así que, tal y como le pasa a todo
ser humano en la vida real, Pi pierde el carisma y pasa a ser un adolescente poco
creíble y soso que cree en todas y cada una de las religiones y las combina
como le viene en gana (hecho que al principio de la historia era bastante
divertido pero que, conforme avanza la trama, se estanca).
Entonces, la voluntad de Dios se encarga de organizar la aventura/encruzijada que situará a Pi en el Hall of Fame de los cristianos más aferrados a la fe: Pi sobrevivirá al terrible
hundimiento del barco que le llevaba a Canadá y le alejaba de su ¿amada? chica (que, honestamente, sobra como el sobrenadante de una centrifugación), quedando el buque sumergido en la más oscura de las profundidades del océano, y desapareciendo con él toda la familia del joven.
Y Pi será abandonado en pleno Pacífico a bordo de un bote salvavidas... En compañía de, nada más y nada menos, que un tigre de Bengala.
Y Pi será abandonado en pleno Pacífico a bordo de un bote salvavidas... En compañía de, nada más y nada menos, que un tigre de Bengala.
Antes de destrozar las bases
de la opinión pública sobre este filme, resultaría muy poco justo no mencionar
el increíble poderío visual de la película. Pese a que el escenario de la misma
se reduce a un bote y una pseudo-lancha creada por el propio Pi, el océano de
Ang Lee pasa a ser un protagonista más; un personaje con un colorido
espectacular, una capacidad de improvisación deslumbrante y una personalidad
propia bastante caprichosa. Brillante - igual que su BSO, resultado de Mychael Danna (a quien ya conocemos por Pequeña Miss Sunshine o (500) Días Juntos).
Sin embargo, no podría calificar
a la película de "brillante" porque su eje principal - el intento de desentrañar o comprender la voluntad
de Dios en la precaria situación en la que el protagonista se encuentra - se convierte
en un innecesario, sobreexplotado y exagerado ejercicio de reflexión religiosa que, honestamente (y sin tomar como aliado a esa asquerosa tendencia actual de criticar todo lo que hace o deja de hacer la Iglesia), no tiene ni pies ni cabeza.
Yo había leído que con La Vida de Pi todo espectador iba a abandonar la sala del cine convencido de la existencia de Dios. Sin embargo, el efecto que yo creo que tiene en la gente es justamente el opuesto…
Yo había leído que con La Vida de Pi todo espectador iba a abandonar la sala del cine convencido de la existencia de Dios. Sin embargo, el efecto que yo creo que tiene en la gente es justamente el opuesto…
A lo largo de mi vida he visto
muchas películas que invitaban a creer en la existencia de Dios, pero La Vida de Pi no es, ni por asomo, una de ellas.
Momentos en los que Pi grita desconsolado “Señor, ¿qué esperas de mí?” me parecieron recursos que rozaban la ridiculez y que estaban metidos a
presión en una película que habría funcionado perfectamente sin ese componente místico (aunque comprendo que está basada en una novela y que quizás se quisiese mantener la esencia de la misma).
Y es que, la sensación que da esa atmósfera religiosa es que está ahí simplemente para atraer a un público cristiano sediento de ver en la gran pantalla a su Dios reflejado en los fotogramas, sin tener en cuenta que lo verdaderamente interesante habría sido intentar hacer ver a los escépticos que la fe no es algo tan disparatado. Y la La Vida de Pi hace exactamente eso: que parezca que todo es un chiste y que la fe es algo estúpido.
Una verdadera pena.
Y es que, la sensación que da esa atmósfera religiosa es que está ahí simplemente para atraer a un público cristiano sediento de ver en la gran pantalla a su Dios reflejado en los fotogramas, sin tener en cuenta que lo verdaderamente interesante habría sido intentar hacer ver a los escépticos que la fe no es algo tan disparatado. Y la La Vida de Pi hace exactamente eso: que parezca que todo es un chiste y que la fe es algo estúpido.
Una verdadera pena.
A pesar de todo lo dicho, La Vida de Pi tiene una conclusión
magistral; una vuelta de tuerca que consigue que se te ponga la piel de gallina
y que invita a que tus ojos se bañen en lágrimas. Sin embargo, esa vuelta de
tuerca sirve además de aliciente para pensar que la trama religiosa de la
película es bastante innecesaria - además de desconsoladora.
Pero no me hagáis mucho caso;
estoy con diarrea.
●Te
gustará si:
quieres disfrutar de un espectáculo visual alucinante (tanto por los efectos especiales como por la fotografía) y una banda sonora de calidad.
●
No te gustará si:
crees que vas a presenciar un ejercicio de reflexión religiosa que afianzará tu
fe en Dios o que te transformará por completo.
Jerry
pretender que una película sea un ejercicio religioso, que te transformara por completo, me parece entre inocente y ridículo...
ResponderEliminarDe verdad, ¿¿¿tú entendiste la película???
ResponderEliminarSi, la entendí, tu no, no es cierto???
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